Aksel La miré terminarse de vestir con la ropa que había llegado esta mañana, se veía hermosa como todos los días pero esta vez, había algo diferente en ella, algo que me hacía no despegarle los ojos de encima. Tal vez se debía a la confesión de anoche, esas palabras que hicieron que mi pecho se inflara de orgullo por tener a la mujer más bella que mis ojos pudieron contemplar, a una mujer que no sólo poseía belleza superficial sino interior. Por muy rota que estuviese seguía siendo una excelente persona y me llenaba de felicidad hacerla sonreír más a menudo. —Si continuas mirándome tanto pensaré que me veo mal —comentó mirándome a través del espejo, le sonreí y sacudí mi cabeza caminando hasta ella para rodear su cintura. —Al contrario, te ves espectacular. —Lo sé —sonrió al repetir las mismas palabras que dije ayer por la tarde. —No quiero apartarme de ti, pero... —solté un suspiro cansino recordando todo con lo que tenía que lidiar hoy, Harry había enviado un mensaje informand
Aksel —Adelante —pronuncié ante los toques en la puerta de mi oficina, el gerente de recursos humanos entraba por ella seguido del pasante que me hizo mirarlo por sobre mi hombro. Me encontraba de espaldas a la entrada, de pie mirando a través de los ventanales satisfecho con las notas que acaban de sacar los medios por la presencia de Noah en la empresa. —Buenas tardes, señor —bebí de mi whisky y me di la vuelta para encontrarme con el imbécil ex novio de Ciara. Un tipo para nada interesante, delgado, estatura mediana y otro que otro rasgo que no parecía tan desagradable. —Él es Benjamin Jones, el pasante del que le comenté. Se había presentado por la mañana con la lista de los pasantes en la empresa, resaltó el nombre del mencionado muchas veces alegando que era un muy buen elemento. Seguramente por petición de Jones estaba tratando de buscarle un espacio para trabajar. Dejé la bebida en la mesa y me senté en la silla, desvié mi atención a la pantalla de mi computador sin darle
Ciara Cuando Aksel le mostró a mi hija su nueva habitación literalmente enloqueció, gritó y corrió alrededor del lugar, se subió a la cama saltando sobre ella con la emoción desbordando sobre ella. Sólo pude sonreír ante a su arrebato y abrazarme al torso de él, contemplando a mi hija yendo a la parte de arriba del castillo y jugando con los peluches que habían ahí. —Si al crecer es una niña caprichosa será tu culpa —le dije dejando que besara la coronilla de mi cabeza. —Asumo toda la responsabilidad —rió sin despegar la vista de ella, le creía cuando dijo que deseaba ser el padre que ella no pudo tener. Se esforzaba por cubrir sus vacíos con estos regalos que la hacían feliz, dándole atención y cariño también. —¡Elanna! —la llamé y asomó su carita entre las escaleras —¿Le has dado las gracias a Aksel? Ella negó con su cabeza y se apresuró a bajar para venir con nosotros, me aparté de él para que pudiera agradecerle como ella acostumbraba a hacerlo. Abrazándolo y murmurándole no
Ciara Volví al auto con Aksel para ir a la empresa, se mantuvo en total silencio todo el camino y un beso fue lo que me dio prometiendo vernos en el almuerzo cuando el ascensor se detuvo en mi piso. —Que sea en tu despacho —le guiñé un ojo haciéndolo sonreír mientras metía las manos dentro de sus bolsillos y lanzaba un beso al aire. Con mis ánimos renovados caminé a mi cubículo, ni siquiera las ponzoñosas de las demás secretarias pudieron borrar mi sonrisa radiante. —Vaya, vaya, miren quién regresó de sus vacaciones —canturreó Ava mirándome sentada sobre su mesa y con las piernas cruzadas. Sus demás compañeras a su alrededor. —Hay algunas que si podemos permitírnoslo —sonreí dejando mi bolso sobre el escritorio, di un vistazo al despacho de mi jefe que aún no llegaba. —¡Ja! —soltó una mirándome de arriba abajo. —¿Quién eres? —una de ellas se acercó a mi, reparando mi aspecto —No eres alguien ordinario, llegaste de pronto en un espacio que estaba bien ocupado, vistes ropa de dis
