MaeveEl chico inclinó su cabeza hacia mí, su nariz rozando la delicada piel de mi cuello. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, tanto por el frío del aire nocturno como por el miedo que me envolvía. Su aliento, caliente y pesado, soplaba contra mi piel mientras inhalaba profundamente.—Hueles tan bien, —murmuró con una voz suave y peligrosamente amenazante. —No he podido olvidar tu olor desde la fiesta.Intenté zafarme, pero su agarre solo se apretó con más fuerza, sus dedos presionando hasta el punto de dolor en mi brazo. La proximidad forzada y su control físico eran abrumadores y estaba nauseabunda.—Tuve que contentarme con la otra chica, —continuó, su tono casi melancólico pero con un filo oscuro. —Ella llevaba tu olor... aunque no cumplía con la promesa del sabor que tú prometías.El horror y la repulsión me invadieron mientras las implicaciones de sus palabras se hacían claras.Dani había sido un sustituto, un medio para llegar a mí, y la culpa y la rabia se entrelazaron dentro
KaneLa puerta de mi apartamento se cerró con un clic suave detrás de mí, un sonido que marcó el fin de la noche de una manera mucho menos grata de lo que habría querido.El eco de ese clic resonó en el espacio vacío, mezclándose con el zumbido tenso de mis pensamientos. La imagen de aquel chico, con sus manos y sus labios sobre Maeve, seguía grabada en mi mente, provocando que mi cuerpo aún temblabara con una mezcla de adrenalina y rabia.Sin pensarlo, arranqué la ropa que llevaba puesta, como si con eso pudiera arrancar también los recuerdos de la noche. Todo fue a parar en una bolsa negra, encerrando también mis emociones desbordadas.Con movimientos mecánicos, saqué mi teléfono y marqué el número de Ada. Ella respondió al segundo tono, su voz cargada con un tono juguetón y seductor que en otro momento podría haber tolerado mejor.—Espero que la llamada sea para invitarme a cenar, te he estado trabajando mucho para ti... —sus palabras flotaban en un intento de seducción que encontr
KaneMaeve repitió las reglas del juego con una mezcla de seriedad y un brillo travieso en sus ojos.Mientras se alejaba ligeramente, su peso se apoyó en sus brazos, y luego, con un movimiento sensual y rápido, se incorporó sobre mi regazo, haciéndome consciente de cada punto de contacto entre nuestros cuerpos.—Regla uno, no puedes soltarte, —murmuró, su voz un susurro bajo y seductor. Pero su expresión cambió ligeramente, un pensamiento cruzando su mente. —O sea, si sé que puedes hacerlo, solo te pido que no lo hagas, ¿sí?—Lo prometo, ángel. —Asentí, mi garganta seca, mientras me comprometía a quedarme atado con la precaria corbata.Maeve, al ver mi acuerdo, sonrió satisfecha y se reacomodó sobre mí. Su abrigo aún la cubría, pero la forma en que comenzó a bajar lentamente el cierre, me hacía arrepentirme de la promesa que le había hecho.—Regla dos, —continuó, mientras su mano seguía bajando el cierre, cada movimiento deliberado y tentadoramente lento, —debes responder con total ho
MaeveLas respuestas de Kane, cada una cargada de sinceridad y peligro, dejaban claro que había capas en él que aún no había explorado completamente.Sin embargo, por el momento, había decidido no indagar más. No ahora, no cuando me encontraba en una posición un poco comprometedora.Me había manejado con una facilidad exquisita, dejándome apoyada en mis rodillas y manos sobre la cama mientras él se acomodado detrás de mí, tomándome con una intensidad abrumadora.Levantó la mano y la golpeó contra la parte posterior de mi muslo, haciéndome jadear.Apenas tuve tiempo de recuperarme antes de que lo hiciera de nuevo, más fuerte esta vez mientras me penetraba con movimientos constantes. El calor ardía entre mis muslos y se me escapó un gemido de placer.Su palma golpeó mi trasero y gemí cuando agarré la parte de atrás de su cuello, arrastrándolo hacia abajo y girando mi cabeza para encontrar sus labios.Antes de que lo lograra, dejó caer su boca a mi oído, arrastrando sus dientes a lo larg
