Confesiones

Eran curiosos los azares del destino, ya que mientras más se intentaran ocultar algunas cosas, más desesperadas parecían con querer salir a la luz.

Andrés tenía otra gran carpeta repleta de información que era primordial enseñarle a su jefe, pero también sabía que por el momento debía guardar silencio, por lo menos hasta estar seguros de que el embarazo de la señorita estuviera fuera de peligro y eso era algo que aún no podía decirse a ciencia cierta.

Si bien Dana ya estaba en casa, los médicos habían recomendado que por algunos días ella permaneciera en reposo y tranquila, cualquier evento, por más sencillo que fuera, podría desencadenar una tragedia que pusiera en riesgo mayor a la pequeña niña que crecía en su seno.

Vincenzo se había dedicado esas últimas semanas a cuidar de ella, por lo que su padre había tomado las riendas de la automotriz. La verdad es que era una situación más bien nominal, ya que Ignacio no tenía mucha experiencia con este rubro y era, como siempre, el fiel An
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