NadinaTodos nos reíamos, a pesar de que algo pasaba en el ambiente. Referente a lo de Fernanda, nadie se metía con ella, nos quedamos mirando la pantalla, se sintió vulnerable. Siempre había mostrado esa coraza de hombre rudo, pero en el fondo tenía un corazón inmenso, gentil y protector. Nunca entendí ese amor a los riesgos. Pero así era él. Amaba la adrenalina.—Los extraño.No dábamos crédito a lo que escuchábamos. Se puso sentimental, cuando estaba recién parida, cuando tenía esta sensación de no sé qué me pasaba.» No llores, Nadi, pero la verdad los extraño: quién iba a pensar que me harían falta los regaños de papá, las comidas de mamá los fines de semana, así mi hermana, cocine más rico. Regresa pronto enana, quiero cargar a mis pequeñas sobrinas.Se quedó callado, nos miró a cada uno. Supimos en ese momento de su dilema para decirnos sin hablar lo mucho que nos amaba. No solo tenía un marido a quien le costaba decirnos las cosas o abrir su corazón, mi hermano era nulo ante e
JuliánLlegamos en la mañana, nos dirigimos a la clínica. En el taxi llamé a mamá para preguntarle por Althaia.—Hola, mami.—¡Julián! Me alegra que llegaran bien del viaje. —puse el altavoz, escuchamos los gorgojos de nuestra hija—, estoy jugando con mi nieta. Tu papá salió a visitar a los chicos a la cárcel, de ahí se reunirá con Carlos. Él va a ponerse al frente de lo acontecido con el orfanato, los niños y la muerte de Margarita.—¿Todo ha estado bien?Me preocupaba mucho la situación, tener a una persona que te respiraba en la nuca para matarte, alteraba al que sea. Además, nosotros ya lo vivimos.—Sí. Ya sabes cómo es tu padre, tiene al pobre de Jenaro con trabajo hasta el cuello, también es un poco paranoico; contrató a un batallón. La casa está rodeada, parecemos mafiosos. No puedo salir si cuatro camionetas no me siguen, así que para evitar tanto alboroto me quedo en casa, consintiendo a mi preciosa nieta.—Mamá, sabes por qué lo hace, yo lo comprendo.Aún tengo en mi mente l
ErosDespués de terminar de hacerle los exámenes a Adara y mientras esperábamos los diferentes resultados, no quería decir nada sin tener la confirmación. Pero mi mejor amiga estaba embarazada; sin embargo, mientras Alex le hacía la ecografía, notamos anomalías, nos miramos y le hice señas sutiles de que no dijera nada. La verdad es que esas manchas no eran alentadoras.No quería ilusionarla una vez más, para luego tener que decirle… tener que matarle su más grande anhelo. —Eres indescifrable, Dios, en verdad tus pruebas para cada uno de tus hijos son severas—. Será mejor esperar a tener los resultados para dar un veredicto. Pero tener que ser yo quien se los diga no es justo. He sido testigo de su proceso de depresión.Y por mi lado tampoco escampa. En la habitación de Nadina se encontraban embelesados con las bellezas de mis hijas… Esa era otra noticia que no sé cómo decirla. Mi Divina irá a culparse. «¿Hasta cuándo serán las penurias?» ¿Y ahora esto? ¿Qué estamos pagando, en verdad
AdaraAlgo pasaba, no era tonta, algo encontró Eros en los exámenes realizados. —Porque me percaté de cómo cambió su expresión, aunque luego la ocultó y cuando se miró con Alex, le pidió que no dijera nada. Algo encontraron en mi cuerpo. Y para colmo, hace una hora, Julián ingresó a la habitación, en su rostro vi su preocupación, no podía mentirme. El conocernos desde niños nos daba esa seguridad.—¿Qué pasa, hija?—Nada, mamá. Todo está bien. Sentí su abrazo, y un recuerdo de la conversación con el padre Castro vino a mí.—Entiendo tu enojo con Él, con quien menos tiene la culpa. Pero… tal vez no estás enojada con la madre de Dios. —No quiero saber…—Es un regalo que te tengo, hija, toma. —puso en mi mano un rosario—. Oré con él, para mí ya está bendecido y no por mí. Desde mi punto de vista, los objetos se bendicen cuando oras con ellos, así creas un vínculo con la oración. Te lo regalo. Aunque no lo utilices, pero si te nace orar, sería un alivio para ti. —No creo, pero usted me
