“Infiltrados”
Afrodita
Aliso mi uniforme del trabajo quitando las arrugas inexistentes, observo mi reflejo en el espejo viendo mi apariencia totalmente pulcra. Las semanas habían pasado, la verdadera razón sobre que cancelaran el trabajo era que debían hacer una limpieza exhaustiva para el evento que se realizaría el día de hoy. Un gran personaje había decidido hacer una cena con baile de máscaras, desconocía totalmente la razón por la cual haría esto, la temática era nueva para nosotros.
- Afrodita, te necesitan en la mesa 5.
Me avisa una compañera de trabajo entrando al baño, no le devuelvo la mirada cuando siento la suya sobre mi espalda. Camino pausadamente, intentando transmitir la misma elegancia que el lugar donde laboro. Me coloco la máscara que nos brindaron para adecuarnos al evento y temática. Visualizo mi mesa, cojo la tablet donde anotamos los pedidos y camino en esa dirección.
Siento una mirada escrutando mi espalda, no demuestro nada al saber que puede ser cualquier cliente que desea que llene su copa. Me paro al frente de la mesa asignada y doy el debido saludo.
- Bienvenidos a La Reine, ¿Puedo tomar su pedido?
El hombre me mira de arriba a abajo sin importarle la presencia de su esposa, no puedo quejarme ni refutar sabiendo que acá el cliente tiene la razón. Y no lo digo porque esté de acuerdo, sino porque una mínima queja me puede costar la vida; la gente adinerada cree que puede hacer lo que se le venga en gana y solucionarlo todo con dinero y poder.
- Una sopa Bullabesa. - mira a su esposa esperando que diga algo, pero se impacienta antes de que ella pueda hablar. - Mejor dicho, dos.
Anoto en la tablet y asiento en comprensión, la señora baja la cabeza avergonzada y yo solo puedo sentir impotencia al no poder hacer nada. Me retiro sintiendo la mirada del viejo asqueroso al que acabo de atender.
Camino a mi puesto de espera, el pedido ya fue llegado a la cocina. Veo pasar a un grupo de tres personas vestidas de cocineros, no reconozco sus caras y su contextura, los ignoro pensando que pueden ser nuevos empleados.
- Creo que alguien se ha infiltrado.
Escucho decir a una compañera de trabajo que viene hacia mí, nunca hemos hablado pero su notable preocupación me da a entender el motivo por el cual lo hizo. La miro esperando que diga algo más, veo como le cuesta soltar la información. Decido ignorarla hasta que la escucho hablar.
- Los que acaban de pasar no trabajan acá, ya le pregunté a Karl.
Intento obviar el hecho que se comunique de manera tan indiscreta con el gerente, y más que lo llame por su nombre y no posición en el restaurante. No paso por alto su aspecto desarreglado sabiendo que estamos en horario de trabajo, su cabello revuelto y labios rojos e hinchados. Sabía que el gerente solía meterse con empleadas, pero no sabía que en medio del horario laboral, y menos de manera tan poco íntima.
- Creo que deberíamos avisar a los clientes para que empiecen a evacuar.
Me mira exasperante al no recibir respuesta mía, evalúo el escenario y llego a la conclusión que no podemos salir de manera apresurada. Está por irse pero mi voz la detiene, sorprendida voltea a verme.
- No.
- ¿Estás loca? Necesitamos salir lo antes posible.
- No conocemos las intenciones de esas personas, lo más posible es que sean malas. Salir de manera inesperada les hará saber que conocemos que están dentro.
- ¿Cómo hacemos?
- En el restaurante solo están los del evento, si el gerente le hace una llamada al que organizó esto puede ser que este avise de manera discreta a todos.
Asiente de manera enérgica, se va casi corriendo para avisarle al gerente. Sé que es el peor plan que he tenido, pero no puedo evitar sentir esa emoción de saber que algo sucederá.
No pasan ni diez minutos y todas las luces se apagan, sonrío mínimamente esperando que esto suceda. Quienes sean que hayan venido, saben que sin luz un humano promedio se vuelve tonto. Escucho unos pequeños impactos antes de empezar con otros de manera más repetida.
Esto merece más atención.
