Dentro del automóvil, Julio estaba sentado en el asiento trasero. Anoche, había pasado toda la noche en el coche, esperando en vano una llamada de Silvia. Al verla salir, bajó la ventanilla del coche con una expresión de absoluto cansancio.—Sube.Silvia pensó que había regresado específicamente par
La respiración de Silvia se volvió difícil. Tan solo el pensamiento de que anoche, Julio podría haber besado a Natalia también, le produjo una fuerte sensación de náuseas. Apoyada contra la fría pared, extendió la mano y lo empujó con fuerza.Julio sintió como si le hubieran arañado el corazón, le q
La voz burlona y estridente de la mujer hizo que Silvia volviera en sí, su mirada se desvió directo hacia Laura.Laura llevaba un traje normal pero no dejaba de exhibir su escote, con un rostro delgado, cejas muy finas fruncidas y ojos llenos de envidia.Anteriormente, Silvia la había visto varias v
En el frío viento, Silvia llevaba puesto un abrigo, pero aún así sentía muchísimo frío. Eduardo vigilaba las cámaras de seguridad mientras conducía, esperándola en el lugar más cercano a ella. Pronto, vio a la mujer caminar directo hacia él, con una figura notablemente más delgada. Eduardo salió de
El guardaespaldas seguía muy de cerca a Silvia, y dado que el coche de Eduardo era un taxi, no le dio mucha importancia alguna y respondió sinceramente: —La señorita Orellana acaba de tomar un taxi, parece que va en dirección a villa Oasis.Al enterarse de que Silvia todavía estaba en Brasmo, Julio
El hombre se había cambiado a ropa limpia y se sentaba muy cómodamente en el sofá con una postura muy erguida, con las largas piernas sin encontrar un lugar adecuado. Su cabello corto aún estaba algo húmedo y sus rasgos faciales, junto con sus ojos muy profundos, reflejaban una compleja mezcla de em
—¿Quién crees que soy? —le dijo Julio, y sin esperar a que Silvia le respondiera, salió directamente del dormitorio.Ella se quedó sola en el lugar, pensando una y otra vez en las palabras que él le había dicho, se tambaleó al instante. Realmente había sido demasiado ingenua. Incluso si pasara un me
Cuando el mayordomo Pablo llegó apresuradamente al sótano, Julio ya no estaba allí. Solo vio a su hija acurrucada en una esquina, temblando y disculpándose sin cesar.—Laura, ¿qué te pasa? —le preguntó muy preocupado.Uno de los guardaespaldas cercanos le respondió fríamente: —Pablo, el señor ha di