ARTURO BRUSQUETTI. El sonido ensordecedor del vaso, haciéndose añicos en la pared, llama la atención de mi familia en el comedor. Se escucha sus pasos acercándose. Estoy seguro que se trata de mi madre. Ella y sus manías de meterse en donde no le importa. Me siento cansado de todo. Perdido. Una cosa muy difícil es alejarme de ella; pero la otra, es que lo haga porque me crea una mala persona. O porque me dedique a negocios como esos. — ¿Qué significa todo este desastre? — ingresa mi madre. Retengo el aire para no estallar en contra de ella. Todo me está saliendo mal. Todo está fuera de control. Mi vida se está convirtiendo en un asco. — Sal de aquí, madre — siseo cada palabra en cámara lenta, para que lo escuche bien y obedezca. Pero es tan retorcida que le vale una hectárea mi pedido. — No me dirás que hacer. Soy tu madre y me preocupas, Arturo — Río de forma irónica. — Estoy harto. Están en todas partes. Mi vida se ha vuelto un completo desastre — Sus gestos se contraen
Cuando estaba en la oficina, me dispuse a trabajar de forma tranquila, sin embargo, al medio día, opto por salir a comer algo. Desde siempre he estado solo, porque simplemente no tengo amigos, por lo que comer solo, no era un problema, aunque los medios, siempre tergiversaban la información. Mauricio no lograba conseguir ninguna información, pero estaba seguro que lo haría, aunque el tiempo parezca corto, y mientras comía solo y pensaba en todo lo que estaba sucediendo, mis ojos se percataron de una pareja ingresando al restaurante. Al parecer la vida, estaba destinada a hacerme la vida imposible, pero, sobre todo, a golpearme en donde más me duele. ¿Se han vuelto locos los dos? — Que coincidencia verte por aquí, Arturo — saluda mi hermano. Lo observo y luego paso mi atención en la mujer que se encuentra a su lado. La vida al parecer está empeñada en ponernos en el mismo lugar. — Al parecer — respondo, volviendo a enfocar mi atención en la comida. — Podemos ir a otra mesa, Arm
KERIANNE BACAB. — Por fin te dignas a atenderme — manifiesta Smith, ingresando por la puerta —. Parecía que me estabas evitando. — No te estaba evitando a ti, estaba evitando ese comportamiento tan… — Lo observo de pies a cabeza—, ya entiendes. Desde que pise tierra londinense, he hecho hasta lo imposible, como no hablar con él. Reuniones fuera de la oficina, aunque si estaba aquí encerrada. Oculta como si hubiese cometido algún crimen. — ¿Piensas darme una bendita explicación? — Esa bendita explicación, pídeselo a mi padre — respondí. Desde aquí, puedo ver cómo pone los ojos en blanco. — Estoy cansado de este juego, Kerianne. Podrás ser la hija del dueño de todo, pero soy el presidente de esta empresa y me debes respeto, lealtad. No puedes hacer nada sin mi firma, todos los pendientes deben pasar por mí para aprobarlos, no decidirlo por ser una Bacab — Arqueo una de mis cejas, y al parecer eso le molesta —. Te estás sobrepasando. ¿Qué se puede esperar de alguien que lo ha te
Armando llega un par de minutos después. Natalie no disimula su rostro de poco agrado, pero no refuta nada, y el hombre se percata de eso. Cuando nos deja solos, suelto todo el aire y eso llama la atención de mi amigo. — Espero no haber llegado en un momento crítico — murmura, pero yo no respondo nada. Mi mente sigue puesta en ese momento de persecución —. Kerianne, ¿estás bien? Levanto la cabeza para mirarlo y asiento. — Sí. Estoy bien. Un poco cansada — Me observa fijamente. Sus grandes ojos redondos, estudian mis facciones como si supieran que le oculto algo —. Mejor dime, ¿a qué se debe tu visita? — Solo pasaba a saludarte, e invitarte a almorzar más tarde — Sonrío. Siempre lo hago, aunque la situación sea crítica, pero hoy no tengo cabeza para salir. — Armando, me tendrás que disculpar por ésta vez, no estoy en condiciones de salir hoy — Señalo la mesa llena de documentos —. Estoy atrasada con los pendientes, y estoy segura que mi padre vendrá. — Entiendo… ¿Sucede algo?
