MaeveLa llegada de los policías hizo que la atmósfera ya cargada se volviera más real.Mientras colocaban las cintas amarillas alrededor de la escena del crimen, sentí cómo la realidad de lo ocurrido me golpeaba con fuerza brutal. Nos apartaron a un lado, donde los oficiales comenzaron a interrogarnos uno por uno.Estaba completamente devastada; la sensación de pérdida me envolvía tan fuertemente que mis piernas apenas podían sostenerme. Cada respiración era un esfuerzo, y cada parpadeo me recordaba que Dani ya no estaría con nosotros.Miré a mis amigas, quienes, extrañamente, parecían mucho más calmadas que yo. Sabía que Kane tenía algo que ver con eso. No entendía cómo lo había hecho, pero algo en sus palabras había calado hondo en ellas, modificando su comportamiento de una manera que me resultaba profundamente inquietante.Cuando llegó el momento de hablar sobre la noche anterior, Sarah parecía perdida, sus ojos fijos en el oficial como si luchara por recordar lo que debía decir.
MaeveEl velorio de Dani fue un calvario que ninguna de nosotras estaba preparada para enfrentar.Su madre, consumida por el dolor, se desplomaba sobre el ataúd de su hija menor, sollozando y gritando en un desgarro que resonaba a través de la sala.Dani era la más pequeña de tres hijos, y la tragedia de perderla así había dejado a su madre en un estado de desesperación que ninguno podíamos imaginar.Cuando Clau, Sarah y yo nos acercamos intentando ofrecer consuelo, la reacción fue de furia y dolor.—¡Esto es su culpa! ¡Ustedes niñas malcriadas la sacaban de fiesta en fiesta! —nos gritó, con una ira y tristeza que sólo el amor de una madre puede engendrar.Su hijo mayor, tratando de mantener la compostura, tuvo que sostenerla para evitar que se nos atacara físicamente.Nos retiramos y nos mantuvimos a distancia, permitiéndole vivir su dolor sin que nos viera. Mientras ella continuaba su lamento, el hermano mayor de Dani se acercó a nosotras con una expresión apesadumbrada.—Pido discu
Maeve—Lo más difícil de todo, es saber que no estará aquí el día de la graduación... —se lamentaba Sarah, su voz quebrándose en las últimas palabras.Sus lágrimas caían silenciosamente mientras tomaba un trago de su copa, el licor brillando bajo la luz de la sala como lágrimas doradas.Habíamos decidido despedirnos de Dani de la manera en que a ella le hubiera gustado estar con nosotras: bebiendo y recordando los buenos tiempos.Cada sorbo era un brindis silencioso por su vida, por los momentos que compartimos, por las risas que resonaban en nuestras memorias como ecos de un pasado que ahora nos parecía demasiado lejano.La sala estaba envuelta en una quietud rota sólo por el ocasional sonido de sorbos y sollozos suaves.Clau, normalmente la más fuerte de nosotras, se mantuvo en silencio, su mirada fija en la pequeña foto de Dani que habíamos colocado en el centro de la mesa, rodeada de flores blancas.—Ella habría querido que nos riéramos, que contáramos sus historias con nosotras..
