Monique

Las tres mujeres se encontraban en una esquina observando atentamente como todo sucedía a su alrededor. Los hermosos autos modificados para correr a gran velocidad se encontraban en la línea de largada. Todo estaba perfectamente arreglado para la gran competencia.

_ ¡Dana! _ gritó una mujer de unos 30 años, mientras se acercaba a ella con una sonrisa_ es bueno volver a verte después de tanto tiempo _ agregó mientras abrazaba cálidamente a la joven.

_ ¿No corres? _ preguntó mirando a su alrededor como buscando algo o a alguien.

_ No Monique, me quedé sin auto…ya no puedo correr _ contestó bastante melancólica, en ese momento le vendría tan bien descargar un poco de su dolor en la pista.

_ ¡Oh!... ¡Qué casualidad!... _ dijo la mujer sonriente evidentemente feliz, lo que dejó desconcertadas a las otras tres_ tú necesitas un auto y yo un piloto _ agregó feliz sacando de dudas a sus interlocutoras.

_ ¿Es un chiste? _ preguntó una asombrada Dana que se había desacostumbrado a recibir algún tipo de ayuda.

_ No preciosa, vamos, debes prepararte…por supuesto que parte de la ganancia te pertenecerá _ agregó tranquila.

Las carreras clandestinas no tenían nada que ver con el hobby, o solo el gusto de correr, y en cambio tenían todo que ver con el dinero. El flujo monetario que se manejaba en esos lugares era importante, y, a diferencia de un circuito legal, en este las reglas no eran tan claras y había ciertos límites que era lícito sobrepasar.

Dana caminó tranquila hasta el lugar donde se encontraban los autos. El que ella conduciría era un Koenigsegg Agera, lo que era una maravilla para ella ya que era uno de los autos más veloces que existía. Estaba feliz, no solo de poder correr, sino también de poder hacerlo en un auto tan espectacular como el que tenía enfrente.

_ ¿Estas lista mi niña? _ dijo la mujer mayor que la había acompañado en silencio hasta el lugar en el que se encontraba el auto.

_ Sí abue, nací lista para esto _ contestó feliz. Después de todo lo malo ocurrido durante esos últimos meses ese era un poco de oxígeno que le daba la posibilidad de realizar su catarsis y seguir adelante.

Dana se subió al auto y lo condujo al lugar indicado. Sus contrincantes al verla se molestaron bastante. Todos sabían lo excelente que era conduciendo y rara vez perdía. Nadie se había enterado del terrible accidente que casi la deja sin vida. La familia de Dana se encargó que nadie lo supiera, todos se lamentaron por el accidente sufrido por la dulce Mariana, pero nunca nadie supo que Dana casi pierde la vida salvando  a “su dulce hermanita”.

La carrera estaba a punto de comenzar. Y ella, la reina, estaba segura de que iba a ganar. Tenía una gran motivación para hacerlo, por un lado, necesitaba sentir nuevamente la adrenalina de la velocidad, pero por otro, estaba la necesidad económica. Ellas necesitaban dinero, la abuela no era rica, solo vivía de su pensión por lo que no podía ayudarlas, y lo peor, estaba segura que a la brevedad serían desalojadas, ya que el departamento estaba a nombre de “Publicidad Scott”.

Pocos minutos después la carrera comenzó. Dana estaba sumamente concentrada en la carretera donde se había armado la pista clandestina. No era una recta, muy por el contrario estaba repleta de curvas, algunas de ellas sumamente peligrosas, razón por la cual ella manejaba perfectamente concentrada.

Era una simbiosis perfecta entre piloto y auto. Era evidente que ella sabía exactamente qué hacer y en qué momento hacerlo. Su técnica era asombrosa y extremadamente limpia. Cada movimiento estaba perfectamente ejecutado como en una sinfónica donde cada instrumento sonaba en el momento exacto.

Dana debía tener mucho cuidado, los autos contrincantes eran lanzados de lleno a estrellarse contra ella y correrla de la pista. Más que una carrera parecía haberse convertido en una pelea cuerpo a cuerpo, solo que era auto a auto. Cada centímetro contaba y cada segundo también.

Estando ya a una curva de la meta, un porsche intentó y casi logro sacarla del camino. Mientras que ella disminuía la velocidad para tomar de la manera correcta la curva, el otro auto aceleró, posicionándose en la cola del de Dana y desdé ese lugar dio el un giro brusco intentando correrla por lo que ella tuvo que acelerar un poco más y salir de esa curva derrapando para acomodar su vehículo en la recta final, ocasionando que el otro se estrellara contra un contenedor.

El resultado fue el esperado ella ganó siendo aplaudida y felicitada por todos los presentes, excepto aquellos que habían apostado por los pilotos contrarios y acababan de perder una fuerte suma de dinero.

_ Perfecto pequeña, fue un gran triunfo _ Monique estaba feliz de haberla puesto de piloto. Ella mejor que nadie sabía lo excelente que era, la mejor sin lugar a dudas.

_ Casi, tan buena como tú _ le devolvió Dana el halago, junto con el abrazo.

_ Si tan solo aún pudiera hacerlo _ contestó la mujer nostálgica.

Monique fue la gran mentora de Dana, ella la había ayudado en gran manera en el mundo de las carreras y siempre la había protegido. Hace unos años atrás, Monique tuvo un grave accidente, pero lo gracioso, si es que se le puede decir así, es que no fue en una carrera sino en su propia casa. Tras salir de su piscina, con los pies mojados y sin colocarse ningún tipo de calzado, ella caminó por su jardín para observar unas matas que estaban creciendo de manera extraña, había un pequeño escalón, que realmente no significaba ningún peligro, pero era de un material un poco resbaloso.

Y así fue que al caer, de manera extraña y aparatosa se golpeó la cabeza ocasionando que perdiera la conciencia. Fue encontrada por su madre unas horas después aún desvanecida, llevada de urgencias donde le hicieron los correspondientes estudios y… un gran tumor cerebral fue encontrado alojado en su cabeza en una zona bastante difícil de operar, pero no imposible. Cada día nuevo que ella despertaba le agradecía a esa caída que posibilitó que descubrieran el tumor que sin duda en muy poco tiempo podría haber terminado con su vida. Eso fue lo que se dice…una desgracia con suerte.

Ella logró sobrevivir, pero nunca más pudo conducir a gran velocidad. Cualquier golpe en su cabeza podía ser fatal para ella, incluso el brusco movimiento cervical podía afectarla y lo sabía porque tristemente había intentado correr nuevamente y el resultado fue que terminó internada con pérdida de conocimiento durante dos días.

Sus días de competidora clandestina habían terminado, pero los de patrocinadora comenzaban.

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