El evento había llegado, todos estaban un poco intrigados por tal organización. Nadie sabía porque se realizaba, pero todos asistirían para saciar su sed de curiosidad. Por mi parte, no estaba segura de ir, mi pare estaba de acuerdo con ello, y ni hablar de Arturo. Sin embargo, mi amigo estaba empeñado a que vaya, porque quería que le cuente lo que sucediera en el evento. No me parecía algo viable, pero estaba a punto de convencerme. — ¿Planeas ir? — pregunta mí, ahora, novio, mientras nos encontramos envueltos entre las sábanas de mi cama. Cuando planeaba responder, el timbre suena. Arqueo una de mis cejas y observo a mi hombre, como si el pudiera responder. — ¿Quién será? Deje un aviso que hoy no iría a la empresa — Me respondo a mí misma. — ¿Quieres que abra la puerta por ti? — inquiere. Lo observo con indignación. — Gracioso. Quédate aquí. — Me pongo de pie, y me coloco el pantalón de chándal y una remera. Camino, hasta llegar a la entrada misma. Abro la puerta y me topo
ARTURO BRUSQUETTI. Sabía desde un principio que algo no estaba cuadrando con el comportamiento de mi hermano, y a pesar de mis sospechas, solo supuse que estaba exagerando. Ahora se encuentra púbicamente comprometido con la mujer que amo, y pese a que ella está siendo obligada, su rostro me ha dicho que me calme, aunque es lo menos que siento en este momento. Me encuentro en una esquina, observando y todo, especialmente a la mujer que amo, siendo manipulada como un juguete de aquí para allá. Tiene el cuerpo tenso, y se nota que está pensando en el algo para salir de ese juego estúpido en el que le metió el idiota de mi hermano. Un camarero, me entrega una nota, y cuando lo leo, entiendo perfectamente el plan. Ella sabía que esto iba a pasar, y debo confiar en ella. Camino hacia la salida, donde Patricia me sujeta del brazo. — Esa zorra… — No la menciones. Estoy lo suficientemente cabreado como para escucharte — Ella sonríe. — Sigo casada con él — masculla, como si eso sería un
La idealización de un plan estratégico, no estaba llevándonos a ningún lado. Literalmente estábamos discutiendo por todo, y mi humor no ayudaba en nada, especialmente, cuando el hombre que pretendía a mí mujer, y al que creí muerto, en realidad está vivo, sonriéndome. — ¿Puedes dejar de mirarme así? — dice de repente el susodicho. — ¿Cómo? — Como si quisieras matarme — responde. — Es lo que realmente quiero hacer. Aún no olvido que besaste a mí mujer — Le recuerdo. — Lo cual, despistó a tu hermano psicópata y mandó a matarme y no a ti — manifiesta. Siempre con esa sonrisa de arrogancia, dibujada en su rostro de niño bonito. ¡No lo soporto! — ¿Pueden dejar de pelear? Mi hija está prácticamente cautiva en su departamento y en la empresa, no puede comunicarse libremente con ninguno de nosotros, y ustedes solo se pasan, peleando por algo irrelevante. — La voz de la madre de Kerianne, sale rasposa, como si estuviera a punto de romperse frente a nosotros —. Quiero a mi hija de vuelta,
KERIANNE BACAB. He perdido a cuenta de los días que han pasado desde que me vi comprometida con mi supuesto mejor amigo. Ha demostrado su verdadero rostro, y pese a las advertencias, quise creer que él, seguía siendo el mismo. O quizás, solo yo quise creer que era el mismo de siempre, cuando en realidad, siempre estuvo fingiendo. Es insólito, como nos ha visto la cara desde un principio, y como hemos caído en su trampa. Hemos sido manipulados como piezas fáciles de mover, y eso me tiene frustrada al cien por ciento. Realmente, no sé cómo hacer para salir de este crucigrama, pero de alguna manera lo hare. Me deshice de mi fortuna, dándole donde más le duele, y cuando se entere, se volverá casi loco, al punto de dar un grito al cielo. Sin embargo, aún tengo miedo por Arturo. Después de ver lo que hizo con Patricia, su esposa, y lo que hizo con Viktor, temo por su seguridad. — Natalie — Llamo a mi asistente, mientras Armando continúa asechando mi espacio. Desde lo sucedido con su espo
