Julio apartó de inmediato a Natalia.—Julio, gracias —le dijo Natalia muy agradecida, luego miró triunfante a Silvia.Ella lamentaba un poco haber elegido casarse con Julio. Se dio cuenta en ese momento de que sería mejor no casarse con él. Si no se casaba con él, podría exigirle cualquier cosa y él
Natalia no podía creerlo: —Silvia, anteriormente no eras así. ¿Cómo podía medir el valor de Julio con el dinero cuando antes era tan altiva? Silvia le respondió: —¿Acaso la posición de esposa de Julio no vale cien mil millones?Natalia sonrió con gran sarcasmo. —Realmente has cambiado. Recuerd
Natalia recibió el mensaje de texto de Silvia, y una amplia sonrisa se formó en sus labios. Inmediatamente, envió un mensaje a Julio: [Julio, no estoy muy segura de qué tipo de relación tienes ahora con Silvia, pero esta persona es muy astuta. Si no me crees, ve al café Cruz esta noche a las 10].
Silvia solo pudo mirar desde lejos las hermosas flores de peonía rosada en el exterior del patio. —No esperaba que todavía estuvieran aquí —murmuró con ternura para sí misma. Eduardo siguió fielmente su mirada y vio las hermosas flores de peonía, realmente encantadoras. La villa parecía antigua, p
En la cafetería.Silvia se levantó y se acercó a Natalia. Luego, bajó la voz y le dijo lentamente al oído:—¿No dijiste que había cambiado? ¿Cómo puedes seguir pensando que seré engañada vilmente como antes? Te digo, antes no era ajena a tus tácticas de bajo nivel, simplemente eso no me importaba. P
En la villa Oasis.Cuando Silvia regresó, Julio aún no se había ido a descansar. Vestía una pijama oscura, sentado cómodamente en el sofá, con una mirada sombría fija en ella.—¿Te divertiste hoy?—Más o menos —respondió Silvia.Julio se puso de pie, con su imponente figura bloqueando gran parte de
—Jamás he dado una orden así —le dijo Julio con gran frialdad.Pero Marina aún se negaba a irse. Cuando los guardaespaldas se acercaron, ella de inmediato agarró la mesa a su lado con fuerza.—Señor Ferrer, las personas que me golpearon me dijeron que lo había ofendido al no reconocer mi lugar. Le r
Silvia salió de la habitación con sandalias y se dio cuenta al instante de que Julio aún no había regresado.—¿A qué horas?—Quedamos a las 10 de la mañana —respondió Viviana.—Bien, voy para allá ahora mismo.Silvia colgó muy ansiosa el teléfono y después de pensarlo por un momento, decidió enviar