Las manos de Anthony refugiaron el rostro de Génesis cuando ella se acercó a sus labios. Ese roce ligero, la mirada intensa y esa respiración agitada causaron en ella la sensación de estar en el mejor lugar del planeta. Enredó las piernas alrededor de las caderas de su esposo y dejó caer la cabeza sobre la almohada, a la vez que perdió la cabeza al sentir la explosión en su interior. Su respiración se volvió irregular, aunque no pudo dejar de besarlo. Al mismo tiempo, esas caricias la dejaron en el limbo cuando Anthony los giró en la cama y la dejó a ella sobre él, sin permitirle separarse un poco. Había adoptado un poco de ternura en ese momento. El placer era distinto, pero igual de intenso. Igual de desestabilizante. Los dientes del mafioso arañaron su barbilla, soltando las estocadas que siguieron la serie de golpes contra su entrepierna, quitándose el encantamiento, aunque en lugar de esfumarse, sólo tomaba más fuerza. Horas en las que solo importaba su placer no bastaban pa
—¿Me puedes explicar qué fue eso? —La voz de Anthony resonó en el pasillo, deteniendo a su hermana cuando ella subía las escaleras y Nixon ya se había marchado. El amplio vestíbulo de la mansión estaba iluminado por una araña de cristal que colgaba del techo alto, reflejando destellos en las paredes decoradas con retratos familiares. —Lina, entiendo… En realidad, no entiendo qué quieres lograr con esto. Nosotros no somos de matrimonios por conveniencia. —Anthony se apoyó en la barandilla de madera tallada, su expresión estaba llena de confusión. —Justo por eso. —Lina se quitó el listón del cabello, dejando que sus ondas cayeran libremente sobre sus hombros. El eco de sus pasos resonaba en el suelo de mármol. —No eres el único que da la cara por esta familia y todos lo saben. —Eso no contesta mi pregunta. —Anthony frunció el ceño, observando cómo su hermana se movía con una gracia despreocupada. —Ni la va a contestar lo siguiente que diga. —Se quitó la chamarra y la colgó en el per
Anthony recibió la llamada de su hermana, quien le dijo que había terminado y que quería pasar por Génesis para ir a la prueba del vestido, por lo que quedó de llegar en menos de cinco minutos. Un suspiro agobiado lo hizo relajarse, aunque tener contacto con un caramelo era lo último que quería y la niña tenía la chupeta muy cerca de su abrigo. —¿Cómo te llamas? —La pregunta de la niña lo hizo girar el cuello. —Mi nombre es Matilda, ¿Cuál es el tuyo? —Steven —contestó tratando de no tirarla al moverse. —Es un bonito nombre —Él no pudo responder a eso. —Tienes ojos de vampiro. ¿Te quemas con el sol? —No. —¿Te conviertes en un murciélago? —volvió a cuestionar. —No. —¿Vuelas por las noches? —No. —¿Bebes sangre? —No. —¿Tienes colmillos afilados? —No. Anthony sentía cómo cada pregunta de la niña iba minando su paciencia. Su ánimo se tornaba cada vez más sombrío, como si una nube oscura se posara sobre él. La curiosidad incesante de la niña, aunque inocente, lo hacía sentir at
—Un segundo estaba de pie. Pidió sentarse, pero se desplomó y no sabemos qué pasó —explicó Lina con el móvil en la oreja, pidiendo al médico estar disponible. Su voz temblaba ligeramente, reflejando la urgencia de la situación.—Florence, abre los ojos —Anthony le acarició el rostro con cuidado, sus dedos temblorosos recorriendo la fría piel de su esposa. Tenía el pulso acelerado, pero debía actuar con calma. Sentía el peso de la responsabilidad aplastándolo, pero no podía permitirse perder la compostura.¿Cómo podía lograrlo si la veía con la palidez que tenía? Su mente se llenaba de imágenes aterradoras, pero las apartó con fuerza.—¡Que preparen el auto para ya! —demandó hacia Avery, una mezcla de emociones resonando en el lugar, autoridad y desesperación. No era su intención elevar la voz, pero la desesperación por verla de esa forma lo tenía a punto de perder la cordura. Avery corrió enseguida, sus pasos resonando en el pasillo como un eco de la urgencia de la situación. Lina si
