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Clara siguió el consejo que le dio Dixon y dejó que ellos dos durmieran en la casa adyacente a la de ella. Aun cuando los dos deseaban dormir con su mate era mejor que Ethan estuviera vigilado, al menos esa noche. El instinto masculino era bastante traicionero y no querían arriesgar la vida de ningún miembro de la manada y mucho menos del cachorro. Y al parecer funcionó.

Ethan amaneció al otro día más relajado. Se notaba en su mirada, en sus feromonas, en la forma en que estaba parado y analizaba todo a su alrededor.

-Impresionante- el lobo escuchó una voz a su lado y bajó la cabeza encontrando los dos orbes rojizos de Fenrir fijo en él, más precisamente en su cabello dorado que se ondeaba por la brisa mañanera.

-¿Qué ocurre?- el lobo estaba aún un poco renuente y su cuerpo estaba tenso.

No sentía el mismo impulso de antes de atacarlo, pero tampoco de ser tan familiar como lo había visto siendo con su hermano.

-Tu cabello. Es Wao- la boca del cachorro no podía sentarse- El cabello de
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