Él la levantó con cuidado del suelo depositándola sobre el sofá y se acomodó sobre ella emanando su calor corporal para mantenerla tibia, las manos buscaron su sexo mientras besaba sus labios, su cuello, sus pezones y seguía dejando un reguero de besos hacia su bajo vientre provocando que ella se retorciera pidiendo más.

— No te detengas amor, no te detengas… — Apenas musitó con un hilillo de voz encendida de deseo, al cabo que recorría el bien formado cuerpo de Vasil con sus manos ávidas por conocer toda su piel.

— Eres tan hermosa, tu piel huele delicioso, tu aroma me vuelve loco, no ha cambiado, hueles igual, hago lo posible por ir despacio amor…

— No te detengas, lo quiero todo, quiero todo de ti, quiero que me hagas tuya.

Él la acarició en la entrepierna mientras se humedecía cálidamente y a él se le hacía la boca agua por probar su fruto prohibido, siguió besando su bajo vientre hasta llegar a su sexo. La espalda de Helena se arqueó de excitación cuando él hizo maravillas con su