Mirella se encontraba en la habitación junto a Juliette. Melanie se retiró para darles privacidad. A la joven le parecía un poco extraño que por allí estuviera la madre de Karim, además de eso se sentía incómoda. —¿Ha pasado algo? —es lo primero que se le ocurrió preguntar no sabía de qué otra forma romper el hielo —. Yo no sabía que vendría. —No pensé que dormía en cuartos, separados aunque es entendible. —No sé qué decir. Ella sonrió. —No estás obligada a responder darme explicaciones, ¿cómo te has sentido? Juliette conectó con ella y sonrió apenas. Mirella tenía los ojos verdes como Karim; y llevaba el cabello corto sobre los hombros. Era una persona que se vestía elegante y físicamente resultaba atractiva. —No lo sé.—Has estado llorando, ¿es por culpa de Karim? Hablaré con él, no tiene que tratarte mal, le darás un hijo y debe cuidarte. —Él no ha hecho nada. Es decir... Toda esta situación es difícil, me supera, además estoy sensible por el embarazo. Mirella se acercó un
—¿Cómo podría saber quiénes son mis padres? Ellos me abandonaron en un orfanato, yo ni siquiera sé sus nombres. Tampoco era lo suficientemente grande para recordarlos, así que digamos que no tengo padres. Karim... Es extremadamente difícil conservar recuerdos del pasado, solo tenía tres años. —Entonces... ¿quién fue la primera persona que te dijo que fuiste abandonada?—¿Te parece que es un asunto fácil solo porque fue hace mucho tiempo? —se molestó —. Apuesto a qué odiarías que también indague en tu antaño, no querrías que me meta con algo que hiere. ¿Por qué lo haces conmigo? Karim se aflojó la corbata, asfixiaba toda esa situación. —¿Me creerías si te digo que odio a mi padre tanto como detesto este matrimonio arreglado? ¿Confiarías en mí si te digo que esta unión tiene otro objetivo? —¿Por qué pretendes actuar como el bueno? No caeré —sonó firme. —Porque nunca fui, ni seré el villano aquí, Juliette —emitió expresando algo diferente en sus ojos, era sincero. —Estás ebrio, otr
Alexander miró a todos lados, observando cada detalle en la oficina de Karim. Cuando sostenía el plumín favorito del Árabe, fue pillado por el aludido. —Alex, ¿qué haces? —Karim, estoy aquí tal como me has pedido. Creí que era una equivocación, pensé que no querías volver a verme —dejó el objeto en su lugar y se sentó. Karim respiró hondo. —Sí, es cierto que no quiero tener ninguna relación contigo. Pero hay una situación que me supera, tal vez puedas ayudarme. Alexander carraspeó la garganta y adoptó una posición más segura. Karim daba por hecho que el árabe le pediría algo a cambio. —Te escucharé, tal vez pueda hacer algo. —Trabajas para mi padre, ¿no? —¿Con tu padre? Solo le hice un favor, ya lo sabes. Me pagó por obtener a Juliette, es todo. ¿Qué es lo que exactamente estás buscando? —Quiero ver a mi padre tras las rejas —sonó tan convincente y frío que le puso los vellos de punta al tipo —. Entonces... ¿me dirás qué es lo que sabes sobre el origen de Juliette? —¿Por qu
Juliette miró la hora en su teléfono, era extraño que todavía no regresara de su trabajo. Karim solía llegar antes del anochecer. —¿Estás ansiosa? —inquirió Melanie y la joven dio un respingo ante la sorpresa. A continuación giró sobre ella y la miró negando con la cabeza. —No, solo estoy... Aburrida —es lo primero que se le ocurrió decir, pero Melanie sabía que no era cierto. —De acuerdo, deberías venir a cenar, la comida se enfriará. —Te alcanzaré —prometió con una sonrisa nerviosa. Cuando la mujer se retiró, Juliette exhaló sonoramente. —¿Soy tan obvia? —gruñó, se abofeteó mentalmente. ***Karim se encontraba sentado en su lujosa oficina, absorto en una pila de informes y documentos. Sus ojos, normalmente imperturbables, reflejaban un creciente signo de agotamiento. Los últimos días habían sido una vertiginosa sucesión de reuniones, negociaciones y decisiones estratégicas que parecían no tener fin.—Maldición, hay mucho por hacer —resopló cansado. Aunque el siempre se había
