68 Atados en cuerpo y alma

Pov Bastian

Todo después de eso cayó en un silencio algo incómodo. No sabía qué decirle y Leina parece que tampoco quiere hablar.

Su olor poco a poco me fue calmando; sus suaves caricias en mi cabello también ayudaron.

Miro el agua de la tina y ya no sé si deberíamos volver a bañarnos o no.

Creo que prefiero dejarla con todo mi olor en ella y el suyo en mí.

Salí con cuidado de la tina y luego la sostuve para ayudarla. Tomé una toalla, secando con cuidado su cabello húmedo y luego su cuerpo.

Podía sentir las olas de calor que irradiaba su cuerpo, su olor golpeándome como un muro de concreto.

Mi soldado estaba de nuevo poniéndose firme mientras nos mirábamos el uno al otro, perdiéndonos en el deseo.

Me acerqué a ella para tomarla de la cintura y llevarla a la habitación; sus piernas se aferraron a mí con fuerza, toda su feminidad rozando mi falo que moría por hundirse en su interior.

Mi respiración se volvía cada vez más pesada, sus latidos eran acelerados y sus pupilas dilatad
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