Anthony observó a su esposa entrar a la empresa y al recordarle que tenía una reunión con la arquitecta, le dio vía libre para que revisara por sí misma los cambios que quería. No le importaba en absoluto otra cosa que no fuera, verla emocionada por el sitio en donde vivirían juntos. —Creo que a la señorita le quedó muy claro que soy quién lo decide todo. —jugó con un poco de hielo en un vaso que luego llenó con licor. Anthony se lo quitó y ella le dedicó un mal gesto. —No seas tan…—Toma agua. Las vitaminas requieren un estricto cuidado. —le recordó.—A veces siento que eres muy controlador. Anthony la atrajo a su cuerpo, mientras su espalda tocaba el escritorio. —De tu bienestar dependo yo. No me pidas dejar de ver por tí porque no puedo. —le tomó la mejilla con cuidado. —Solo porque me gustó lo que dijiste. —le volvió a sonreír. —Tal vez esté influenciado porque te amo. Pero eso no es tan importante. He amado a otros antes. La posesiva caricia y el que estrellara su cuerpo con
Por la mañana, en la hora del desayuno la mesa se llenó con todos los integrantes de la familia para dar ideas con la boda venidera. Lina y su abuela siendo quienes más se veían escandalizadas por el poco tiempo para lograr lo que llamaron un suceso fenomenal. —Como por lo visto tres veces no es suficiente para Leonardo, debo dejar claro que si me caso de nuevo será su culpa. —Keyla le lanzó una mirada afilada. —Y porque quiero claramente. —Génesis se rió de la cara que trató de poner, a lo que Joseph entrecerró los ojos. —Definitivamente sacaste la actitud de tu madre, porque tu padre es peor que este zoquete. —Leonardo dejó de masticar. —Me refiero a Adrián. —fue turno del mencionado de verlo. —De otro Adrián. No hay que convertir esta sana convivencia en una amarga reunión. —Y dice que no le teme a nada. —añadió Lina apoyada en el hombro de su abuelo. Mientras planeaba con su abuela y Avery un horario que debían seguir. —¿Cuando dijiste que vas a comenzar a construir el convent
Las manos de Anthony refugiaron el rostro de Génesis cuando ella se acercó a sus labios. Ese roce ligero, la mirada intensa y esa respiración agitada causaron en ella la sensación de estar en el mejor lugar del planeta. Enredó las piernas alrededor de las caderas de su esposo y dejó caer la cabeza sobre la almohada, a la vez que perdió la cabeza al sentir la explosión en su interior. Su respiración se volvió irregular, aunque no pudo dejar de besarlo. Al mismo tiempo, esas caricias la dejaron en el limbo cuando Anthony los giró en la cama y la dejó a ella sobre él, sin permitirle separarse un poco. Había adoptado un poco de ternura en ese momento. El placer era distinto, pero igual de intenso. Igual de desestabilizante. Los dientes del mafioso arañaron su barbilla, soltando las estocadas que siguieron la serie de golpes contra su entrepierna, quitándose el encantamiento, aunque en lugar de esfumarse, sólo tomaba más fuerza. Horas en las que solo importaba su placer no bastaban pa
—¿Me puedes explicar qué fue eso? —La voz de Anthony resonó en el pasillo, deteniendo a su hermana cuando ella subía las escaleras y Nixon ya se había marchado. El amplio vestíbulo de la mansión estaba iluminado por una araña de cristal que colgaba del techo alto, reflejando destellos en las paredes decoradas con retratos familiares. —Lina, entiendo… En realidad, no entiendo qué quieres lograr con esto. Nosotros no somos de matrimonios por conveniencia. —Anthony se apoyó en la barandilla de madera tallada, su expresión estaba llena de confusión. —Justo por eso. —Lina se quitó el listón del cabello, dejando que sus ondas cayeran libremente sobre sus hombros. El eco de sus pasos resonaba en el suelo de mármol. —No eres el único que da la cara por esta familia y todos lo saben. —Eso no contesta mi pregunta. —Anthony frunció el ceño, observando cómo su hermana se movía con una gracia despreocupada. —Ni la va a contestar lo siguiente que diga. —Se quitó la chamarra y la colgó en el per