“La sorpresa” Narrador omnisciente Era una noche fría, acompañaba muy bien los planes que llevaría a cabo. El joven frente al espejo se miraba con confianza y seguridad, él tenía muy en claro cuál era su papel en esta historia; conocía cada detalle de esta. Tantos años observando desde la oscuridad más profunda, calculando todos sus pasos y accionando de la manera más correcta posible; el día había llegado. Se dio el gusto de vestir un lujoso traje que se ceñía perfecto a su trabajado cuerpo, una buena apariencia podría mostrar una mejor visión de la persona. Por experiencia propia, el joven sabía que lo primero que ve un humano es el físico, luego la personalidad. Los ojos contemplan el atractivo, y el corazón late por la personalidad. Porque mentir no era su fuerte cuando se trataba de ella. Sí, sí contempló su belleza; pero no sabía que sucedía con su corazón. La conocía, y a la vez no. Ella era tan discreta, muy poco predecible. Le gustó eso, no poder leerla solo por su porta
Narrador omnisciente La pequeña niña lloraba desconsoladamente a la par que agarraba fuertemente su tobillo, se había lastimado en el intento por huir. “¿No estaba cansada?” se preguntó, fracasó en el intento al no conseguir respuesta alguna. Ya se sentía acostumbrada a la misma rutina, los niños molestándola y ella escapando con pequeñas lágrimas rodando por su regordetas mejillas. Era su pan de cada día. La pequeña de ojos marrones llega como puede a un rincón que queda al lado de un gran árbol, necesitaba un descanso después de semejante incidente. Por el rabillo del ojo logra ver una sombra que intenta esconderse en la caseta que se encontraba cerca de ella. Asustada por el movimiento repentino intenta acallar sus sollozos, su instinto creía fi
“Sin respuestas” Afrodita El sonido de las balas impactar contra los vidrios crean un estruendo poco soportable para quien no está acostumbrado a este tipo de situaciones, para mi suerte yo conocía muy bien estos escenarios donde no sabías quién saldría vivo o muerto. Podría decir que me encontraba aterrorizada o que me moría por encontrar un lugar seguro para esconderme, pero eran mentiras y más mentiras. Camino lentamente hasta las escaleras que me dirigen a la zona VIP, desde ahí podría apreciar un vista envidiable desde el punto de alguien que no se encuentra bien mentalmente. “¿Soy una persona terrible al desear esto?” Empujo la pregunta muy detrás e intento ignorarla a más no poder. Puedo ver al viejo que atendí siendo arrastrado por un g
“La carta” Afrodita Un toqueteo en la puerta me quita de mi ensimismamiento, me levanto del sofá y me dirijo a la puerta. Con sumo cuidado la abro para encontrarme con el portero - Marcos -, me miraba con una sonrisa sincera, el cariño en sus ojos era claro. - Señorita, dejaron esto para usted. - Habla a la vez que me entrega un sobre amarillo con mi nombre completo en una esquina. - Oh, gracias por esto. - le recibo el sobre con una duda creciendo dentro mío. - ¿Quién era la persona que te entregó esto? - No me dijo su nombre, ni tampoco pude ver muy bien su cara. <
“Lindos ojos” Afrodita Me remuevo insegura en mi asiento, escucho ruido en el exterior pero evito echar un vistazo. Observo como varios hombres de negro se pasean por la casa que antes compartía con mis padres, uno de ellos que parece ser el cabecilla habla con un chico no mucho mayor que yo. Es alto y delgado, su cabello es castaño casi rubio y su piel es media bronceada. Sus mejillas sonrosadas me dan la sensación de que estuvo mucho tiempo bajo el sol, sus ojos son de dos colores diferentes; él intenta esconderlos cuando nota mi mirada en él. ¿Por qué? - Afrodita. - la voz grave del supuesto cabecilla me hace saltar en mi sitio. - Ven acá. Me
“El tatuaje” Afrodita Salgo del restaurante con una sonrisa en la cara, presenté mi renuncia y me la aceptaron sin rechistar. He supuesto que como mi vida tomará otro rumbo, el trabajar no será tan importante ni tampoco mi prioridad. Me siento más libre. Oigo unas fuertes pisadas detrás mío, camino con normalidad para no levantar sospechas al desconocido. Extraigo un pequeño espejo de mi cartera y la pongo frente a mi cara, simulo ver mis pestañas y me fijo en el cuerpo detrás mío. Es el mismo tipo que me siguió de venida para el restaurante, sonrío y me adentro a un bosque aledaño del parque por el que pasaba todas las noches de regreso a casa. Desacelero mis pasos y meneo las caderas al compás de mi caminar, pateo algunas roc
Capítulo 12 - “La ayuda”Say it to my face - Madison BeerAfroditaRecorro las calles hasta llegar a mi destino, un bar en condiciones poco favorables se me presenta enfrente. Acomodo bien mi chaqueta antes de entrar por completo al local, hay una mezcla de olores poco perceptibles, camino evitando cualquier tipo de sujeto que me ofrece una bebida hasta llegar donde la persona que menos pensé que buscaría en situaciones como estas.Me siento lentamente hasta quedar frente a él, observo su mirada seria y me es inevitable pensar cómo han cambiado las cosas. Un día ignoraba toda presencia humana, y ahora mismo estoy frente a una pidiendo ayuda.- H
3° RecuerdoAfroditaMe remuevo insegura en el sillón de la casa, hace mucho alguien no viene a casa a visitarnos. Observo como mi padre le habla a un chico mayor que yo, este parece desconfiado viendo alrededor hasta que su mirada choca con la mía, me encojo en mi asiento esperando que mi papá no se enoje por ser tan curiosa.- Afrodita, ven acá. - escucho la voz fuerte y dura de mi padre, automáticamente me paro del sillón hasta llegar a su costado. - ¿Ves a este chico? Será tu nuevo tutor de clases.- ¿No voy a regresar a la escuela?Mi padre me mira pidiendo que me cal