Las instalaciones de in Premiere parecían un lugar abandonado, estaba sumido en un terrible silencio y soledad, y el saber que estaba bajo el poder del hacker de Jábico puso a Ana terriblemente nerviosa, se sintió observada mientras caminaba por la sala de espera y la recepción y apuró a Álvaro para que llegaran hasta las escaleras, ni siquiera quiso subir al ascensor. —Pienso que estás exagerando —le dijo él mientras subían las escaleras, pero Ana no quiso contestarle, temía incluso que el hombre pudiera escucharlos a través de las paredes. Álvaro se quedó en el piso en que estaba su oficina y Ana continuó hasta el último. Cuando subió vio a través de la ventana a Eduardo que sostenía una caja entre las manos y miraba por la ventana. Cuando Ana entró él le sonrió con tristeza. —¿Crees que regrese alguna vez aquí? —le preguntó él y Ana lo abrazó por la espalda, durante los últimos días se había unido tanto al hombre que no fue capaz de imaginarse no poder verlo a diario. —No lo sé
Ana arañó el suelo con fuerza, los ojos se le llenaron de lágrimas de la rabia tan cegadora que la invadió en aquel momento. Levantó la cabeza y vio a Álvaro recostado contra la puerta mientras el fuego comenzaba a expandirse, y Eduardo estaba acostado en el suelo tratando de respirar. Ana se arrastró hacia él y golpeó con el puño cerrado el vidrio endurecido de la puerta.—No hagas esto —le dijo al hombre, aún tenía el teléfono en el oído y lo escuchó reír.—La verdad dudé que las cosas me salieran tan bien —dijo el hombre —pero resultó bastante fácil hacerlos entrar a las habitaciones, como un par de borreguitos.—¡Dejalos ya! —le gritó Ana y golpeó el vidrio con fuerza.—Dejaré ir a uno, dime a quien vas a salvar, es una decisión fácil, o no tanto para ti —la voz de Alexandra le llegó a través del auricular.—Ya casi lo ubicamos, Ana, entretenlo —le dijo y ella cerró los ojos.—Fuiste tú el que manipuló todo, hiciste que la noticia saliera a nombre de Eduardo.—Dile cosas que lo ha
Cuando Ana había despertado en la camilla del hospital unas horas después, lo primero que sintió fue la mano de Eduardo apretando la suya, y le sonrió y ella le sonrió de vuelta, todo había salido bien. La noticia de la captura del hacker que había tenido a imprimiere en su poder le dio la vuelta al mundo nuevamente, el hombre había intentado huir y había sido abatido en el proceso, y cuando Ana le vio la cara en la imagen que ella misma publicó en SOLE sintió un escalofrío, era un hombre exageradamente delgado y pálido, con unas ojeras marcadas y una mirada profunda y dolida, era verdad que había perdido todo en la vida y cumplió la promesa de que le hizo a Ana, trató de vengarse hasta que su cuerpo expiró el último aliento. Ana no pudo entender como el alma puede llegar a envenenarse con tanto odio.Habían pasado varias semanas, Álvaro se había ido del país y la despedida le resultó a Ana más nostálgica de lo que hubiera podido imaginar.—Les deseo toda la felicidad que se merecen
Bueno, se ha acabado esta gran aventura y no tengo palabras para expresar lo que siento ahora, fueron tres grandes historias que me hicieron reír y sufrir hasta el último momento. El mundo que he creado no morirá aquí, pero Moira, Elisa y Ana encontraron su destino y lo saldaron, y no me queda más que agradecerles a ellas por haberme permitido ser su creador, por haberlas moldeado y haberlas hecho reales y humanas. La historia de Moira, La Alpha, no está en Buenovela, lamentablemente, pero anda por ahí jeje Quiero agradecer a mi hermana Diana, mi lectora número uno, que siempre ha estado a mi lado apoyándome incondicionalmente en cada nueva locura que comienzo a escribir y siempre exigiéndome más capítulos para ella leer. tú sabes que mi corta y a un pequeñita carrera de escritor se debe a ti, sin ti no habría encontrado este mundo que amo y que me llena por completo y lo sabes. Agradecer también a mi Editora, Lorena, por haberme dado la oportunidad de construir este maravilloso mu