Finalizando el día, mi padre pasa a recogerme. Observó a Natalie, quién sube a otro vehículo. — Florecilla, ¿cómo estuvo tú día? — pregunta, pero sé que no es eso lo que realmente quiere saber. Estoy segura que ya está al tanto de todo. — Sé leer entre líneas, padre. ¿Has tu verdadera pregunta? — Está bien. ¿Cómo estás? — repite la pregunta y reímos —. Ya me he enterado de todo y no, no me lo dijo tu asistente. Suelto un suspiro, cargado de frustración. A veces olvidó quién es realmente mi padre. — Estoy bien. Como puedes ver, logré salir ilesa de esto. — Los Brusquetti siguen buscando problemas — lo estudio fijamente, esperando que diga algo más, pero no lo hace. — Padre, hay algo que quiero decirte –confieso finalmente —. Arturo… — Sé a lo que se dedican su familia. Siempre lo supe. — Lo miro sorprendida. — Estaba casada con él — gimo. — Porque tú lo quisiste, y porque él, no es parte de eso. Aunque, su abuelo siempre quiso manejarlo a su antojo. — Padre, yo… — De qu
ARTURO BRUSQUETTI. Hacer el amor, es algo sumamente delicioso cuando se trata de la compañía de la mujer que anhelas tener siempre contigo. Kerianne era todo lo que necesito para sentirme completo. Me daba esa paz, que, por mucho tiempo, añoraba. Ambos estábamos envueltos en una manta. Ella dormía plácidamente, mientras yo la observaba con tanta adoración. Es el ser más hermoso, que la vida ha podido brindarme, y ahora, debo proteger. No puedo alejarme. Cometí ese error, y por ello actuaron, creyendo que no me importaría. Y ahora, estoy aquí, al lado de ella, como siempre debió ser. Amándola a cada segundo de mi vida. Se remueve entre mis brazos, y lentamente, abre los ojos, hasta acostumbrarse a la luz. Me observa y simplemente, le sonrío. — Buenos días — musita, con la voz ronca. — Buenos días. ¿Qué tal dormiste? — La sonrisa se amplía en su rostro. — Bien, ¿y tú? — Perfectamente — respondo. Nos disponemos a entregarnos una vez más al placer, para finalmente, rendirnos. N
Pocas eran las personas que me generaban desconfianza, y Viktor era una de ellas, especialmente, cuando en la portada del periódico, aparece besando a mi mujer. Estar molesto, quedaba corto. En definitiva, estaba tramando algo, pero lo que más me sorprendía, es que mi hermano, solo observaba el periódico sin pestañear. No dio un grito al cielo, no actuó ni reclamó. No demostró absolutamente nada. — ¡Esto es inaudito! ¿Cómo puede faltarle el respeto de esa forma? Alguien debe enseñarle a respetar a una mujer — Me quejo, caminando hacia la puerta que da a la salida; sin embargo, mi escolta me detiene, y mi hermano, simplemente, se marcha del lugar, luego de observar su teléfono celular. No dijo absolutamente nada. Solo se fue, mientras yo era retenido, con las fuerzas del único hombre, que hasta hoy, ha demostrado ser leal conmigo. — Debe calmarse, señor. Recuerde que lo que tienen aún no es de público conocimiento — Intenta hacerme recapacitar. La puerta se abre, y mi padre ingre
KERIANNE BACAB. Tomé la decisión de estar con él. De dejar de pensar y vivirlo. Fue un impulso del momento, pero mi padre tenía razón. Arturo ha hecho lo suficiente para demostrarme que, en verdad, está arrepentido. No soy devota de las segundas oportunidades, no creo en ellas, sin embargo, no puedo pensar igual, sino he pasado por lo que él ha pasado. Su vida nunca ha sido fácil, y lo ha sabido disfrazar, hasta que le quitaron a la mujer que ama, convirtiéndola en un ser malvado, y sellándolo, con la muerte de su hermano. Ahora que todo eso, se ha declarado falso; enterarse que toda la verdad que tenía en frente no era real, que ha estado enfermo de odio por nada, el peso de la culpa lo carcome. Soy débil ante él, y no puedo verlo seguir sufriendo por un error que no hubiese cometido, si su familia fuese un poco más…, familia. — ¿En qué piensas? — pregunta Pau, desde la pantalla del celular. Hemos estado hablando desde un buen rato, detallando cada suceso que me ha ocurrido en