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Capítulo 7 ✔ (Corregido)

“La sorpresa”

Narrador omnisciente 

Era una noche fría, acompañaba muy bien los planes que llevaría a cabo. El joven frente al espejo se miraba con confianza y seguridad, él tenía muy en claro cuál era su papel en esta historia; conocía cada detalle de esta. Tantos años observando desde la oscuridad más profunda, calculando todos sus pasos y accionando de la manera más correcta posible; el día había llegado.

Se dio el gusto de vestir un lujoso traje que se ceñía perfecto a su trabajado cuerpo, una buena apariencia podría mostrar una mejor visión de la persona. Por experiencia propia, el joven sabía que lo primero que ve un humano es el físico, luego la personalidad. Los ojos contemplan el atractivo, y el corazón late por la personalidad. 

Porque mentir no era su fuerte cuando se trataba de ella. Sí, sí contempló su belleza; pero no sabía que sucedía con su corazón. La conocía, y a la vez no. Ella era tan discreta, muy poco predecible. Le gustó eso, no poder leerla solo por su portada, necesitaba el contenido para conocerla.

¿Qué la hacía tan especial? No lo sabía, la primera vez que la vio supo que ella sería su perdición. Si las circunstancias hubiesen sido otras, todo sería muy diferente ahora mismo. Lo sentía, lo sabía. Aún así, no cambiaría nada, nunca lo haría.

Una llamada interrumpe los pensamientos del joven, contesta esperando escuchar lo que tanto desea: - Diga.

- Ya están todos en sus posiciones, las cámaras están apagadas y pudimos escabullir gente nuestra en la cocina y en las demás zonas laborales. Ya interfirieron en la zona eléctrica, las luces se apagarán tres minutos después de la señal.

- Muy bien. Ya saben que tienen que hacer. Tú eres el organizador, yo seré un invitado más.

Con una risa ronca, el viejo de la línea responde - Todo está bajo control.

Corta la llamada del celular y agarra la máscara que está a un lado de mesa de noche, observa el color negro entero con algunos detalles plateados. La temática había sido su idea, no necesitaba que ella supiera quién era él ni bien lo vea.

Apaga las luces de todo su departamento y sale de este sabiendo que no hay vuelta atrás, camina por el pasillo del piso en el que está. Ingresa al ascensor y presiona el botón del piso donde se encuentra el estacionamiento, baja con suma tranquilidad y sube a la camioneta negra aparcada justo al frente de este.

- Buenas noches. - saludan todos los presentes.

Asiente con cordialidad antes de con su mano indicar que pueden seguir con el plan tal y como lo habían propuesto.

Con eso el auto arranca hacia el restaurante: La Reine

*** 

Teclea en su celular con rapidez, modifica algunos eventos futuros y confirma algunos otros. Siente como la camioneta deja de avanzar, levanta la cabeza y se encuentra frente al restaurante La Reine. Baja sin mucho apuro y camina sobre la alfombra roja que adorna la entrada del local, el encargado de seguridad lo reconoce y lo deja pasar sin problema. No escucha las protestas de los demás por un sitio, bien por ellos al no poder ingresar. 

Un mesero con aspecto pulcro y refinado lo guía a su mesa, esta se encuentra en una esquina no muy alejada de donde se llevará a cabo el espectáculo. Podía verla desde su lugar, tan elegante, tan delicada, tan pequeña; tan ella. Vestía su uniforme del trabajo, un distinguido vestido negro a mitad del muslo que dejaba volar la imaginación de cualquiera. 

- Bienvenido a La Reine. ¿Puedo tomar su pedido?

La voz del mismo mesero que lo llevó a su mesa resuena en ese pequeño ambiente que se había creado. 

- Deme un momento, enseguida lo llamo.

- Entendido. - asiente de manera cordial, no sin antes dedicar una mirada hostil. - Con permiso.

No deseaba consumir nada, al fin y al cabo serían solo unos minutos en los que estaría sentado. Observa su reloj y lo ajusta para que suene exacto dentro de 1 minuto, arregla su aspecto de manera disimulada, en el proceso su mirada impacta contra la de su socio. Este sonríe con sorna al conocer los planes del joven, le era interesante como una persona podía mover hasta montañas por otra. Su celular suena junto con la alarma del reloj, el momento ha llegado sin darse cuenta; se encontraba ansioso por tenerla cerca. Podría apreciarla como quisiera, sin problemas ni gente que interfiera en el medio.

