JuliánNos entregaron las cenizas en la mañana. Pero los sucesos en Colombia y Estados Unidos arruinaron nuestro sábado. Esa es la verdadera razón por la que adelantamos el vuelo, por eso no alcanzamos a ir al lugar donde Adara deseaba esparcir las cenizas, en cambio, nos tocó llevárnosla con nosotros. Una vez se enteró del incendio, corrió al baño a vomitar. No la ha pasado bien, eso era más presión a su deseo de quedar en cinta.Sin duda, por ahora no tendremos tranquilidad. Nos encerramos en el apartamento donde vivió días muy dolorosos de su vida. El mismo a donde llegué y marqué un antes y un después en nuestra relación. Donde nos llenamos de intolerancia y la ilusión de nuestra vida unida, se fue al caño tiempo atrás. Las maletas esperaban arregladas a un lado de la puerta; en unas horas debemos partir al aeropuerto.—¿Ya estás mejor, Rubia?Nos encontrábamos en la habitación de Juliancito. Todo era azul, con un dibujo precioso, su cuna a un lado…—No. —Le acaricié la espalda, l
Adara¿Por qué no me hacía caso por una vez en su vida?, sería feliz si dejara de ser ese macho alfa. En él era imposible. Julián se puso frente a Alonso. Todos lo conocíamos desde el juicio al solicitar la custodia de Ernesto. Era un hombre delgado, no llegaba a un metro con ochenta, tenía barba, rondaba los sesenta años, para ser un mafioso había gozado de una larga vida o había tenido que ser muy malo.Su hijo se parecía demasiado a él en el físico, pero más alto y mucho más atractivo. No era necesaria una prueba de ADN cuando los rasgos eran innegables. No obstante, en la manera de pensar y actuar, Ernesto era un hombre correcto, familiar, afectivo y honorable. El tío Alejo supo criarlo a lo antiguo. Porque era todo un caballero. Te cede la silla, te abre la puerta del auto. Igual que Eros, eran de la misma escuela familiar. Pero su padre biológico era otra cosa y enfrentarlo de manera directa no era una buena idea. El hombre varios centímetros más bajo que Julián, nos reconoció,
NadinaSeguía somnolienta, quería abrir mis ojos y no podía. Volví a quedarme dormida. Así había pasado varias veces. A lo lejos escuché de nuevo su voz.—Divina, haz un esfuerzo para abrir esos hermosos ojos, quiero verlos.¿Eros? Su voz la había estado escuchando en repetidas ocasiones. En una de esas gritó mi nombre, suplicaba e imploraba que no lo dejara… debía seguir su voz… Y en esta ocasión me propuse seguirlo. Me aferré a él, a esa tabla de salvación que me ofrecía, deseaba verlo. También habló de nuestras hijas, las cuales me necesitaban. ¿Por qué?, habló sobre su… No, no, no. Eso debió de ser un sueño. Su enfermedad quedó desterrada, él no podía recaer.» Eso es amor, intenta despertar. Acabas de mover un poco tus dedos. —Insistí contra la pesadez. Logré abrir un ojo, veía borroso, parpadeé varias veces—. Continúa. Sigue aferrándote. Tus padres llegaron, igual los míos, también David y Blanca. Nuestros amigos ya están viajando desde Italia. Y dos preciosuras quieren conocert
NadinaTodos nos reíamos, a pesar de que algo pasaba en el ambiente. Referente a lo de Fernanda, nadie se metía con ella, nos quedamos mirando la pantalla, se sintió vulnerable. Siempre había mostrado esa coraza de hombre rudo, pero en el fondo tenía un corazón inmenso, gentil y protector. Nunca entendí ese amor a los riesgos. Pero así era él. Amaba la adrenalina.—Los extraño.No dábamos crédito a lo que escuchábamos. Se puso sentimental, cuando estaba recién parida, cuando tenía esta sensación de no sé qué me pasaba.» No llores, Nadi, pero la verdad los extraño: quién iba a pensar que me harían falta los regaños de papá, las comidas de mamá los fines de semana, así mi hermana, cocine más rico. Regresa pronto enana, quiero cargar a mis pequeñas sobrinas.Se quedó callado, nos miró a cada uno. Supimos en ese momento de su dilema para decirnos sin hablar lo mucho que nos amaba. No solo tenía un marido a quien le costaba decirnos las cosas o abrir su corazón, mi hermano era nulo ante e
