Pov Leina Llegué a la tienda de mi tío y, al entrar, los tres pares de ojos voltearon a verme. ¡Qué vergüenza! No sé dónde meter la cara porque es más que obvio que se están dando cuenta de todo su olor en mí. —Solo dormimos —dije en un intento de defenderme, pero la cara de Sara me decía que estaba mintiendo. —Jajajaj… Leina, son compañeros, no debes sentirte avergonzada. Yo recuerdo muy bien que cuando conocí a Sara dejé mi olor en ella de tantas formas… Me tapé los oídos sin querer ser perturbada y me senté, moviendo la cabeza mientras mi tío hablaba de quién sabe qué, pero por la cara de tomate de Sara ya me imaginaba que era. Mi padre solo se reía en un sillón y, cuando lo vi mover la boca, salí corriendo de la tienda; no soportaría escuchar las perversiones que hizo con mi madre. Después de un rato, ya todo estaba recogido para irnos. Quería tener a mi familia cerca, pero ellos prefieren quedarse aquí y eso me tenía algo apagada. —Leina, hablemos unos minutos antes de q
Pov Naya Me estremecí con el comentario de Ava y toda la valentía de hace un momento se me fue. Me aparté de Bastian con la cara ardiendo de vergüenza. Sus ojos lobunos me miraban con ganas de devorarme completa y juro por la Diosa que si hubiese visto eso antes, yo mismo me arranco las bragas y… «Dejas que el colibrí te chupe todo el néctar JAJAJAJAJA…» ¡Ahhhh…! Mendiga loba. Salí corriendo para ir por mi caballo; me temblaban las manos y ni siquiera sé por qué. Siento que eso del colibrí me altera. Cuando llegué a nuestro punto de encuentro, todos apartaban la mirada al ver a Bastian acercarse con su ceño fruncido y sus ojos fijos en mí. ¡Oh no, ¿ahora qué hice?! Bajé la mirada a la gran carpa que se formaba en su pantalón y no pude evitar reírme sin importarme que la fiera venía hacia mí. —Vas a pagarme por esto, Leina —dice de forma frustrada, apretando los dientes, y pasa de largo para montarse en su caballo. —Nos dirigimos a la manada Luna Azul, muévanse —ord
Pov Leina Nos encontramos ahora en la oficina del Alfa. Bastian anda molesto y todos lo pueden ver, pero a mí me vale; no me iba a quedar en la cama cuando ya me sentía bien. —Mire aquí, mi señor; esta es la ruta que nos mandó nuestro informante. Ava gruñó en mi mente al escuchar a la mujer decir "mi señor", cuando claramente es mío y no de ella. Solo miraba cómo coqueteaba con mi hombre frente a mis narices, inclinándose sobre la mesa, que de por sí es pequeña, solo para mostrar un punto en el mapa que ya estaba marcado con un gran punto rojo. Sus pechos, más grandes que los míos, casi se salen de ese escote; rebotan con cada movimiento y busca cualquier oportunidad para rozar sus manos en él. Ava estaba furiosa; su pelaje brillaba con mucha intensidad y no dejaba de mostrar sus colmillos mirando a aquella mujer trepadora. Solo se aprovecha porque su maldito compañero no está aquí. Vi de reojo que los guerreros a mi lado se iban apartando con la cabeza baja. Estaba dejando sa
Pov Leina Miraba de forma impaciente la puerta, esperando a que se abriera y él entrara. Había pasado solo una hora, pero algo en mi pecho se agitaba de una forma que no me gustaba. Miraba las sombras en las esquinas donde no llegaba la luz del día, que ya daba los últimos rayos de sol. Me levanté de la cama inquieta, caminando de un lado a otro. Podía sentir a sus guerreros afuera y por los alrededores. —Tranquila, Leina, todo está bien— me dije a mí misma. —No lo creo— mis vellos se erizaron al escuchar la voz tan cerca. Saqué mis garras, listas para defenderme, pero en el momento en que me volteé, una aguja se clavó en mi cuello. El líquido entró en mi sistema y vi cómo Ava se desvanecía en mi mente. Una densa niebla oscura la engulló y sentí mi fuerza y poder abandonarme junto con ella. —¿Qué… qué me hiciste?— miré fijamente a la mujer que aún sostenía la jeringa de metal en sus manos; una gota escurrió de la punta, un líquido blanco y espeso. Me tambaleé hacia atrás; alg
