Envuelto en la neblina del sueño, Anthony se removió, sus sentidos lentamente emergiendo de las profundidades del descanso forzado. La realidad se filtró a través de la bruma, y él parpadeó para aclimatarse a la luz tenue que ahora parecía demasiado brillante. No es la tarde de cuando cerró los ojos. Era…una nueva mañana. Sintió un peso suave en su mano y al mirar hacia abajo, encontró los dedos de ella entrelazados con los suyos. La sorpresa se dibujó en su rostro, seguida por una sonrisa cansada pero genuina. —¿Cuánto tiempo estuve fuera? —pregunta con una voz ronca por el sueño. Ella no despertaba. No se movió y Anthony no entendió cómo pudo dormir casi sobre él. Pero lo comprendió todo al notar el agarre tan fuerte que tenía él sobre Génesis. La fue liberando poco a poco hasta que tuvo acariciar la zona en la que sus dedos marcados muestran que pudo haberle roto los dedos. ¿Por qué no lo despertó o se liberó? Poseía la capacidad de hacerlo. Pero prefirió dormirse senta
—Según el korol, esto está estrechamente relacionado con “La Corporación”, —explicó Leonardo. —Hay algo más grande en juego. Aunque su origen es incierto, nos enviaron esto como prueba de que buscan replicar clanes.—¿A qué escala estamos hablando? —Anthony no podía evitar preguntar. Necesitaba respuestas.—Tan vasta como la organización en su conjunto.—Nos referimos a facciones conocidas como los grandes tentáculos, cada una operando con su propia “voluntad”.—¿Cómo podemos estar seguros de que operan de esa manera? —interrogó Johan al irrumpir en la sala. Marcelo notó su respiración entrecortada y comprendió que quizás no estaba tan bien como pretendía.—Si su objetivo es replicar clanes, no se expondrán todos al mismo tiempo. Afinarán su estrategia y, con la caída casi total de la corporación, no adoptarán el mismo enfoque. —Leonardo concluyó con gravedad. —Por lo que veo aquí, no tengo dudas de que podríamos estar ante un patrón similar.—Es lo único que tenemos por ahora. Los co
Una catástrofe que surgió dentro del pecho de Anthony lo puso a dudar de muchas cosas. Entre ellas, su capacidad de pensar coherente con tan poco. No había incomodidad cuando le abrió la puerta del auto. Génesis lo observó de cerca y esa presión estaba de nuevo entre los dos. Algo que los atraía cuál imán, pero que aún le ponían barreras. —Por fin llegas. —la voz de Ever los interrumpió haciendo que ambos vieran al sujeto que no tenía permitido entrar al hotel, pero no tuvo reparos en quedarse plantado en la calle. —No estoy para estas cosas, Ever. —dijo Génesis enfatizando su cansancio. —No pienso insistir en nada. Ni quiero insistir en nada. —dijo hacia Anthony. —Es solo que es importante. Muy importante. Te juro que no es nada sobre los dos. —Porque no hay un los dos. —exclamó el mafioso con un tono ronco.—Exacto. No hay un nosotros. —destacó Nessi con cansancio. —Si es algo distinto a eso tienes tres minutos.Observó al hombre que tragó la hiel que tenía en el cielo de su bo
La mansión Crown estaba envuelta en un silencio inquietante. Las sombras se alargaban por los pasillos, y el reloj en la pared parecía marcar cada segundo con un eco ominoso. Xander Crown, el juez implacable, se apoyó contra la barandilla de la escalera principal. Su mirada se perdía en la oscuridad del vestíbulo, mientras no podía creer que se dejó convencer de ir a ese sitio. Todos esos años lejos de ellos para ser quien se acercara. Sin embargo, el pacto de sus antecesores debía cumplirse. Se les enseñó que aún en las generaciones futuras tendría validez y sabía que Silas lo haría si estuviera con vida. —¿Por qué vendría por ti? —cuestionó Anthony, su tono áspero—. ¿Qué has hecho para atraer la atención?Lina, con una lealtad férrea hacia Anthony se le puso a la par, cruzó sus brazos y miró a Barry, quien actuó en base a la seguridad de sus jefes. La tensión entre los tres Crown presentes era palpable. Barry debía despejar dudas. Ese era su trabajo como consejero. —Anthony tie
