Capítulo 117.

Las rejas de la celda se abrieron, ante ella estaba el hombre de traje completo con una serie grabada también en el expediente que describía el listado de los delitos imputados.

Las esposas le fueron retiradas de su muñeca. Ni siquiera se mosqueó ante lo que vio. Una celda de no más de cuatro metros, con una litera adherida a la pared y colchones.

El prisionero recluido junto a él movió la cabeza, este no respondió de ningún modo, observando detalladamente lo que ahí había.

Al menos orden existía. Porque espacio y privacidad era lo que menos tendría.

Colocó las cosas sobre el colchón y se dedicó a ver cada detalle.

Había sido el chivo expiatorio de una agencia a la cual le dio los resultados que otro jamás había obtenido. Su pago fue dejarlo solo cuando estaba frente a una organización del tamaño para resaltar frente a otras al desmantelarla y ahora le pedían colaborar como si fuera un premio.

Le quitaron la placa y ahora fue recluido en un penitenciario de máxima seguridad, culp
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