— Mi nombre es Ana Avendaño, tengo veinte años y hace unos meses terminé mi carrera de comunicación social, nací en y crecí acá en la ciudad y sé que puedo dar lo mejor de mí para que este periódico sea la mejor versión de sí mismo — repetía una y otra vez tratando de memorizar cada línea. Nunca había estado tan cerca de poder conseguir el trabajo de sus sueños, y no podía permitir que los nervios la traicionaran, no en ese momento.Observó a las demás personas que competirían por el puesto y se sintió mucho más asustada. In Premiere era el periódico digital más leído en el mundo, era confiable, veraz, dispuesto a todo por informar a la sociedad y sacrificado de ser necesario; Su fundador y actual presidente, Eduardo Tcherassi, había ganado un Pulitzer junto a su hermana por descubrir y exhibir el tráfico de personas que tenía el programa CERBERO de los laboratorios Jábico, y Ana había fantaseado infinidad de veces con trabajar para ellos, incluso ganar uno ella también, por eso se ha
Ana se levantó temprano esa mañana, se duchó con el agua fría de su departamento y preparó el desayuno para ella y su hermana Luisa que se arreglaba para ir a la escuela.—Puedo hablar con Elisa valencia para que entres al periódico sin necesidad de competir —le dijo ella y Ana se rio mientras peinaba su cabello oscuro frente al espejo.—No digas tonterías, Luisa — solo te tomaste una foto con ella hace meses, ¿Crees que te hará caso? —su hermana asintió.—Gracias a que teníamos la primicia de su embarazo por esa foto comimos varios meses, ¿recuerdas? Ella misma me autorizó publicarla, es muy amable.—No lo dudo —le dijo Ana sentándose frente a ella —pero no podrás encontrarla así no más, es una mujer con millones de seguidores y esposa de uno de los hombres más ricos del mundo, mejor deja así, yo puedo hacerlo sola —su hermana frunció el ceño.—No es justo, te mereces ese puesto—Puede ser, pero es algo, pensé que ni había quedado. Hay que agradecer, aunque sea el periodo de prueba —
Ana llegó esa mañana de lunes más temprano de lo normal, tan temprano que el único que había en el edificio era el vigilante que le sonrió en cuanto la vio. Trapeó, llevó la ropa sucia y la trajo de nuevo limpia, la ordenó, respondió los comentarios con ímpetu y cuando terminó apenas era medio día.Llegó a la cafetería con paso decidido y, después de preguntar a la secretaria de Eduardo cómo le gustaba el café, le llevó un vaso grande, muy frio y dulce. Cuando asomó por las puertas del ascensor Álvaro estaba saliendo de la oficina del hombre y en cuanto la vio le sonrió, pero Ana no le devolvió la sonrisa, pasó de largo junto a él casi sin prestarle atención.—Vengo a traerle este café —le dijo a la secretaria que apenas la miró y asintió con la cabeza, pero antes de que Ana abriera la puerta se volvió hacia ella —lamento lo del viernes, no debí gritarte —la muchacha levantó la cabeza y le sonrió.—Tranquila, no importa, ya estoy acostumbrada —Ana quiso decirle algo, no estaba bien qu
Ana sabía perfectamente a donde debía ir y en qué momento, no en vano había pasado la mayor parte de su vida en aquel frio y solitario lugar.Llegó hasta la esquina del parque y se recostó disimulada mente en la cerca de madera que separaba el orfanato de la calle, y movió la tabla suelta por donde se escapaban las muchachas en las noches.En escalofrío le llenó la espalda, llevaba dos años sin entrar ahí, y el aura tétrica del lugar permanecía intacta. Corrió hasta la ventana de su vieja habitación. Si tenía suerte, las muchachas deberían de estar en ese momento en el almacén como de costumbre, así que cuando abrió el pestillo desde afuera y abrió la ventana la habitación estaba en la total penumbra. Ana entró con el corazón bombeándole contra el pecho, muchos recuerdos negativos se acumularon dentro de su cabeza.Corrió por el corredor muy pegada a la pared hasta que llegó a la pequeña ventana a nivel del suelo desde donde se podía ver hacia adentro y asomó la cabeza disimuladamente