Avery pegó la espalda al hombro de Lina. Esta a su vez tenía la cabeza apoyada en Izan, quien veía su móvil. Asher alejó su casco cuando vio a su padre llegando junto a su hermano mayor había salido de la clínica dos semanas antes, por lo que a todos le sorprendió verlo fuera de casa. Pero este quería retomar su vida y aún cuando odiaba un hospital, era su familia la que estaba ahí y el sentir que era su deber acompañarlos no estaba solo en los genes, sino en el ejemplo. —Ya tengo el lema para tu campaña. —le dijo Lina. —Bueno, tenemos. Avery me ayudó. —Ustedes dos juntas son un peligro para la sociedad. Duerman o coman. —les dijo Asher. —Tú, cállate. Escucha y ayuda. El que ayuda cae bien, el que estorba nadie lo quiere cerca. —el mellizo de Avery giró los ojos. —Par de desquiciadas. —No dirás eso cuando veas que a miles de seguidores y todo será porque Johan sí sabe quiénes tienen el gen ganador y no tomen a explotarlo.Asher se rió de las locuras de ellas dos, pero lo hizo má
La noticia se esparció como pólvora. La emoción lo hizo mucho más rápido y, aunque fuera difícil de creer para Génesis, tuvo que digerir la noticia. La sonrisa no abandonaba su rostro. Dejó de pensar, de respirar, dejando todo en segundo plano.Palpó esa zona de su abdomen, aunque seguía siendo plano, sabía que ahí había vida. Una vida que podía celebrar, porque con solo minutos de haberse enterado de su existencia, amaba lo que habitaba dentro de su útero. El aire de la clínica, impregnado con el olor a desinfectante, parecía más ligero, casi dulce.Los sonidos de fondo fueron ignorados. Escuchó a un médico darle instrucciones a Anthony, mientras ella seguía pasando las manos por ese sitio, encima de la blusa. El murmullo de las conversaciones y el zumbido de los equipos médicos se desvanecieron en su mente.Una lágrima se le escapó y la limpió con gusto. Sentía una calidez en su pecho, una mezcla de incredulidad y alegría pura.Le dijeron que era prácticamente imposible, pero ahora
La posibilidad de salir sola de la mansión Crown era nula para Génesis. La seguridad estaba organizada de manera que en cuanto uno de sus pies estuviera afuera, el vehículo en el que usaría, tuviera las puertas abiertas. Un séquito de hombres se movían con ella. Asuntos blindados, hombres que la protegieran por doquier y si le molestaba tanta seguridad, estos se movían entre los transeúntes, camuflados entre ellos. Anthony no estaba nada contento con que ella condujera, pues tenía a los mörder y a sus propios hombres con ella para hacerlo, aunque Nessi estaba decidida a seguir su vida como hasta ese momento. —Tendré que hacer una cita con el ginecólogo para mañana mismo. Debo viajar y quiero estar segura que no representa ningún riesgo para los dos. —dijo la Emperatriz hacia su esposo, él dejó de ver los diseños que tenía enfrente para darle su atención. —Tengo reuniones que no se pueden cancelar o posponer. —¿Cuándo? —¿Dónde quedó la paranoia? Creí que pondrías peros para todo.
Cristobal Ferrer se vio rodeado de miradas que reflejaban una mezcla de desconfianza y hostilidad. El desconcierto cubrió a todos, salvo a Anthony, quien observaba con interés lo que su hermana trataba de hacer. El aire estaba cargado de tensión, y el silencio era casi ensordecedor. Adrián recordaba vagamente al niño que alguna vez mencionó su abuelo, evocando a Gideon, ya que este compartía los mismos rasgos que el hombre frente a ellos. El hombre de traje blanco se movió con incomodidad, sintiendo un sudor frío recorrer su espalda al saber que podía ser la presa en un sitio lleno de leones. Pues para todos, una cosa era saber que Cristobal continuaba con vida en la isla, y otra muy distinta era verlo cara a cara. Sin poder evitarlo, sus ojos se dirigieron hacia Vladimir. Por culpa del abuelo y padre de Cristobal, Valentina había pasado meses enteros confinada. Estuvieron a punto de perder a su hijo y… Silvia. Aún recordaba cada una de las acciones de esa absurda obsesión llena de e