Avery pegó la espalda al hombro de Lina. Esta a su vez tenía la cabeza apoyada en Izan, quien veía su móvil. Asher alejó su casco cuando vio a su padre llegando junto a su hermano mayor había salido de la clínica dos semanas antes, por lo que a todos le sorprendió verlo fuera de casa. Pero este quería retomar su vida y aún cuando odiaba un hospital, era su familia la que estaba ahí y el sentir que era su deber acompañarlos no estaba solo en los genes, sino en el ejemplo. —Ya tengo el lema para tu campaña. —le dijo Lina. —Bueno, tenemos. Avery me ayudó. —Ustedes dos juntas son un peligro para la sociedad. Duerman o coman. —les dijo Asher. —Tú, cállate. Escucha y ayuda. El que ayuda cae bien, el que estorba nadie lo quiere cerca. —el mellizo de Avery giró los ojos. —Par de desquiciadas. —No dirás eso cuando veas que a miles de seguidores y todo será porque Johan sí sabe quiénes tienen el gen ganador y no tomen a explotarlo.Asher se rió de las locuras de ellas dos, pero lo hizo má
La noticia se esparció como pólvora. La emoción lo hizo mucho más rápido y, aunque fuera difícil de creer para Génesis, tuvo que digerir la noticia. La sonrisa no abandonaba su rostro. Dejó de pensar, de respirar, dejando todo en segundo plano.Palpó esa zona de su abdomen, aunque seguía siendo plano, sabía que ahí había vida. Una vida que podía celebrar, porque con solo minutos de haberse enterado de su existencia, amaba lo que habitaba dentro de su útero. El aire de la clínica, impregnado con el olor a desinfectante, parecía más ligero, casi dulce.Los sonidos de fondo fueron ignorados. Escuchó a un médico darle instrucciones a Anthony, mientras ella seguía pasando las manos por ese sitio, encima de la blusa. El murmullo de las conversaciones y el zumbido de los equipos médicos se desvanecieron en su mente.Una lágrima se le escapó y la limpió con gusto. Sentía una calidez en su pecho, una mezcla de incredulidad y alegría pura.Le dijeron que era prácticamente imposible, pero ahora
La posibilidad de salir sola de la mansión Crown era nula para Génesis. La seguridad estaba organizada de manera que en cuanto uno de sus pies estuviera afuera, el vehículo en el que usaría, tuviera las puertas abiertas. Un séquito de hombres se movían con ella. Asuntos blindados, hombres que la protegieran por doquier y si le molestaba tanta seguridad, estos se movían entre los transeúntes, camuflados entre ellos. Anthony no estaba nada contento con que ella condujera, pues tenía a los mörder y a sus propios hombres con ella para hacerlo, aunque Nessi estaba decidida a seguir su vida como hasta ese momento. —Tendré que hacer una cita con el ginecólogo para mañana mismo. Debo viajar y quiero estar segura que no representa ningún riesgo para los dos. —dijo la Emperatriz hacia su esposo, él dejó de ver los diseños que tenía enfrente para darle su atención. —Tengo reuniones que no se pueden cancelar o posponer. —¿Cuándo? —¿Dónde quedó la paranoia? Creí que pondrías peros para todo.