Paulina caminaba de un lado a otro en la pequeña habitación, los pasos resonando incesantemente contra las paredes. Sus manos temblaban y su respiración se aceleraba cada vez más, como si fuera a desvanecerse en cualquier momento. Sabía que estaba encerrada, pero su mente parecía encontrarse en otro lugar, atrapada en un torbellino de recuerdos y emociones descontroladas.Golpeó la puerta con fuerza, gritando el nombre de Karim una y otra vez, exigiendo respuestas, buscando la venganza que le quemaba por dentro. Su voz se quebró en sollozos desesperados, mezclados con maldiciones y súplicas.Detrás de la puerta, su madre Ana, escuchaba con el corazón encogido, los ojos llenos de lágrimas. Quería ayudar a su hija, protegerla de sí misma y de cualquier peligro, pero Paulina parecía cada vez más perdida en su propio infierno.—¡Paulina, por favor, tienes que calmarte! —suplicó la mujer, apoyando la mano en la madera fría—. Sé que es difícil, pero tienes que intentar respirar... Voy a lla
Aquella mañana la muchacha no podía sacarse de su cabeza las palabras del árabe, era como si una y otra vez repercutía en lo más profundo de su mente y a pesar de la necesidad por borrarlo, no pudo hacerlo. Sabía que tarde o temprano le preguntaría al respecto. «No sé si mi padre tuvo que ver con la muerte de tus padres, pero prometo que voy a vengarme por ti, no quedará impugne lo que hizo». Recordó con pesar. Todo era tan extraño. Melanie estaba en la habitación con ella encargándose de doblar alguna frazadas y sábanas recién lavadas. La mujer podía darse cuenta de la inquietud que tenía Juliette. —¿Hay algo de lo que quieras hablar conmigo? No es posible que te dé una solución, pero servirá si soy todo oídos. Ella suspiró con dirección a la susodicha, hizo una mueca antes de tomar asiento al filo de la cama y observarla. Pronto sus enormes ojos ámbar conectaban con ella. —Yo... Sé muy bien que no me vas a decir nada más sobre Karim, sé que no te quieres involucrar en nada, a
Después de una larga jornada, el árabe llegó a casa, quería descansar pero una vez puso un pie en la habitación, se sintió tan solo... nunca antes había experimentado un vacío como aquel; se preguntaba qué había cambiado en él para sentirse distinto, como si algo le faltara, de pronto la imagen de Juliette llegó a su cabeza Justo cuando se sentó en la cama, recibió una llamada repentina de parte de su madre. Mirella hace mucho que no lo veía, él tampoco había ido esos días a visitarla. —Madre, ¿qué ocurre? —Karim, probablemente estás cansado, pero quería escucharte al menos unos minutos. ¿Estás bien? Se desinfló sobre la cama. —Así es, de hecho acabo de llegar del trabajo, pero estoy bien, madre. ¿Querías saber algo más? —¿Cómo está ella? —Juliette debe estar dormida. —Karim, solo te pido que la cuides, por favor. El árabe suspiró. —Las cosas están bien entre nosotros, no te preocupes. ¿Por qué no la llamas directamente? Ella tiene un teléfono —recordó. —Sí, pero por la hor
Durante un tiempo estuvo girando sobre la cama sin poder conciliar el sueño. El insomnio se apoderó completamente de él, no había nada qué hacer. Tomó una profunda bocanada de aire y exhaló. —¿Por qué estoy tan confundido? Si la relación entre ellos llegaría a su final, no había razón para inquietarse por eso. Pero la preocupación radicaba desde que su corazón apostaba por algo más allá de las apariencias. Mientras que, Juliette despertó con el corazón acelerado, luego de tener una pesadilla terrible. Se llevó una mano a su pecho tratando de controlar su respiración agitada, intentó a toda costa calmar su órgano vital. No sabía por qué una pequeña estaba entre las llamas, no entendía los gritos y la desesperación de la pequeña, de esa niña que se convertía en ella. Juliette lloró a mares, no pudiendo contener la emoción que se desplazaba en su sistema. —No podré dormir —se dijo a sí misma después de unos minutos. De seguro Melanie estaba durmiendo a esa hora, no se atrevía a mol