MaeveDesperté sintiéndome especialmente incómoda esa mañana, consciente de que en pocas horas tendría que enfrentarme a una clase con el profesor Rogers. La idea no me agradaba para nada. Con un suspiro pesado, me arrastré fuera de la cama y fui directo al baño.El agua caliente me ayudó a despertar y a disipar un poco la ansiedad por la clase y el encuentro. Me vestí de manera automática, optando por algo cómodo pero presentable, y mientras me cepillaba los dientes, escuché la puerta de mi habitación abrirse.—Te juro por dios Luca... —comencé a decir, saliendo del baño con la boca llena de pasta dental, esperando ver a Luca con alguna de sus entradas sorpresa.Pero me callé de golpe al ver a Clau parada en la puerta, una mano en sus caderas, mostrando una expresión de fingida molestia.—Pasas mucho tiempo con ese chico, —me acusó con una sonrisa juguetona en los labios. —Nos sentimos abandonadas...Su tono melodramático y la falsa tristeza en sus ojos me robaron una sonrisa, hacién
MaeveLuca y yo pasamos el día en una especie de misión de espionaje, siguiendo al profesor Rogers a través del campus de la universidad.En realidad, aunque parecía una tarea seria, mi motivación principal era evitar a Kane por ahora. La marca del golpe que me había dado Rogers todavía estaba visible en mi piel, y no tenía ni idea de cómo reaccionaría Kane si la veía.Decidí no contarle nada hasta que tuviéramos más información, algo que justificara la inevitable tormenta que seguiría.Mientras observábamos al profesor entrar en el edificio de ciencias desde una distancia segura, me apoyé contra el muro del jardín, sintiendo el aburrimiento empezar a hacer mella en mi paciencia.—Nunca pensé que seguir a alguien pudiera ser tan increíblemente aburrido, —murmuré, bostezando exageradamente.Luca se giró hacia mí con una sonrisa torcida.—¿Qué esperabas? ¿Acrobacias y persecuciones en auto? Esto no es una película de acción, Eve, es la vida real.—Pues la vida real podría esforzarse un
KaneTumbado en la cama, sentía el calor suave de Maeve a mi lado.Su respiración, tranquila y regular, signo de que había caído rendida después de una tarde intensa, de hacerla mía una y otra vez, dejándome con una sensación de que eso nos unía aún más, si eso era posible. Pero mientras ella descansaba, un pensamiento me asaltaba."Ella me está mintiendo", la idea se clavaba en mi mente una y otra vez, y el dolor de saber que no confiaba completamente en mí me consumía por dentro.Con cuidado, para no despertarla, deslicé mi brazo de debajo de su cabeza y me senté en la cama. La observé un momento, mi corazón pesado por la mezcla de amor y la frustración de sentirme apartado de sus verdaderos problemas. Decidido, tomé mi teléfono de la mesita de noche y marqué un número familiar.—Necesito dos de nuestros mejores hombres, —dije directamente en cuanto Ada contestó, sin preámbulos.—¿Está todo bien? —la preocupación de Ada era evidente en su voz.—Sí, solo necesito que cuiden a Maeve,
MaeveLa emoción de una noche de chicas burbujeaba en mi interior mientras salíamos del apartamento, listas para despejar nuestras mentes de cualquier estrés o preocupación. Clau se había autoproclamado nuestra guía está noche.—Chicas, descubrí un lugar nuevo para ir a bailar que parece increíble, —canturreó ella mientras caminábamos hacia su auto.Sarah, desde el asiento del acompañante, puso una lista de reproducción, la música empezó a sonar, y no tardamos en cantar a coro, riendo y bromeando mientras las luces de la ciudad pasaban a nuestro lado.—Espero que tengan un buen DJ, —comenté, intentando superar el volumen de la música.—Mejor que tengan buenos tragos, —replicó Sarah, girándose para guiñarme un ojo.—Si, me dijeron que es uno de los mejores lugares, —dijo Clau tomando una salida de la ciudad, mientras aumentaba la velocidad del auto.En cuanto nos acercábamos a la discoteca, una sensación familiar comenzó a crecer dentro de mí. Las luces del lugar se hicieron visibles,
