Mientras se alejaban de los Infantes, Sonia pensaba en lo que había ocurrido. Jamás hubiera pensado que ella podría dominar a alguien tan imponente de una manera tan fácil, se sentía muy orgullosa de ella misma y pensaba que en cualquier momento su pecho estallaría de la alegría, se obligó a permanecer tranquila, no quería que Selene la tomara como a una niñita emocionada.
Le estaba por echar un ojo para ver qué expresión tenía, cuando notó que su compañera la observaba con las facciones del rostro relajadas, no hablaba, sino que le echaba miradas furtivas. Haciendo como que no se dio cuenta, continuó sin mencionar nada hasta llegar a una sección del patio donde varios soldados se ejercitaban levantando bolsos rellenos de arena. Una vez allí, se acomodaron apoyándose en unos postes cercanos con la imagen de los efectivos realizando sus rutinas.
Volviero
¿Selene es tan antipática como lo aparenta?
Veintiuno… Veintidós… Veintitrés… Veinticuatro… Veinticinco… —¡Espera, espera! ¡Necesito descansar! —anunció el Novato agotado, extendiendo sus brazos por debajo de su cuerpo. —No tienes nada de resistencia, Arthur —le reprochó Neguen con tono tranquilo—. Tienes que desarrollar fuerza en esos brazos, tensionar un arco requiere energía y firmeza. No lo lograrás si no puedes aguantar una serie corta de flexiones de brazos. —¡Pero no puedo más! Con un temblor en todos sus miembros, las fuerzas del muchacho se le agotaron y la solidez de los brazos se le vencieron, cayendo al suelo boca abajo respirando con dificultad. Neguen continuó con las flexiones con tranquilidad, respirando profundo hasta completar la serie de t
Él no le respondió, tenía la vista puesta en las dos mujeres: la Capitán pareciera que le contaba algo serio, y su compañera la miraba a los ojos con una actitud inquieta, con aprensión. Luego Cass le apoyó una mano en el hombro e increíblemente Selene se dejó tocar por la desconocida. Algo no anda bien con el Capitán Navy, la pelirroja jamás se dejaba tocar por nadie, de todas maneras se guardó su pensamiento para sus adentros, no quería distraer a sus compañeros con sus sospechas, muy pronto saldrían a pelar contra los Infectados y necesitaban estar con la mente fría. —¿Será que nos encomendaron alguna misión extra? —sugirió el Novato. Al instante sonó una descarga de disparos de fusil de asalto, la Infantería entró en contacto y la batalla en la Llanura comenzaba.
Ambas unidades bajaron de la estructura. Neguen sintió vértigo mientras se ubicaban del lado derecho de Cass y comenzaron a trotar pegados a la misma hacia el centro de la formación. —¡Ahora sí comienza la fiesta! —llamó a Selene, justo a su derecha—. ¡Mantengamos la formación, Sonia está a mi lado! —¡No te separes! —replicó este flexionando sus brazos, miró a su izquierda para ubicar al Novato—. ¡Arthur! ¡Te quiero acá y muy concentrado! ¿Estás con nosotros? —el muchacho, nervioso, asintió con la cabeza en un más que respetable intento de permanecer valiente—. ¡Entonces todos juntos, Punta de Lanza sin separarse! Siguieron trotando, cada vez se acercaban más y más a la ola de muerte que amenazaba con terminar la poca vida humana que quedaba en el planeta. Lejos de d
Ubicaron a Cass cerca de la retaguardia, cuando estuvieron cerca pudo notarla agitada y sangraba por una herida producida en su brazo, pero no perdía su expresión segura y burlona en ella. De rodillas junto a ella, los Cazadores de la Novena respiraban con dificultad. Se los veía magullados, agotados y algunos tenían heridas leves, sin embargo lanzaron vítores y aplaudieron en el momento en que se les unieron. —Eso que hicieron fue impresionante —les dijo la Capitán impresionada, esbozando una sonrisa—. Tendré que decirle a Navy que nos dé una sesión de combate luego de todo esto. Neguen no tenía ni idea de lo que habían hecho, en su cabeza solo había lugar para la supervivencia y el cuidado de sus compañeros de escuadrón, asintió sin decir nada. —Capitán, solo los c
Despertó, maravillosamente renovado y con mucha vitalidad. ¿Cuánto tiempo había dormido? Se movió entre las sábanas sin abrir los ojos, estaba muy cómodo.—¡Oye, Cassy! —dijo la voz de una mujer—. ¡Creo que tu amigo despertó!Tardó unos segundos en comprender el sentido de aquellas palabras, parecía que su cerebro le costaba arrancar con el resto de su cuerpo. Se escucharon unos pasos ligeros que iban y venían, no le importó, quería seguir durmiendo.—¡Buenos días, bello durmiente! —susurró otra voz femenina con dulzura, un sonido que le resultó conocido en algún rincón de su mente—. ¿Estás despierto?
Decidió terminar su desayuno e irse cuanto antes. No por sospechar alguna mala jugada de ella ni nada por el estilo, ya que estuvieron juntos por más de nueve años y pasaron por mucho en los Bosques del Oeste bajo el mando de la actual Teniente Rowen en el Décimo Cuarto Escuadrón del Cuerpo de Cazadores.Ambos entablaron una buena relación desde el primer día que tuvieron trato, ella era verdaderamente simpática y estaba siempre de buen humor. Fue una de las pocas personas con la que se sentía cómodo dentro de la fuerza, tanto como cuando había entrado como un recluta como después de que se convirtiera en quién era hoy en día, siempre lo trató de la misma manera y por eso le guardaba mucho cariño llegando a considerarla como una hermana mayor.Tambi&e
—¿Qué?—¡Buenos días, escuadrón! —saludó este con voz enérgica.Neguen y Arthur interrumpieron su práctica con brusquedad y se volvieron para observarlo, pudo notar felicidad en sus expresiones cuando le sonrieron. Los cuatro abandonaron el lugar para acercarse a él deteniéndose a una corta y respetuosa distancia.—¡Capitán! —vociferó el Moreno con un tono tan alegre que lo conmovió—. ¡Por todos los Cielos! ¿Cómo se siente?—Mejor querido, mejor —replicó sin dejar de sonreírles.—¡Ay, Capitán! ¡Qué bueno que esté
En el momento en que sus labios se conectaron en un beso intenso, sintió como parte de su dolor se evaporaba, como desaparecían la tensión y la culpa que sentía desde que ella confesó su dolor.Selene no lo soltaba, lo sujetaba muy fuerte y no paraba, acariciándolo como si fuera algo que deseara desde hacía mucho tiempo. Tampoco él quería que lo hiciera, el sabor dulce de sus labios lo enloquecía y lo embriagaba a tal punto que no querría nada más en el mundo que tenerla solo a ella, besándolo como si no hubiera un mañana.Luego de lo que le pareció una eternidad, ella se separó de su boca para dedicarle una mirada de impresión. Él acarició el cabello de la mujer, rojo como el sol del ocaso sobre el horizonte nublado del Bosque. R