Pov Leina No entendía dónde estaba, qué era este lugar; parecía la casa de una de esas curanderas que viven a mitad de la nada. Escucho voces acercarse, la de dos mujeres y un hombre. La puerta se abre y entra primero la curandera y más atrás… —¿Mamá…? Di un paso adelante sonriendo; esta es la primera vez que la conozco más allá de las pinturas. Las lágrimas se acumulan en mis ojos, amenazando con caer. Ella se sienta al frente de la curandera, que comienza a examinarla. Mi padre está justo detrás, acariciando sus hombros para darle tranquilidad. —¿Y bien? Por favor, dígame qué es— un toque de preocupación tiñe su voz; mi padre también se ve ansioso. —No tengo buenas noticias; su vientre es demasiado débil para concebir y, aunque lo hiciera, hay dos probabilidades: —Una posibilidad es que el cachorro no soporte más de cuatro meses, y lo segundo es que tanto usted como el cachorro podrían no sobrevivir al parto. Mi madre se veía abatida, como si le hubiesen quitado la vida con
Pov Leina Sus brazos me rodearon para calmarme; yo solo puedo llorar sin parar. Quería a Bastian conmigo, quería que fueran sus brazos y no los de ella. —Pronto estarás de regreso con él, no te preocupes. Perdona si te he decepcionado; después de todo, soy tu hermana mayor. Su risa se sintió como algo reconfortante que se vertía en mi corazón. Me calmé; trataba por todos los medios de mantener la mente abierta. Ahora entiendo mi cambio por completo en aquella sede; todas las señales estaban ahí y yo simplemente las ignoré. —Todo está bien, ahora continuemos. Prometo que lo próximo que verás te va a gustar. Ella se aleja emocionada y vuelve a agitar su mano. Allí estaba mi padre, feliz, acariciando el vientre abultadito donde estaba yo. Su felicidad me sacaba una enorme sonrisa que no pude evitar contener. Me sequé las lágrimas mirando la escena; de esa misma forma, mi padre siempre me trató, con ese mismo amor. Realmente lo amo, demasiado. Él se retiró para ir a buscar algo
Pov Bastian Tampoco es fácil dejar pistas falsas a las últimas cuatro razas que quedan. Mantenerla alejada de todos es mi prioridad hasta que logre tomar el control del Reino por completo. Una vez que la presente como Reina, dejarán de perseguirla, a menos que quieran ir a la guerra contra nosotros, y por mucho van a perder. —¿Por qué ella?— decidí preguntar. —¿Por qué, de todas, me entregaste a tu hija?— indagué, algo pensativo. Conozco a la Diosa y sé que a veces suele ser tramposa. Todo tiene un precio para ella. —Porque mereces más de lo que no crees merecer, Bastian. Ella fue creada solo para ti, así que ten cuidado, porque es un tesoro muy valioso el que te entregué. A menos que no la quieras. Sentí a Thorin agitarse de rabia; yo mismo sentí aquel fuego capaz de aniquilar todo por esas simples palabras. Thorin avanzaba al frente, abriéndose paso entre todas las restricciones. Mis garras se alargaron y mis brazos comenzaron a llenarse de pelaje negro. —Ella es mía,
Pov Leina No podía quedarme aquí y esperar a que Bastian hiciera todo el trabajo por mí. La estrecha cueva en la que me encontraba estaba completamente a oscuras. Allá afuera parecía librarse una batalla feroz entre dos bestias. Cada rugido y aullido, mezclado con el de esa cosa, me hacían querer correr hasta allá. Ahora que sabía quién era, entendía más el peso que recaía sobre mí. No era una simple loba elegida; era la maldit4 hija de la mismísima Diosa. Podrían llamarme terca, testaruda y loca, todo lo que quieran, pero no era una cobarde. No iba a quedarme aquí como toda una princesa a esperar a mi caballero de reluciente armadura. Sabía pelear; estuve practicando durante bastante tiempo. Con ese pensamiento, me fui arrastrando hacia la salida que estaba sellada. Traté de empujar la piedra con fuerza para que se moviera, y lo hizo, pero no como yo quería. Con el corazón casi en la boca, retrocedí al ver varias garras querer entrar. Allí estaban de nuevo esos horribles chi