Entendía perfectamente lo que Viktor intentaba hacernos entender. Él era su amigo, y así como la mía, también anhela lo mejor para su amigo. — Creo que debemos hacer caso a las palabras de Viktor — apoyo, obteniendo la mirada de todos, puestas en mí —. Debemos ayudarlo. No sabemos qué fue lo que lo llevó a sufrir ese tipo de trastornos, pero tampoco podemos abandonarlos. — Ella tiene razón — dice Arturo, tomando mi mano —. No puedo simplemente abandonarlo. Es mi hermano. — Está bien, pero no prometo no matarlo, si atenta contra la integridad de mi hija — manifiesta mi padre —. Suficiente con que ella, haya decidido darte todo. — Su objetivo principal de personas como él, es manipular y generar dolor para obtener lo que busca, en este caso, es el dinero para solventar toda la mercancía. O, o entiendo muy bien de ese mundo, pero estoy seguro que la muerte es muy común, por lo que debemos cuidarnos el doble; especialmente tú — dice Viktor, señalándome —. Estás más cerca de él, y todo
Aterrizar con la mente alborotada, era erróneo. No recuerdo las veces que tropecé mientras corría hacia la salida del aeropuerto. Lo único que deseaba era estar en el hospital, acompañando a mí mejor amiga. Que ella esté bien. Ella debe estar bien. Una vez en la clínica, encuentro a Milkai en la sala de espera, igualmente nervioso, que, apenas me ve ingresando, se pone de pie, y se acerca. — No sabía a quién más llamar. Nunca me ha presentado a sus padres, y solo…, pasó. El auto venía muy fuerte y no pude hacer nada. No tuve tiempo de hacerlo. — Debes calmarte. Está bien, hiciste bien en llamarme. ¿Qué dijo el médico? —pregunto finalmente, mientras nos sentamos. Miro a Natalie, y asiente, sabiendo que debe comenzar a investigar. — Nada. O sea, dijo que está estable, pero se ha roto la pierna, y la han reanimado varias veces, porque sufría un paro, y…, tengo miedo, mucho miedo. Tomé su mano, y presioné con fuerza. — Ella va a estar, ella es la mujer más fuerte que he conocido, po
ARTURO BRUSQUETTI. Bella. Ella es bella; pero, increíblemente terca. Podría decir con certeza que ambos van de las manos, porque me es imposible entender, como es que, una mujer tan bella, tome el primer vuelo a Estados Unidos, solo porque una amiga tuvo un accidente. Es peligroso, especialmente cuando todos somos conscientes de que, ese accidente no fue algo que solo pasó. Fue ocasional. Y quiero ir, pero las ordenes fueron explícitas. Si eso pasó, fue una m*****a advertencia para ella, y nuestros encuentros. Él siempre supo de lo nuestro, y debí suponerlo, pero estaba tan concentrado en hacerla feliz, que olvidé vigilar a mi propio hermano, cuando ese era el trato ideal. Las señales siempre estaban. Ahora simplemente me toca aceptar la distancia entre los dos, porque estoy seguro, que Kerianne, no volverá conmigo, no cuando la primera advertencia, fue en contra de su amiga, y ahora está lidiando entre la vida y la muerte. — Hay noticias, de que la señorita Bacab, se encontraba
— Esta mansión está tan abandonada. — mascullo, mientras veo las ineficiencias de los jardineros, obteniendo una vista poco favorecedora. Si así de mediocre es aquí afuera, no me sorprendería ver cómo es por dentro —. No entiendo como madre lo permite. Mauricio no responde nada. Son exactamente las siete de la noche. Hora exacta de la cena. No sé estacionamos en frente mismo de la mansión, mientras mi escolta, baja y rodea el coche, para abrir la puerta. Cuando pongo un pie fuera, doy varias respiraciones profundas, para inmediatamente, convertirme en el hombre duro en el que me convertí. La puerta se abre, y sin siquiera mirar al mayordomo de mi familia, paso por su lado. Al pie de la escalera, se encuentra mi madre, con ojos enrojecidos y emocionados de verme. Corre hacia mi, para envolverme entre sus brazos. — Mi niño. ¡No sabes cuánto te he extrañado! — exclama, y solo hago una mueca, fingiendo una sonrisa. — ¿Por qué estás aquí, madre? — Es mi pequeño, Arturo. No seas injust