Anthony recibió la llamada de su hermana, quien le dijo que había terminado y que quería pasar por Génesis para ir a la prueba del vestido, por lo que quedó de llegar en menos de cinco minutos. Un suspiro agobiado lo hizo relajarse, aunque tener contacto con un caramelo era lo último que quería y la niña tenía la chupeta muy cerca de su abrigo. —¿Cómo te llamas? —La pregunta de la niña lo hizo girar el cuello. —Mi nombre es Matilda, ¿Cuál es el tuyo? —Steven —contestó tratando de no tirarla al moverse. —Es un bonito nombre —Él no pudo responder a eso. —Tienes ojos de vampiro. ¿Te quemas con el sol? —No. —¿Te conviertes en un murciélago? —volvió a cuestionar. —No. —¿Vuelas por las noches? —No. —¿Bebes sangre? —No. —¿Tienes colmillos afilados? —No. Anthony sentía cómo cada pregunta de la niña iba minando su paciencia. Su ánimo se tornaba cada vez más sombrío, como si una nube oscura se posara sobre él. La curiosidad incesante de la niña, aunque inocente, lo hacía sentir at
—Un segundo estaba de pie. Pidió sentarse, pero se desplomó y no sabemos qué pasó —explicó Lina con el móvil en la oreja, pidiendo al médico estar disponible. Su voz temblaba ligeramente, reflejando la urgencia de la situación.—Florence, abre los ojos —Anthony le acarició el rostro con cuidado, sus dedos temblorosos recorriendo la fría piel de su esposa. Tenía el pulso acelerado, pero debía actuar con calma. Sentía el peso de la responsabilidad aplastándolo, pero no podía permitirse perder la compostura.¿Cómo podía lograrlo si la veía con la palidez que tenía? Su mente se llenaba de imágenes aterradoras, pero las apartó con fuerza.—¡Que preparen el auto para ya! —demandó hacia Avery, una mezcla de emociones resonando en el lugar, autoridad y desesperación. No era su intención elevar la voz, pero la desesperación por verla de esa forma lo tenía a punto de perder la cordura. Avery corrió enseguida, sus pasos resonando en el pasillo como un eco de la urgencia de la situación. Lina si
Avery pegó la espalda al hombro de Lina. Esta a su vez tenía la cabeza apoyada en Izan, quien veía su móvil. Asher alejó su casco cuando vio a su padre llegando junto a su hermano mayor había salido de la clínica dos semanas antes, por lo que a todos le sorprendió verlo fuera de casa. Pero este quería retomar su vida y aún cuando odiaba un hospital, era su familia la que estaba ahí y el sentir que era su deber acompañarlos no estaba solo en los genes, sino en el ejemplo. —Ya tengo el lema para tu campaña. —le dijo Lina. —Bueno, tenemos. Avery me ayudó. —Ustedes dos juntas son un peligro para la sociedad. Duerman o coman. —les dijo Asher. —Tú, cállate. Escucha y ayuda. El que ayuda cae bien, el que estorba nadie lo quiere cerca. —el mellizo de Avery giró los ojos. —Par de desquiciadas. —No dirás eso cuando veas que a miles de seguidores y todo será porque Johan sí sabe quiénes tienen el gen ganador y no tomen a explotarlo.Asher se rió de las locuras de ellas dos, pero lo hizo má
La noticia se esparció como pólvora. La emoción lo hizo mucho más rápido y, aunque fuera difícil de creer para Génesis, tuvo que digerir la noticia. La sonrisa no abandonaba su rostro. Dejó de pensar, de respirar, dejando todo en segundo plano.Palpó esa zona de su abdomen, aunque seguía siendo plano, sabía que ahí había vida. Una vida que podía celebrar, porque con solo minutos de haberse enterado de su existencia, amaba lo que habitaba dentro de su útero. El aire de la clínica, impregnado con el olor a desinfectante, parecía más ligero, casi dulce.Los sonidos de fondo fueron ignorados. Escuchó a un médico darle instrucciones a Anthony, mientras ella seguía pasando las manos por ese sitio, encima de la blusa. El murmullo de las conversaciones y el zumbido de los equipos médicos se desvanecieron en su mente.Una lágrima se le escapó y la limpió con gusto. Sentía una calidez en su pecho, una mezcla de incredulidad y alegría pura.Le dijeron que era prácticamente imposible, pero ahora