Cristobal Ferrer se vio rodeado de miradas que reflejaban una mezcla de desconfianza y hostilidad. El desconcierto cubrió a todos, salvo a Anthony, quien observaba con interés lo que su hermana trataba de hacer. El aire estaba cargado de tensión, y el silencio era casi ensordecedor. Adrián recordaba vagamente al niño que alguna vez mencionó su abuelo, evocando a Gideon, ya que este compartía los mismos rasgos que el hombre frente a ellos. El hombre de traje blanco se movió con incomodidad, sintiendo un sudor frío recorrer su espalda al saber que podía ser la presa en un sitio lleno de leones. Pues para todos, una cosa era saber que Cristobal continuaba con vida en la isla, y otra muy distinta era verlo cara a cara. Sin poder evitarlo, sus ojos se dirigieron hacia Vladimir. Por culpa del abuelo y padre de Cristobal, Valentina había pasado meses enteros confinada. Estuvieron a punto de perder a su hijo y… Silvia. Aún recordaba cada una de las acciones de esa absurda obsesión llena de e
—Lograr convencer a 11 hombres de aceptar una de tus decisiones es un logro que nadie va a quitarte. —le dijo Avery a Lina en cuanto todos iban saliendo. —Más cuándo se trata de una boda. Ya sabes lo que ha pasado aquí con ello. —El designio de que un Crown se enamora solo una vez es para los hombres, yo tendré un harem. —contestó la chica con naturalidad. —Es más confiable. Su padre no tuvo más opción que seguir su camino. Con ella no había manera de sostener una conversación sin que dijera algo como eso. —Hace unos meses dijiste que te gustó alguien. —Textualmente no dije eso. —Anthony la observó al llegar al auto. —Te cito: “Conocí a la hiel de mis mañanas”. —¿En qué universo eso quiere decir que me gustó? —bufó. —En ninguno. Me refería a que podría llevar al límite a alguien más que a los de siempre. —Johan se rió sin quererlo al ver que todos la habían escuchado. — Igual no es importante. Deja de sacar deducciones que no son y concéntrate en dormir. Luego dirán que soy tu m
—¿Qué pasa? ¿Sucede algo con el bebé? —preguntó una asustada Génesis, mientras sus ojos se movían frenéticamente, tratando de descifrar lo que ocurría. La falta de respuestas la tenían con las venas pulsando descontroladas. El médico, con el ceño fruncido, apartó el doppler y llamó a su enfermera. El silencio en la sala era ensordecedor, cada segundo se sentía como una eternidad. Anthony comenzaba a desesperarse y eso era algo que no podían permitir de ningún modo. El ángel de la muerte no es lo que Génesis quería ver, aunque si lograba hacer hablar al médico no lo iba a detener. —No es nada malo. El tratamiento usado fue un gran éxito. De eso no cabe duda. —dijo éste, mientras pedía el cambio del aparato. Anthony, con el corazón latiendo desbocado, no entendía nada. Génesis aún menos. —Hable de una vez. No le dé largas al asunto. —espetó Anthony, su voz cargada de impaciencia y temor. El doctor sintió que en cualquier momento acabaría con su vida. Aunque era peor dar datos sin e
Génesis caminó con rapidez desde que el avión abrió sus puertas. El tiempo no le era suficiente, pues era la única dama de honor que faltaba y no podía fallar. Tenía solo media hora para llegar a la mansión Crown, vestirse y estar en la iglesia. Sentía que algo se le olvidaba cuando descendió. El clima fresco golpeó su cara dándole un respiro, aunque no era suficiente. Aún esa presión no se iba. —Más despacio, Florence —la detuvo su esposo, esperándola cuando la vio tan agitada. Con su esmoquin le robó un suspiro desde el primer segundo que lo vio. Su figura imponente destacando entre todos los hombres presentes. Con esa mirada llena de luz, pero inundada de soberbia, la sostuvo de la barbilla. La Emperatriz que había frenado de golpe sintió que levitaba por tenerlo tan cerca, entendiendo lo que quería decirle cuando este le mostró una botella con agua. Eso era. Había olvidado la prenatal de ese día. Bajó los hombros y se rió. ¿Cómo lo sabía? Adivino claramente no era, pero siempre
Las semanas se fueron convirtiendo en meses llenos de nuevos retos para una mujer embarazada con cambios en la sensibilidad de su cuerpo. Cambios que también podía percibir su esposo, quien con ciertas molestias no podía tolerar los aromas que nadie más sentía tan fuertes, pero al ver su semblante no tenían más alternativa que alejar la fuente de su molestia. Si los Crown eran estrictos para el cuidado de Génesis, incrementaron luego de saber que eran dos y no uno; para los Blackwood eso no cambió. Mörder se dispusieron específicamente para brindar la protección de los herederos de dos legados. Bastian jamás creyó que algo lo volvería a emocionar como la llegada de sus hijos. Su corazón no era algo dejara libres las emociones pocas vistas por alguien fuera de su familia. Samara celebró por medio del teléfono cuando la noticia llegó a sus oídos. Para Evelyn no fue diferente. Ella y su hija decidieron viajar y los días que estuvieron con Génesis en New York, los regalos no faltaron.