El Jet de Anthony se movía a miles de metros de altura, mientras el dueño trabajaba sentado en una de las confortables sillas, con una copa de licor que dejó sobre la superficie, a un lado de su ordenador. Nadie debía interrumpirlo cuando estaba con ese gesto en el rostro. Era una ley no impuesta vocalmente, pero sí seguida como un mandato de los Dioses. Ley que por supuesto, su esposa no iba a cumplir. Llevaba un plato de comida para él y así cómo Anthony la obligaba a comer sus tres comidas diarias, ella también lo hacía alimentarse como era debido. Le cerró el computador ante la atenta mirada de sus hombres a cierta distancia, y le sonrió como bonus. Con esa dulzura instalada en su rostro apuntó la comida. —Aliméntate. —usó un tenedor para comenzar a comer lo suyo. —La inteligencia se va cuando el cuerpo no está bien cuidado, Liebling. —Lo dices cuando te conviene. No cuando te hago comer. —señaló su esposo tomando el tenedor para acompañarla. —¿No estabas durmiendo? Dijiste
—¿Ya lo viste? —cuestionó Helena a Kael cuando lo encontró en su oficina al fin. —Si esto no nos ayuda a obtener la orden que necesitabas, no sé qué querrá el juez. —Si hablas de la grabación de Braulio Crown, los análisis podrían arrojar una edición mal intencionada, y la familia no tardará en lograr desacreditarla. —abrió su caja fuerte. —He aprendido a no subestimar a esa familia y esto solo creó una oportunidad de no más de dos horas para conseguirla. —Ya la conseguiste. —dedujo ella. —Hice algo mejor. Si no aprovecho las brechas de tiempo no tendré nada de ellos. —expuso guardando el collar que receloso mantenía solo para él. Por más que buscó, no encontró su origen en ninguno de sus contactos. Nadie tenía idea de quien la hizo. Al parecer fue un fantasma quien lo atacó, aunque sabía de sobra que no era así. Casi lo asesinó. Claro que existía. Pero no daba con ella. Porque claramente era una mujer. —Oye, hablando de tus credenciales… —Revisa si el correo ya llegó. —la
Génesis se veía cansada del viaje y al verla de ese modo Anthony la dirigió a su alcoba en donde la despojó de su ropa y zapatos para dejarla sobre la cama. —¿Estarás aquí por la mañana? —murmuró sobre su cuello. Él movió la cabeza y ella se abrazó más a su torso. —Es mejor que no te muevas tanto. —le hizo ver. —Mis ganas por tí no se van, Florence. No me hagas faltar a mi promesa de cuidarte. Ella rió y este la besó dejándola recuperar energía. Sabía que había algo muy efectivo para todo. Y era descansar lo necesario. Para la mañana los diarios estaban inundados con titulares que hundían un apellido, diferente al que tan solo horas antes se mencionaba.La cara de Ever se puso pálida totalmente. Génesis sonrió al ver el primer diario y Anthony no pudo esconder la sorpresa en sus gestos cuando vio lo que ahí había. —Va a querer matarme cuando sepa que fui yo. —le dijo Carol al ver que la noticia era internacional y los Pembroke tenían una soga que tiraba y amenazaba con dejarlos e
—¿Quién se casa a solo meses de haber quedado viuda? —cuestionó Bellucci. —A alguien no le gusta mucho la soltería, al parecer. —Los millonarios hacen eso todo el tiempo. —dijo Helena con los pies juntos en su silla. —Es una estrategia para que sus fortunas no se reduzcan o cosas así. —Pues que idiotas. —Hawk le quitaba las cáscaras a sus pistachos para agruparlos, mientras esperaban a su jefe. —Solo a ellos les puede agradar un matrimonio arreglado. —Es funcional. —agregó Helena. —Imagina que te casas con alguien que apenas conoces por obligación. Solo es una transacción de intereses. La odias. Te odia. Pero al ver esa faceta ya sabes todo lo malo de ella. Poco a poco conoces más de su vida hasta que inevitablemente ves que tienen cosas en común y te gusta. —señaló en un suspiro. —Prefiero que me casen así porque ya me cansé de buscar por mi cuenta. —Casarse por intereses es estúpido y nadie me quitará esa idea. —contrarió Bellucci. —¿Y eso les quita responsabilidades? —abrió la