NadinaLlegamos de la reunión de Blanca, ya no podía seguir ocultándole a Eros que estaba embarazada.—Divina, ¿quieres cenar? —Le sonreí, me miró y suspiró—. Mientras preparo la cena, ¿podemos hablar? —mi corazón comenzó a latir más de prisa.—Claro.—Vi la invitación que te hicieron para presentarte en la galería de Nueva York.—Sí. —Aún no había decidido.Esa preciosa sonrisa me desarmó. Lo amaba, jamás lo negaré, pero yo quería más. Necesitaba sentirme importante para él y no su última opción.—Nadina…—Sí. —Me observaba.—Sí, estarás en la galería, o sí debemos hablar. Desde hace un mes no hemos estado juntos, me evades y eso ya me preocupa.Tenía razón, ya se me notaba el vientre y con lo demandante que podía llegar a ser en temas íntimos, temía que le hiciera daño, hasta ahora mi hijo se desarrollaba de manera perfecta, y sus turnos en la clínica fueron los que me había salvado. Puso el agua para hacer pastas. Sacó el atún y el tomate para hacer la salsa.—Eros… yo…No pude hab
ErosMe tardé más de la cuenta y le dije a Nadina que no demoraría, pero esto era fascinante y espero ella pueda entenderme. Ver el milagro de la vida y saber que hice parte para lograr a cabo da una gran satisfacción en el alma. Era como confirmar que naciste para salvar vidas. Así como mi mujer me salvó en el pasado.Todos me felicitan porque la medicina que le suministré al paciente, la cual era experimental, daba resultad. Él ya había sido diagnosticado con daño cerebral, y ahora sus familiares no dejaban de agradecerme. Aún debía seguir sumando más casos para que puedan avalar mi tratamiento como la cura para esas personas que estuvieran en estado de coma. Ellos estaban regresando.Eran las dos de la mañana, Nadina ya debía de estar dormida. ¿Qué querrá decirme? No hemos intimado desde hace un mes y eso me preocupaba. Dejé la bata en el perchero, tomé las llaves del carro. La puerta se abrió y Amelia ingresó. —Si volvía de nuevo a insinuarse, tendré que pedirle a Benjamín que la
AdaraTerminé de arreglarme para presentarme en la constructora. Ayer, después de que la gente se fue, nos quedamos en la casa, con nuestro pequeño príncipe… —No pienses de nuevo en eso, pero no podía mentirme a mí misma, así me vean sonriente. Mi alma no sanaba, creo que jamás sanará por la pérdida de mi bebé y el llanto de mi pequeño príncipe solo renovó todo.Pero Maco tenía razón, ya era momento de enfrentar mi verdad, y no iba a permitir que ese imbécil se case, y si lo hace, haré que se arrepienta. Él sigue odiándome, y yo he sido la primera promotora para incrementar ese desprecio al darle a entender que, si lo hice, el problema fue que él no entendió la ironía.Y los antecedentes a mi espalda, por creerme una mujer empoderada y liberal… yo misma, por creerme toda poderosa, me enteré el puñal. Tampoco quiero pensar en las palabras del padre Castro, si lo hago no tendré la valentía de plantarme en mi empresa. —tocaron a la puerta.—¡Adelante!Papá ingresó. Ya se encontraba ar
NadinaNo había dejado de mirarme. En el desayuno terminé sacándole el cuerpo, pero eso, solo hizo que él quedara más preocupado y por eso, me había buscado desde entonces. Los nervios me estaban matando; sin embargo, debía hacerle frente a esto y como nos había enseñado el padre Castro: «cuando una batalla se avecina y sientes que no podrás con ella, invoca al que todo lo puede y verás cómo él llega con sus ángeles.»Por alguna razón me cegué y no me inyecté la última vez. Ahora tenía trece semanas de embarazo.—Nadina, ya me tienes muy nervioso.—¡Estoy embarazada!Solté de una y sin contemplación. Su mirada pasó por una gama de sentimientos; para algunas cosas, nos entendíamos como si pudiéramos leernos la mente. Se levantó de la silla, cerré mis ojos, mi corazón palpitaba demasiado, la segregación aumentó, todo mi cuerpo transpiraba por el miedo a su reacción, las manos húmedas… —Intentó hablar, y volvió a callar. Caminaba de un lado a otro.—¿Falló el método anticonceptivo?«La v