JuliánLlegamos en la mañana, nos dirigimos a la clínica. En el taxi llamé a mamá para preguntarle por Althaia.—Hola, mami.—¡Julián! Me alegra que llegaran bien del viaje. —puse el altavoz, escuchamos los gorgojos de nuestra hija—, estoy jugando con mi nieta. Tu papá salió a visitar a los chicos a la cárcel, de ahí se reunirá con Carlos. Él va a ponerse al frente de lo acontecido con el orfanato, los niños y la muerte de Margarita.—¿Todo ha estado bien?Me preocupaba mucho la situación, tener a una persona que te respiraba en la nuca para matarte, alteraba al que sea. Además, nosotros ya lo vivimos.—Sí. Ya sabes cómo es tu padre, tiene al pobre de Jenaro con trabajo hasta el cuello, también es un poco paranoico; contrató a un batallón. La casa está rodeada, parecemos mafiosos. No puedo salir si cuatro camionetas no me siguen, así que para evitar tanto alboroto me quedo en casa, consintiendo a mi preciosa nieta.—Mamá, sabes por qué lo hace, yo lo comprendo.Aún tengo en mi mente l
ErosDespués de terminar de hacerle los exámenes a Adara y mientras esperábamos los diferentes resultados, no quería decir nada sin tener la confirmación. Pero mi mejor amiga estaba embarazada; sin embargo, mientras Alex le hacía la ecografía, notamos anomalías, nos miramos y le hice señas sutiles de que no dijera nada. La verdad es que esas manchas no eran alentadoras.No quería ilusionarla una vez más, para luego tener que decirle… tener que matarle su más grande anhelo. —Eres indescifrable, Dios, en verdad tus pruebas para cada uno de tus hijos son severas—. Será mejor esperar a tener los resultados para dar un veredicto. Pero tener que ser yo quien se los diga no es justo. He sido testigo de su proceso de depresión.Y por mi lado tampoco escampa. En la habitación de Nadina se encontraban embelesados con las bellezas de mis hijas… Esa era otra noticia que no sé cómo decirla. Mi Divina irá a culparse. «¿Hasta cuándo serán las penurias?» ¿Y ahora esto? ¿Qué estamos pagando, en verdad
AdaraAlgo pasaba, no era tonta, algo encontró Eros en los exámenes realizados. —Porque me percaté de cómo cambió su expresión, aunque luego la ocultó y cuando se miró con Alex, le pidió que no dijera nada. Algo encontraron en mi cuerpo. Y para colmo, hace una hora, Julián ingresó a la habitación, en su rostro vi su preocupación, no podía mentirme. El conocernos desde niños nos daba esa seguridad.—¿Qué pasa, hija?—Nada, mamá. Todo está bien. Sentí su abrazo, y un recuerdo de la conversación con el padre Castro vino a mí.—Entiendo tu enojo con Él, con quien menos tiene la culpa. Pero… tal vez no estás enojada con la madre de Dios. —No quiero saber…—Es un regalo que te tengo, hija, toma. —puso en mi mano un rosario—. Oré con él, para mí ya está bendecido y no por mí. Desde mi punto de vista, los objetos se bendicen cuando oras con ellos, así creas un vínculo con la oración. Te lo regalo. Aunque no lo utilices, pero si te nace orar, sería un alivio para ti. —No creo, pero usted me
NadinaLlegamos de la reunión de Blanca, ya no podía seguir ocultándole a Eros que estaba embarazada.—Divina, ¿quieres cenar? —Le sonreí, me miró y suspiró—. Mientras preparo la cena, ¿podemos hablar? —mi corazón comenzó a latir más de prisa.—Claro.—Vi la invitación que te hicieron para presentarte en la galería de Nueva York.—Sí. —Aún no había decidido.Esa preciosa sonrisa me desarmó. Lo amaba, jamás lo negaré, pero yo quería más. Necesitaba sentirme importante para él y no su última opción.—Nadina…—Sí. —Me observaba.—Sí, estarás en la galería, o sí debemos hablar. Desde hace un mes no hemos estado juntos, me evades y eso ya me preocupa.Tenía razón, ya se me notaba el vientre y con lo demandante que podía llegar a ser en temas íntimos, temía que le hiciera daño, hasta ahora mi hijo se desarrollaba de manera perfecta, y sus turnos en la clínica fueron los que me había salvado. Puso el agua para hacer pastas. Sacó el atún y el tomate para hacer la salsa.—Eros… yo…No pude hab