Subestimar no era una idea cuando se trataba de hombres preparados para acabar con vidas, no ver como otros acababan con la suya. Entonces, con un último esfuerzo, Kael giró su cuerpo. Sus piernas envolvieron la cintura del asesino, y ambos cayeron al suelo con un estruendo sordo. Kael mantuvo su agarre, apretando la garganta del Monegasco con todas sus fuerzas. El mundo se redujo a esa lucha desesperada, a la respiración entrecortada y al pulso de la sangre en sus oídos.Helena apartó la mirada. ¿Quién saldría victorioso? La sala de interrogatorios se convirtió en un abismo oscuro donde la moralidad y la supervivencia se enfrentaban en una batalla sin cuartel.Y entonces, con un último estertor, Eleazar dejó de luchar. Kael soltó su cuello, jadeando y poniéndose de pie con varias fracturas en todo el cuerpo. Escupió la sangre de su boca. Y gruñó de dolor. La victoria era suya, pero a un costo alto. El asesino yacía inmóvil en el suelo, recuperándose. La sala quedó en silencio. Kael
El laboratorio estaba sumido en una penumbra inquietante. Las luces parpadeaban, arrojando sombras danzantes sobre las paredes de acero inoxidable. El aire olía a desinfectante y a algo más siniestro, como si los secretos del lugar se filtraran por las rendijas de las tuberías.Anthony apretó los puños, sintiendo la presión en su cabeza aumentar con cada paso que daba junto a la camilla. Génesis yacía allí, inerte, su piel pálida contrastando con el frío metal. La sangre seca en su nariz formaba una costra oscura, y su respiración apenas era perceptible. ¿Cómo había llegado a esto? Hacía apenas unas horas, estaban juntos, riendo, compartiendo ideas para su objetivo. Ella comía su comida favorita. Hablaba tranquila o eso le pareció. Ahora, ella estaba al borde de la muerte. Con el pulso apenas imperceptible. —¿Qué le sucede? —exigió Anthony, con su voz ronca y desesperada. Gálata siempre tenía respuestas. Pero esta vez, no había ninguna. Lo vio como si le pesara hablar, por lo que pus
Uno de los gemelos Blackwood estaba consolando a Kiara, mientras casi una hora más tarde, Bastian Blackwood apareció junto a su hijo y otro sujeto que arrastraban con ellos. —Mantén a mi hija con vida y la tuya está asegurada. —lo empujó hacia Gálata. —Tú encárgate de conseguir una cura, él de mantenerla con vida sin exponerla a tantas reanimaciones.—Señor, por favor. No sé ni a qué me enfrento. —trató de hablar el sujeto, pero en un segundo tenía un cañón contra su cuello. —Te enfrentas a un padre que no va a perder a una hija porque tú harás un buen trabajo. —dijo con una fuerza desmedida en su nuca. —Te enfrentas a la opción de preservar la vida de mi hija, porque si no, la tuya acaba ahora mismo, ¿entiendes? El hombre asintió. Fallar no era una opción cuando se vio rodeado de todas las personas que lo veían con total atención. Gálata pidió a uno de sus colaboradores para que lo llevaran con Génesis y le brindaran todo lo necesario.—Las píldoras tienen una sustancia degenerati
—Te dije que solo era cuestión de dejarme hacer las cosas a mi manera —planteó Nevin hacia La Sombra—. Mantener tu palabra asegura éxito conmigo.Ella, sonriente y extasiada por la noticia celebró internamente al saber que al fin una llamada era para recibir buenas noticias. —Por primera vez veo que algo funciona —suspiró ella, viendo a su futuro esposo en la joyería—. Quiero que inmortalicemos ese instante. Grábalo. Necesito ver que esos malnacidos se matan entre ellos. Recordarlo cada vez que desayune. Mientras ellos son la comida de los gusanos, yo disfruto de la vida.—Ya tengo a alguien que lo haga —el químico se dio la vuelta—. Iré con mi esposa a casa, mientras Carsten se encarga de traer a Johan.Dominique recordó que Brisa estaba bien con él. Si las cosas salían bien entre ellos, la vida para su hija sería más llevadera. Estar casada no era un infierno como se decía. Para una mujer inteligente, sacar ventaja era cosa fácil, y solo le faltaba una reunión con ella para hacerle