Nadia le ofreció a Oscar uno tras otro juguete de gran valor, con la esperanza de hacerlo feliz. Pero Oscar despreció por completo todos esos juguetes: —Señora Valdés, gracias, pero mi mamá me dijo que no debo aceptar cosas de extraños. Silvia se contuvo para no correr directo hacia ellos. Todavía
Al regresar a la vieja casa, Nadia le pidió a Silvia que lo pensara muy bien y no se apresurara a rechazarla.—Después de todo, tú y yo sabemos que la familia Orellana ha caído en completa desgracia. ¿De dónde vas a sacar ingresos fijos siendo una mujer divorciada?Silvia se encontraba en el balcón
Si no fuera por la presencia del niño Ramón, Julio habría sido aún más mordaz y sus palabras habrían sido aún más hirientes.Cuando Andrés y su esposa salieron de la habitación, sus caras estaban completamente rojas de la vergüenza. Andrés, sin importar su dignidad, exclamó: —¿Quién se cree que es
Silvia nunca había imaginado siquiera que Julio, conocido afuera como el implacable gerente, pudiera tener un lado realmente tan descarado. Siempre había creído que a él no le importaba en lo absoluto.Julio miró de reojo a la mujer a su lado y pensó que, si podía estar con ella para siempre, valdrí
—Cuánto tiempo sin verte. Has cambiado muchísimo —le dijo Luisa extendiendo con sutileza la mano.Silvia no la tomó, solo le dedicó una sonrisa cortés.—Tú, en cambio, no has cambiado mucho.La expresión de Luisa se tensó un poco mientras retiraba su mano.—¿Te importaría salir a charlar un rato?Lu
Silvia miró el patio y, recordando una y otra vez las palabras de Luisa, se dejó llevar por la curiosidad y entró. El patio estaba muy limpio y ordenado, y una fragancia floral llenaba el aire. Esa sensación le resultaba muy familiar; Silvia sabía muy bien que había estado allí antes, pero después
El aspecto desorientado de Silvia captó de inmediato la atención de Julio, quien sintió un repentino pánico y la llevó de regreso a su residencia.Una vez allí, Julio le ofreció una prenda para que se cubriera.—¿Qué quieres preguntarme?—¿Tienes un hermano gemelo? Silvia apretó con firmeza la foto
Las críticas que Julio había enfrentado en la fiesta parecían ser totalmente insignificantes en ese momento. No despertó a Silvia, en cambio, la abrazó con suavidad cuando se dio cuenta de que su frente estaba ardiendo.—¡Tienes fiebre!Silvia, que había sido despertada por su movimiento, tenía la c