KaneMe desperté temprano, justo cuando los primeros rayos del sol empezaban a entrar por la ventana.Maeve seguía dormida, acurrucada entre las sábanas, y la verdad es que me costó decidirme a salir de la cama. Suspiré antes de levantarme, y le dejé un beso en la mejilla, su piel estaba suave y fresca.Me quedé un momento parado al pie de la cama, observándola. Se veía tan tranquila y hermosa que me hubiera gustado quedarme ahí mirándola todo el día, pero sabía que tenía cosas que hacer. Con un poco de desgana, me vestí rápido con lo primero que encontré y me fui directo a la cocina.Encontré mi teléfono y vi que Ada había mandado un mensaje diciendo que ya había arreglado lo de anoche, le respondí con un simple "ok". Dejé el teléfono a un lado y me puse a hacer café.Quería hacer algo especial para Maeve, algo que le sacara una sonrisa cuando se despertara. Me decidí por preparar unos panqueques. Empecé a batir la mezcla mientras el olor a café llenaba la cocina.Mientras la mezcla
KaneMaeve había salido por la puerta hace apenas unos minutos y ya sentía un vacío.Estaba feliz de que la sorpresa que le había dado, a parte del desayuno, la hiciera tan feliz. Cuando le entregué una copia de la llave de mi apartamento, chilló como una niña y su sonrisa iluminó mi mundo.Además, el hecho de que hoy no tuviera que ir a dar clases en la universidad parecía irrelevante ahora; había decidido que después de nuestra conversación de esta noche, dejaría todo para estar con ella.Realmente, no necesitaba ese trabajo. Era simplemente una cobertura para infiltrarme en la universidad que, se suponía, me daría pistas para mi misión.El sonido insistente de mi teléfono en la cocina rompió el hilo de mis pensamientos.Me arrastré desde el balcón, sintiendo cada paso como si llevara plomo en los pies, y con un suspiro pesado, atendí la llamada.—Hemos encontrado algo —la voz de Ada sonaba urgente y llena de una energía que ahora me resultaba ajena. —Están operando en un pub clande
Maeve—Pero vamos, Maeve, dinos la verdad. Esto es más que solo una cena, ¿cierto? —insistió Clau, su voz baja pero intensa, mientras me pasaba un café que sabía que no había pedido pero que agradecía infinitamente.—Vamos, cuéntanos todo, cómo te lo pidió, ¿fue romántico? —Sarah rió bajo, tomando su vaso con ambas manos.Sentí cómo mis mejillas se calentaban, no solo por el recuerdo de Kane acercándose a mí con esa sonrisa que podía derretir el corazón más frío, sino también por la nostalgia punzante de Dani."Dani habría hecho un chiste ahora," pensé, tragando el nudo en mi garganta.Clau me alcanzó la mano sobre mi pierna, de seguro dándose cuenta a dónde se habían ido mis pensamientos.—Está bien amar y reír, Eve. Dani habría querido eso para ti.—Exactamente. Y además, tienes que contarnos si el profesor Knight tiene un lado tan oscuro como intrigante. —Sarah asintió, apoyando su mano sobre la de Clau.—Gracias, chicas, —murmuré, sintiéndome verdaderamente agradecida por tenerlas
MaeveLlegué al restaurante, un lugar bañado en luz suave y música de fondo que acariciaba los sentidos. La recepcionista me miró expectante cuando me detuve ante ella.—¿Tiene reserva? —preguntó con una voz que sonaba casi demasiado profesional.Me quedé en blanco por un momento, recordando que Kane no me había mencionado nada específico.—Uh, está a nombre de Kane Knight, —dije, sintiéndome un poco fuera de lugar.Ella me examinó brevemente, su mirada deslizándose de mi cabeza a mis pies antes de esbozar una sonrisa un poco tensa y asentir.—Por supuesto, sígame por favor, —dijo, girando sobre sus tacones con eficiencia.Caminamos por entre mesas elegantemente vestidas y parejas sumidas en conversaciones bajas. El ambiente era íntimo, casi demasiado, para mi nerviosismo creciente.Llegamos a una mesa aislada, con una vista impresionante de la ciudad a través de grandes ventanales. Me senté, agradeciendo el suave tacto del mantel bajo mis dedos, intentando disipar la tensión de mis h