Pov NarradorLa mujer se daba un baño de burbujas muy relajada, con una sonrisa de satisfacción por haberse deshecho de un estorbo.Cuando la vio llegar en los brazos de "su Rey", comenzó a maquinar cómo sacarla del camino y, pues… qué mejor oportunidad que enviando al Rey Bastian a algún lugar con su pareja, lejos de sus planesCon un suspiro, cerró los ojos sintiendo que todo iba viento en popa, sin darse cuenta de que, por la ventana de su bañera, una figura de casi tres metros de altura se acercaba a lo lejos.Tan inmersa estaba en cómo planear ahora un encuentro con el Rey que no escuchó el enlace mental de sus secuaces.Un fuerte rugido la hizo abrir los ojos de golpe, mirando cómo el cristal de la ventana se agrietaba.—¿Pero qué pasa?— envolvió una toalla en su cuerpo, bajando para saber qué era lo que sucedía.Vio que uno de sus hombres de confianza se acercaba apresurado; jamás lo había visto tan asustado en su vida.—Luna, la manada está bajo ataque, no sabemos quiénes son,
Pov LeinaEl traqueteo de las ruedas me tenía cansada. Todo estaba a oscuras, el aire ya comenzaba a faltarnos, me estaba ahogando y lo peor era que no podía hacer nada.Ya estaba recuperando el movimiento; aún sentía mis extremidades algo dormidas.Un salto brusco de la carreta nos detuvo. Escuché los pasos de los hombres y los murmullos.Nos pusimos en alerta al escuchar que abrían la caja. Cuando lo hicieron, casi todas nos abalanzamos para salir y tomar aire.—Parece que a las señoritas les faltaba el aire, no aguantan nada.—Son Omegas, Bran. Esas perras no aguantan una mierd4.Los hombres se reían mientras sacaban algo para fumar. Son unas escorias; debe ser que ellos no salieron de una mujer y seguramente de una Omega.—Toma a alguna de esas mujeres y también trae una para mí. Nos quedaremos aquí y ustedes pueden salir a hacer sus cosas, pero si se escapan…Bajamos de la caja una por una; dos de ellas me ayudaron a bajar. Vi al hombre alejarse con dos mujeres; por suerte, no to
Pov Bastian Miro el sol que sale por las montañas; no he dormido nada, ni siquiera me he sentado un minuto para descansar. Ahora entiendo por qué a ella no le gustaba esta manada; teníamos el mismo presentimiento. —Bastian, encontramos algo más; es mejor que vengas. Sigo a mi beta hasta el sótano, donde abre una puerta bien escondida. Al entrar, observo a al menos dos docenas de mujeres, todas con grilletes en sus manos, pies y cuello. Sus cuerpos son tan delgados que sus vestidos rotos y sucios apenas se sostienen sobre ellos. —Las tenían aquí para eso— señala las mesas con diferentes tipos de químicos y tubos de ensayo. —Una de ellas explicó que la Luna compraba las drogas en grandes cantidades para luego ser empaquetadas en pequeñas partes y distribuidas a varias manadas. Y no solo drogas, Bastian, también acónito. Me masajeo las sienes de tanto pensar. Esto se ha salido de control cada vez más; no sé qué es lo que pretende Guillermo, pero no es nada bueno. —Parece que la
Pov LeinaSoy arrastrada justo a la mansión principal; una sonrisa de triunfo se dibuja en mi rostro al saber que gané mi objetivo el primer día de estar aquí.La mujer va al frente, los tacones de sus botines pisando duro sobre el mármol pulido, el cabello todo desordenado y parte de su vestido roto.Pobre, debe ser muy caro, pero a mí me da igual. Ella se viste con glamour y las chicas de allá afuera, con vestidos todos rotos y sucios.Llega hasta una puerta doble de roble grueso, empujándola con fuerza; más atrás voy yo, siendo arrastrada como una muñeca de trapo.Me lanzan frente a un escritorio con intrincados detalles de oro. La madera pulida y brillante grita lujos por todos lados. No es para menos, eso es todo lo que he visto desde que fui arrastrada hasta aquí.—Madame Gazel, ¿qué significa esto?— pregunta una voz áspera, con un toque de indiferencia.—Esa mocosa casi me mata —grita histérica, moviéndose de un lado a otro—. Solo quería revisar a las niñas que tenía a su lado