KaneEstaba en mi estudio, con papeles esparcidos por toda la mesa y varios monitores mostrando las distintas imágenes de las camaras de seguridad alrededor de la mansión.Ada estaba sentada frente a mí, su rostro iluminado por la luz azulada de su laptop, sus ojos escudriñando meticulosamente cada dato que surgía.—Es extraño, —comentó, frunciendo el ceño mientras se recostaba en la silla, levantando brevemente los ojos de su computadora portátil y mirándome directamente. —La nota que encontramos en Michael tenía huellas, casi como si el cazador estuviera buscando ser encontrado.Tomé un sorbo de mi café, que ya había perdido calor, y apoyé mis codos en el escritorio, entrelazando mis dedos mientras reflexionaba sobre sus palabras. Las sombras jugaban a través de las expresiones de Ada, dándole un aspecto casi etéreo en la penumbra de la habitación.—¿Qué sugieres? ¿Una trampa? —pregunté, la idea revolviendo una mezcla de precaución y curiosidad dentro de mí.—Podría ser, —dijo con u
MaeveDespués de despedirme de Clau y Sarah que se dirigían a sus cuartos de la universidad, entré a mi casa esperando encontrarme con la calma habitual de mi hogar.Pero, apenas puse un pie en la sala, un sonido interrumpió el silencio: una risita sutil, pero claramente audible. Me detuve en seco, el corazón palpitando con fuerza mientras trataba de averiguar de dónde venía ese sonido.El shock se apoderó de mí cuando vi al profesor Rogers salir de la habitación de invitados, vistiendo solo bóxers, con una sonrisa cínica en su rostro.—¿Qué mierda? —grité, incapaz de ocultar mi horror y sorpresa.—Maeve, —respondió mi madre saliendo detrás de él, apenas vestida en ropa interior. Su tono intentaba ser calmante, pero solo conseguía irritarme más. —Somos adultos, solo nos divertíamos...La situación era surrealista. Mi propia madre, y el profesor Rogers, en un estado tan comprometedor... y en mi casa.—No es como si tú no hicieras estás cosas también... —añadió él con maldad, sus ojos c
MaeveEn un instante, el profesor Rogers cerró la distancia entre nosotros con una velocidad que desmentía su apariencia humana.No tuve tiempo de reaccionar antes de que sus dedos estuvieran alrededor de mi cuello, apretando con una fuerza que me hizo jadear por aire. Su rostro estaba a centímetros del mío, sus ojos llenos de una frialdad y furia que me helaban la sangre.—Lo perderás todo, solo me tendrás a mí y a los cazadores, tu estúpido novio no querrá saber nada de ti... —gruñó, su aliento caliente chocando contra mi cara.La adrenalina disparó a través de mis venas, y con un movimiento rápido y desesperado, aparté su mano de mi cuello.Sin pensar en las consecuencias, cerré mis dedos en un puño y golpeé su cara con toda la fuerza que pude reunir.El impacto resonó con un crujido sordo, y un dolor agudo estalló en mi mano. Grité, más por la sorpresa del dolor que por la ira, sintiendo que algo en mi mano cedía, posiblemente una fractura.Rogers retrocedió un paso, su rostro mos
KaneCuando entré a la habitación, la escena ante mis ojos me hizo arder en un fuego de rabia y desesperación.Maeve, pálida y débil, estaba colapsando en los brazos de Luca, que parecía estar consumido por la sed de sangre que a veces nos domina. Sin pensar, reaccioné impulsado por el instinto protector que siempre sentí hacia ella.Con un empujón violento y preciso, lo aparté de ella.Maeve, sin fuerzas para sostenerse, cayó al suelo con un golpe sordo que resonó como un trueno en mi corazón.Inmediatamente, mi atención se centró en Luca, quien, aún con los colmillos expuestos y los ojos rojos del vampiro en plena caza, me miraba desafiante.Sin una palabra, comencé a golpearlo, tenía que hacerlo entrar en razón. Cada golpe era un grito silencioso, pidiéndole que luchara contra la bestia que todos llevamos dentro.—¡Luca, contrólate! —grité mientras nuestros golpes resonaban en el espacio cerrado de la habitación. —¡No la lastimes, no a ella!Superado por la ira y la confusión, inte