—¿Qué quieres?La voz indiferente de Xavier sonó después de que la llamada fue respondida.—¿Qué actitud es esa, Xavier? Ahora no tengo tiempo para discutir contigo. Te digo, Sonia lastimó al señor Hugo de la Furia Roja sin querer. Ahora mismo él se la está llevando, ¡si eres un hombre, ven y ayúdan
¡Era Xavier!Triana se sorprendió muchísimo al ver a Xavier aparecer en la puerta. ¡Ese inútil realmente vino!—¿Eres el novio de esa chica hermosa?Hugo frunció el ceño al mirar a Xavier, quien entró abruptamente.—¿Fue usted quien golpeó e l rostro de Sonia?Xavier miró fríamente al hombre.—Sí, f
Una voz indiferente resonó lentamente en la habitación.Todos miraban a Xavier con gran asombro. Ese tipo ¡derribó al señor Hugo con un solo movimiento!Sonia fue la primera en reaccionar, mirando a Xavier con total preocupación.—¿Hermano, estás bien?Los secuaces de Hugo también se acercaron rápid
En la habitación, la atmósfera estaba bastante tensa. Xavier levantó el pie, a punto de aplastar la otra mano de Hugo con fuerza.—Muchacho, ¡no te atrevas! ¿Sabes quién es mi hermano?Finalmente, Hugo entró en pánico y gritó fuertemente hacia Xavier.—¿Quién es?Xavier detuvo ligeramente sus movim
Triana ni siquiera se molestó en prestar atención al estado de ánimo de Sonia. En ese momento, solo quería explicárselo a Hugo y evitar así, ser arrastrada por la difícil situación.—Señor Hugo, lo has visto todo. ¡Realmente no te mentí! ¡No tenía idea de que ese inútil fuera tan fuerte!Triana se e
Hugo torció la comisura de los labios. Era la primera vez en su vida que alguien se atrevía a llamar a su hermano mayor José de esa manera. Además, ¿le pedían cuentas a José?—Muchacho, ¿quién te crees que eres para pedirle cuentas a mi hermano mayor?Hugo miró a Xavier con un rostro sombrío. ¿Ese c
—Muchacho, ¿tienes algo más que decir ahora? ¡Mi hermano está viniendo ya!En la habitación, Hugo miraba a Xavier con una expresión de triunfo total. La herida en su cabeza ya estaba detenida con una bolsa de hielo, pero su rostro ensangrentado aún lo hacía lucir especialmente feroz.—Entonces, que
¡José había llegado! En ese momento, ¡a todos se les paró el corazón!José vestía unos brillantes zapatos de cuero, llevaba un abrigo negro y unas gafas de sol. Apareció con una impresionante presencia en la puerta de la sala privada. Detrás de él, decenas de secuaces vestidos de totalmente negro s