Pasan exactamente 3 minutos después y todas las luces se apagan, solo queda la luz de las velas en cada mesa. Una luz no muy fuerte, no permitía admirar lo que estaba a punto de suceder. El impacto de las balas en las mesas crea un estruendoso sonido, el punto de llegada de cada bala estaba establecida; nada podía salirse de las manos de nadie.

Se levanta de su asiento lentamente y se dirige al muy sabido camino que lo lleva a la zona VIP. Sentía conocerla lo suficiente como para saber a dónde se dirigiría ante tremendo caos. Sube escalón por escalón hasta divisar un pequeño cuerpo apoyado en el barandal del balcón que contaba esta parte del local, admiraba toda la escena en el piso inferior como si de una obra de arte se tratase. 

Ella era una obra de arte.

Avanza cauteloso quedando a unos cuantos metros de ella, observa su perfil, los pequeños mechones de cabello que se desprendían de su coleta alta. La observa completa hasta memorizar cada detalle suyo, su presencia no pasaría por alto para la muchacha, de eso estamos seguros desde el momento en que por su cuerpo corre una inexplicable electricidad. Gira lentamente su hasta quedar frente a él, eran tan diferentes y similares a la vez.

- ¿Admirando el espectáculo?

La joven mueve la cabeza en incomprensión hasta caer en cuenta de todo el escándalo abajo, se limita a bajar la mirada y responder con un vago “Está bien”. Él necesitaba avanzar y no permitir que ella se encerrara en ese caparazón al que estaba acostumbrada a mostrar a los demás. 

- ¿Le ha gustado? - insiste con otra pregunta.

Todo lo siente cambiar cuando la muchacha levanta la mirada y refleja cólera, inseguridad, frialdad y miedo. ¿Hacia él? 

- Me ha cautivado, no lo esperaba. - sus hombros se relajan al escuchar su voz suave.- El día estaba muy aburrido, esto lo ha cambiado todo.

No puede parar de mirarla, avanza hasta quedar a unos 30 centímetros delante de ella. Aspira su aroma, una mezcla de olores florales llega a sus fosas nasales. Olía a naturaleza y tranquilidad, muy extraño de explicar. Se queda embelesado con cada facción de la joven, sus ojos marrones resaltaban con la sombra base de sus párpados. Sus labios estaban cubiertos por un labial rosa bajo, aún así se veían muy provocativos; sus mejillas se encontraban ligeramente sonrosadas por lo que creía sería rubor. 

- ¿Quién eres? - su voz lo despierta de su ensimismamiento.

Con lentitud se quita la máscara, sus ojos grises son lo primero que logran que la joven reaccione. El problema no eran esos ojos, sino el color. Unos cuantos recuerdos pasan por su mente al punto de bloquearla por un momento en su sitio.

- Nos conocemos.

- Esa no es una pregunta. - responde con un poco de burla el joven.

No sentía maldad con su presencia, solo algo no estaba bien.

- ¿Tienes algo que ver en todo esto, no? - pregunta la joven acercándose un poco a él, como si buscara un tercer ojo o algo se le hubiese perdido.

- Puede ser. - levanta su dedo y lo choca de manera incesante contra su mentón. - Es muy probable.

La muchacha retrocede unos cuantos pasos y maldice por lo bajo. Levanta la mirada para volverse a encontrar con la de él. ¿Qué pasaba por la mente de cada uno de ellos dos?

Ella solo podía preguntarse cómo había llegado hasta este punto toda la situación, y él solo lograba grabar cada gesto que hacía ella.

Era hermosa. - pensaba.

- ¿Quién eres? - vuelve a cuestionar la joven.

Con elegancia se acerca y le ofrece la mano - Alguien a quien debes recordar.

No la recibe, solo lo observa en silencio intentando entender qué hace ahí con ella. Él le coge la mano y la estrecha con la suya, una media sonrisa resplandece en su rostro.

- Fue un gusto tener esta amena conversación. - suelta su mano con delicadeza y se acerca a dejar un beso en la mejilla de la joven. - Pero es momento de retirarme.

En cuestión de un minuto el joven desaparece de su vista. Ella extrañada se queda quieta en su sitio, no reacciona hasta que oye unos gritos debajo.

- ¡...Bajen las armas…! - logra escuchar el grito de los policías antes de rasgar su brazo con un cuchillo que consiguió de unas de las mesas cercanas.

Sí desapareció fue por algo, y ella no podría traicionar ese momento tan íntimo que había ocurrido hace no mucho. Camina tranquila hasta quedarse escondida en medio de los puffs que había en la zona, simulando perfectamente un recoveco y esperar a que vengan por ella.

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