Pov Leina No era fácil para nada alejarse mientras la pelea me caía constantemente encima. Mi vestido estaba hecho jirones por arrastrarme tratando de esquivar a las dos enormes bestias que luchaban a muerte. —Ahhh…— grité cuando vi pasar aquellas garras oscuras a centímetros de mi cuerpo, y no eran las del Lycan precisamente. No sé si estaba alucinando o si estaba perdiendo la cabeza, pero juraría que el Lycan trataba de alejarlo de mí. Aunque la respuesta a eso era obvia: él me quería atrapar primero. Logré deslizarme hasta la zona despejada de las casitas, me levanté y corrí con las fuerzas que tenía en ese momento. Más atrás, el poderoso desastre de los cuerpos chocando contra las casas, persiguiéndome. Allí estaba el pantano; sombras pasaban sobre mi cabeza, y la luz de la luna era interrumpida por unos grandes murciélagos que ahora reconozco: son los del inmenso bosque. Dejé el control a Ava; por mucho, era más rápida y no había alternativa. Cuando sus patas tocaron la
Pov Leina Creí que esta sería la noche más especial de mi vida, que por fin conocería a mi loba como tanto deseé, pero nada de eso sucedió. Ahora solo escucho como mi padre, el ex beta de la manada, discute con el antiguo Alfa y su hijo, el Alfa actual; sobre mi expulsión. La manada al rededor se mantiene en silencio, las miradas con burla de las lobas que codiciaban mi lugar no se hacen esperar. —Ella es tu compañera Reiner, expulsarla sería dejarla sin protección, allá afuera hay demasiados renegados y bárbaros. —Yo necesito una compañera fuerte, una Luna que pueda ser capaz de proteger a su gente, su loba no despertó, por lo tanto, no le sirve ni a la manada ni a mí. Las palabras de mi compañero se clavan como un fuerte puñal en mi corazón. Las lágrimas quieren salir, pero no dejaré que ellos vean mi debilidad. —Reiner, por favor, es mi hija, piensa en estos dos años que tardaste esperándola. Apreté los puños de rabia, observando como mi padre se arrodilla ante él, s
Pov Leina Mi padre tomaba el manojo de llaves y metía una a una en la pequeña ranura de la puerta. Sus manos temblaban haciendo que se cayeran las llaves varias veces, volviendo a comenzar de cero. —Papá, dime qué es lo que pasa, ¿Reiner está bien? Pregunté aun pensando en el momento en que acepté su rechazo, parecía que a él lo estaba matando. —Está vivo, es todo lo que sé, pero su padre mandó a preparar un escenario para ti, serás ejecutada por intentar acabar con la vida del Alfa. En ese momento la cerradura resonó en el espacio frío, la reja se abrió con un chirrido y mi padre comenzó a arrastrarme hacia la salida. Las antorchas iluminan el pasillo, creando sombras en las celdas que permanecían vacías. Podía escuchar como las ratas se arrastraban en la oscuridad huyendo de nuestra presencia. Las paredes de piedra negra se cerraban sobre mí, haciéndome sentir asfixiada. —Papá, espera… —Escucha bien Leina, te ayudaré a llegar a la cascada, una vez que la cruces
Pov Leina Traté de alejarme de él hasta conseguir algo con que defenderme y fue cuando mis manos se toparon con una piedra. El lobo me mostró sus colmillos listos para saltarme encima. Esta era mi oportunidad. Tomé la piedra con fuerza y se la lancé, golpeándolo en la cabeza. Aproveché la oportunidad de su descuido para levantarme y correr con todas mis fuerzas. Escuché otros aullidos cerca. Más lobos renegados se acercaban. No podré salir de esto, me alcanzarán y luego… «Saldremos de esto, confía en mí, confía en ti, llega al río» Me detuve en seco casi cayendo al vacío, la tierra se desprendía bajo mis pies perdiéndose en el agua que corría a gran velocidad abajo. Varios gruñidos llamaron mi atención y me giré para verme rodeada de al menos unos ocho renegados. Comenzaron a avanzar hacia mí. Este es mi fin. —AHHGR— grité apretando mis dientes, caí de rodillas sin entender qué pasaba, el dolor de mi cuerpo era horrible y abrumador. Vi mis man