Las cámaras parecían saber exactamente dónde encontrar a la pareja del momento, escudriñando el origen de todo y un poco más del romance que se mencionaba en algunos titulares.Para Génesis, una semana de distancia sería un respiro, aunque también estaba el hecho de que esas “citas-no-citas” con su novio falso comenzaban a gustarle más de lo que estaba dispuesta a admitir.—Cuando dijiste que veníamos a comer, creí que sería en un lugar elegante, con miles de meseros o algo así para presumir. —caminó al lado de Anthony, quien, con sus lentes oscuros, pretendía no distraerse con la figura de la alemana. Pero cuando ella apretó el paso y alcanzó la entrada, le fue difícil no mirarla.Génesis robaba su atención sin siquiera intentarlo.—Pero no eres tan pretencioso como imaginé.—¿Para qué voy a presumir algo que el mundo entero sabe que tengo? —cuestionó Anthony, arrastrando la silla para ella, como su caballerosidad lo dictaba. —Es algo muy básico, y soy mucho más que eso.—Y ahí sale
—Drake Harrigton, 28 años hasta el día que murió. Nacido en Alabama. Ingeniero minero. —exclamó Barry deslizando la carpeta sobre el escritorio de su jefe con los datos que había encontrado del sujeto a investigar. —Trabajó para Ciro Auritz los últimos 5 años de su vida y se casó con Alma Burton, un año antes de morir. —¿Por qué se me hace conocido ese apellido? —tomó el informe que este llevó. —Porque el hermano de ella, fue y sigue hasta el momento, siendo uno de los abogados en quién más confía su padre. —reveló. —Ryan es una fuente muy confiable de información y dudo que haberse retirado hace un par de años le haya restado efectividad. —¿Qué pasó con la viuda? —Se volvió a casar dos años después. —mencionó sentándose frente a él. —La información está completa ahí. —Un tiro en la cabeza. —observó la fotografía. —Lo ejecutaron. ¿Qué tanto sabía para ganar ese premio?—Lo que fuese que sabía, le hizo ganar más que solo una bala. —dijo Barry cuando Anthony giró la hoja para darse
Anthony avanzó con determinación hacia la salida de la empresa, su rostro expresando una mezcla de urgencia y frustración. Nadie se atrevería a interponerse en su camino.El archivo cerrado y clasificado que tenía entre manos parecía una broma de mal gusto. ¿Qué más podía esperar de ellos? La burocracia y los secretos eran un obstáculo constante en su vida. Algunos los plantó su familia, pero el resto que descubrían le causaba jaquecas constantes. —Llévame a casa —ordenó al chófer, quien aceleró el vehículo. En momentos como este, cualquier error podría ser fatal.El consejero del clan lo acompañaba, ocupado en contactar a Leonardo y Aarón. Debían estar al tanto de todo. Sin embargo, la espera se prolongó debido a unos inesperados acompañantes que su padre había traído consigo.Tres alemanes entraron por la puerta, junto a Leonardo y Aarón. Sus rostros serios indicaban que habían estado en reuniones importantes.—Este territorio no me compete, pero tengo motivos muy buenos para, por
La sala de entrevistas estaba impregnada de una tensión palpable. Las luces tenues resaltaban los rostros expectantes del público, que se agolpaba en sillas de terciopelo rojo. El aire estaba cargado, como si cada persona contuviera la respiración, esperando el próximo giro en la conversación.Inicialmente la entrevista se trataría del reconocimiento que recibieron, pero todos estaban expectantes por una sola pregunta. Génesis Blackwood, sentada con elegancia en un sofá de cuero, mantenía su postura impecable. Su vestido negro, con detalles de encaje, realzaba su belleza y su mirada desafiante. Los ojos oscuros, profundos como pozos sin fondo, reflejaban una mezcla de determinación y cautela presente en cada respuesta. Relajada y hasta con humor que todos le seguían con risas.Ever Pembroke, a su lado, parecía menos cómodo. Su traje a medida no podía disimular la tensión en sus hombros. Sus dedos jugueteaban con el borde de la copa de agua sobre la mesa. La periodista, una mujer de