Ciara Subí a la camioneta que me esperaba fuera del edificio, había terminado mi jornada laboral y después de despedirme de Aksel le pedí al señor Flavio que me llevara a casa de la señora April. —¿Como ha estado, señor Flavio? —pregunté, se había ausentado por algunos días y desde que comencé a trabajar pocas veces veía a la señora Maria, a quien extrañaba mucho. —Muy bien, gracias a Dios —sonrió con cordialidad —. A usted se le ve mejor, me da mucho gusto. —Gracias. —Es bueno que el señor Aksel le haya encontrado, nunca lo había visto tan relajado como lo está desde hace unas semanas —sonreí con las mejillas sonrojadas, claro que tenía que ver con su cambio —ni siquiera lo vi así en su antiguo matrimonio. Me tensé de inmediato al escuchar lo último, a veces olvidaba ese detalle y me incomodaba que me mencionaran aquello cuando sabía el infierno que había sido para los dos aquel tiempo. —Lo siento, no quise... —trató de disculparse cuando notó que había hablado de más. —Está
Ciara Levanté la mirada permaneciendo serena y me encogí de hombros, sintiendo la mirada acusadora de una de ellas. —No sé, quizá si lo sea —sonreí —tener a un hombre como el señor Lambsdorff es...—Como un sueño —me interrumpió una —él es tan atractivo y adinerado, el hombre perfecto. —¿Hombre perfecto? ¿Hablan del mismo que Isla Spencer describe en sus entrevistas? Mucho dinero podrá tener, un perfecto atractivo pero de eso a ser el hombre perfecto. —Bueno, creo que es preferible llorar en una gran mansión, con tarjetas de crédito ilimitado en tu mano que a estar encerrada en una habitación minúscula, trabajando ocho horas por el salario mínimo.—Además, las palabras de Isla Spencer han perdido credibilidad con las demandas que tiene ahora —Ava se encogió de hombros —tal vez si le fue infiel pero no a cómo ella dice. —Si, yo también creo que las ha exagerado —opinó otra. No comenté más al respecto y dejé de escucharlas cuando empezaron a criticar a Isla, no tenía nada contra e
Aksel Decliné cada llamada de mi madre, inclusive las de mi padre. La ira recorría mis venas, quería deshacerme de Isla ya, no soportaba su existencia y que siguiera metiéndose en mi vida. Lo qué pasó debería quedar en el pasado y no seguir removiéndolo, no tenía caso. Acepté que hablara de mi, de hecho no tenía problema en que se desahogara tirándome mierda pero el que estuviera tirando sobre alguien que no tiene nada que ver en el tema, simplemente no lo dejaría pasar. —¿Está listo? —Si, todas las redes de Isla han sido dadas de baja. Ya tienen en la mira a Noah, procederán cuando des la orden —Me dejé caer en la silla y la giré hacia los ventanales, era tan fácil deshacerse de ella pero con todo lo que pasaba las culpas recaerían sobre mí y no era prudente —¿Estás seguro de esto, Aksel? —Su hermana acaba de salvarlo, no puedo hacer nada cuando la atención está sobre mi, al pendiente de cada uno de mis movimientos —se hizo un silencio que fue interrumpido por el sonido de la pue
Ciara Volvimos a casa al anochecer, un poco tranquila que Aksel hubiese resuelto todo con su madre. Al menos eso era un peso menos, ni siquiera había sido capaz de revisar las redes sociales con miedo a lo que pudiesen decir de mi, palabras que no merecía. Después de acostar a Elanna llegué a la habitación bastante cansada, olvidé los planes que teníamos para esta noche y sólo me di un baño y me metí entre las sábanas. No supe a qué hora llegó en la noche, fue un sólo sueño hasta en la mañana que me despertó con besos húmedos en mi rostro y cuello. —¿Ya te había dicho lo hermosa que te ves por las mañanas? —preguntó haciéndome sonreír y tirar de él para besarlo, sus grandes manos rodearon mi cintura pegándome más a él como su eso fuera posible. —Creo que no lo habías hecho —respondí dejando que me siguiera besando el cuello y que sus manos recorrieran mi cuerpo. Jadee cuando se acomodó sobre mi, abriéndose espacio entre mis piernas.—Te deseo tanto, preciosa —murmuró con su voz má