MaeveEl chico inclinó su cabeza hacia mí, su nariz rozando la delicada piel de mi cuello. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, tanto por el frío del aire nocturno como por el miedo que me envolvía. Su aliento, caliente y pesado, soplaba contra mi piel mientras inhalaba profundamente.—Hueles tan bien, —murmuró con una voz suave y peligrosamente amenazante. —No he podido olvidar tu olor desde la fiesta.Intenté zafarme, pero su agarre solo se apretó con más fuerza, sus dedos presionando hasta el punto de dolor en mi brazo. La proximidad forzada y su control físico eran abrumadores y estaba nauseabunda.—Tuve que contentarme con la otra chica, —continuó, su tono casi melancólico pero con un filo oscuro. —Ella llevaba tu olor... aunque no cumplía con la promesa del sabor que tú prometías.El horror y la repulsión me invadieron mientras las implicaciones de sus palabras se hacían claras.Dani había sido un sustituto, un medio para llegar a mí, y la culpa y la rabia se entrelazaron dentro
KaneLa puerta de mi apartamento se cerró con un clic suave detrás de mí, un sonido que marcó el fin de la noche de una manera mucho menos grata de lo que habría querido.El eco de ese clic resonó en el espacio vacío, mezclándose con el zumbido tenso de mis pensamientos. La imagen de aquel chico, con sus manos y sus labios sobre Maeve, seguía grabada en mi mente, provocando que mi cuerpo aún temblabara con una mezcla de adrenalina y rabia.Sin pensarlo, arranqué la ropa que llevaba puesta, como si con eso pudiera arrancar también los recuerdos de la noche. Todo fue a parar en una bolsa negra, encerrando también mis emociones desbordadas.Con movimientos mecánicos, saqué mi teléfono y marqué el número de Ada. Ella respondió al segundo tono, su voz cargada con un tono juguetón y seductor que en otro momento podría haber tolerado mejor.—Espero que la llamada sea para invitarme a cenar, te he estado trabajando mucho para ti... —sus palabras flotaban en un intento de seducción que encontr
KaneMaeve repitió las reglas del juego con una mezcla de seriedad y un brillo travieso en sus ojos.Mientras se alejaba ligeramente, su peso se apoyó en sus brazos, y luego, con un movimiento sensual y rápido, se incorporó sobre mi regazo, haciéndome consciente de cada punto de contacto entre nuestros cuerpos.—Regla uno, no puedes soltarte, —murmuró, su voz un susurro bajo y seductor. Pero su expresión cambió ligeramente, un pensamiento cruzando su mente. —O sea, si sé que puedes hacerlo, solo te pido que no lo hagas, ¿sí?—Lo prometo, ángel. —Asentí, mi garganta seca, mientras me comprometía a quedarme atado con la precaria corbata.Maeve, al ver mi acuerdo, sonrió satisfecha y se reacomodó sobre mí. Su abrigo aún la cubría, pero la forma en que comenzó a bajar lentamente el cierre, me hacía arrepentirme de la promesa que le había hecho.—Regla dos, —continuó, mientras su mano seguía bajando el cierre, cada movimiento deliberado y tentadoramente lento, —debes responder con total ho
MaeveLas respuestas de Kane, cada una cargada de sinceridad y peligro, dejaban claro que había capas en él que aún no había explorado completamente.Sin embargo, por el momento, había decidido no indagar más. No ahora, no cuando me encontraba en una posición un poco comprometedora.Me había manejado con una facilidad exquisita, dejándome apoyada en mis rodillas y manos sobre la cama mientras él se acomodado detrás de mí, tomándome con una intensidad abrumadora.Levantó la mano y la golpeó contra la parte posterior de mi muslo, haciéndome jadear.Apenas tuve tiempo de recuperarme antes de que lo hiciera de nuevo, más fuerte esta vez mientras me penetraba con movimientos constantes. El calor ardía entre mis muslos y se me escapó un gemido de placer.Su palma golpeó mi trasero y gemí cuando agarré la parte de atrás de su cuello, arrastrándolo hacia abajo y girando mi cabeza para encontrar sus labios.Antes de que lo lograra, dejó caer su boca a mi oído, arrastrando sus dientes a lo larg
KaneMe desperté temprano, justo cuando los primeros rayos del sol empezaban a entrar por la ventana.Maeve seguía dormida, acurrucada entre las sábanas, y la verdad es que me costó decidirme a salir de la cama. Suspiré antes de levantarme, y le dejé un beso en la mejilla, su piel estaba suave y fresca.Me quedé un momento parado al pie de la cama, observándola. Se veía tan tranquila y hermosa que me hubiera gustado quedarme ahí mirándola todo el día, pero sabía que tenía cosas que hacer. Con un poco de desgana, me vestí rápido con lo primero que encontré y me fui directo a la cocina.Encontré mi teléfono y vi que Ada había mandado un mensaje diciendo que ya había arreglado lo de anoche, le respondí con un simple "ok". Dejé el teléfono a un lado y me puse a hacer café.Quería hacer algo especial para Maeve, algo que le sacara una sonrisa cuando se despertara. Me decidí por preparar unos panqueques. Empecé a batir la mezcla mientras el olor a café llenaba la cocina.Mientras la mezcla