Inicio / Romance / Desliz / Capítulo 5
Capítulo 5

—Traté de mediar con tu padre, pero él está empecinado a que sigamos casados...

—Da igual vivir en tu apartamento que en el mío, ¿no? —Jolie lo interrumpió, haciendo que él la mirara con los ojos entrecerrados—. Si vamos a vivir en el tuyo, déjame ir primero por algunas cosas al mío.

—¿De verdad vamos a vivir juntos? —inquirió sin poder creerlo y con el corazón latiendo emocionado—. En la cafetería me dijiste algo tan diferente.

—Da igual lo que haya dicho, después de todo, mi padre ya dio la última palabra. Y, aunque no esté de acuerdo, no tengo más opción —se encogió de hombros y caminó hasta el baúl del auto—. ¿Me ayudas, esposo?

Darius la miró por unos segundos, antes de despabilarse y asentir eufórico. Se acercó a ella a gran velocidad y le ayudó a subir un par de maletas a su auto. Sabía que ella estaba siendo obligada por su padre a permanecer con él, pero eso no le restaba la felicidad que sentía en su corazón. Creía firmemente que si estaban cerca y convivían lo más que podían, lograría cautivar su corazón.

De camino al apartamento de la mujer, se prolongó un silencio que ninguno se atrevió a romper. Darius pensaba en mil formas que existían para enamorarla, y Jolie solo podía pensar en lo infeliz y desdichada que sería su vida de ahora en adelante, pero a la vez pensaba en la forma de salir bien librada de ese asunto lo más pronto posible.

Estaban tan perdidos en sus pensamientos, que no se dieron cuenta del momento en que llegaron al apartamento de la joven. El hombre se apresuró a bajar del auto y le abrió la puerta del lado de ella con total caballerosidad, ganándose una mala mirada y un bufido de parte de Jolie.

Darius era caballeroso y atento por naturaleza, y más con ella, que siempre hacia todo lo posible para hacerla sentir bien y cómoda, pero aquello le molestaba de una manera que no podía entender.

Le molestaba que le sonriera tanto, que la mirara de esa forma en que sus padres y sus tíos se veían, le molestaba incluso que la tratara tan dulce.

Darius le extendió la mano para ayudarla a bajar del auto y le sonrió con una ternura que le provocó náuseas y, en lugar de tomarla y bajar con su ayuda, se hizo la indiferente y bajó sin más, pasando del hombre como si no fuese nadie importante.

Darius cerró la mano en un puño y sonrió divertido. El gesto era común en ella y aquello le fascinaba, ya que esa mujer no caía en sus encantos como muchas otras sí lo hacían. Ella era difícil de tratar y un hueso duro de roer, pero tras ese caparazón descubriría su verdadero ser, esa mujer deseosa de amar y ser amada.

No le importaban los desplantes que le hiciera o que lo tratara indiferente, él tendría total paciencia y la conquistaría de a poco, de una manera más lenta en que ella lo conquistó a él.

Se recostó en su auto y la observó caminar hasta perderse en el interior del edificio. El vaivén de sus caderas lo enloquecía y se vio recordando la noche anterior, cuando ella subió sobre él, esbozando una sonrisa jodidamente maliciosa y lo atrapó en sus adentros, enloqueciéndolo más de lo que estaba tras moverse con una sensualidad y un salvajismo que lo dejó vencido en cuestión de minutos.

Suspiró a sabiendas de que no sería fácil llegar al corazón de esa mujer, pero no imposible. Ella caería y lo amaría, estaba seguro de ello.

Entre tanto, Jolie dio vueltas en el apartamento sin saber qué hacer. Al final terminó lanzándose en la cama de boca y ahogó un grito en su almohada, diciéndose a sí misma que todo estaba muy mal. Darius la estaba esperando afuera y ella no tenía ninguna posibilidad de evitar ir con él.

Se levantó de la cama a prisas y sacó todo lo que necesitaba. De momento le seguiría la corriente a su padre al menos mientras pensaba en una solución a todo el problema que se había formado con algo tan insignificante, pero que estaba poniendo su vida y sus sueños de cabeza.

Salió tiempo después, luciendo lo más serena e imperturbable que podía, pero solo ella sabía lo mucho que se estaba conteniendo para armar un berrinche, llorar descontrolada por lo que su padre la estaba obligando a hacer y esconderse, si era posible, toda una vida del hombre que se acercó a ella y le ayudó con las dos maletas que llevaba en sus manos.

—Gracias —le agradeció y Darius solo sonrió, encogiéndose de hombros y haciendo que ella rodara los ojos.

Darius guardó las maletas en los asientos traseros de su auto, ya que eran grandes y no cabían con las que ya había subido en casa de los Le Bon, antes de subir a su lugar y poner el auto en marcha sin perder un segundo más de tiempo.

Para el hombre no pasó desapercibido el hecho de que Jolie estaba ansiosa, moviendo su pierna con visible impaciencia mientras admiraba las calles de la ciudad. Sabía que ella no quería estar con él, y él de cierta forma tampoco quería que las cosas entre ellos se dieran de esa forma, pero el destino los había unido de improviso, además de que Jolie no tenía más opción que obedecer a su padre.

—Mi madre desconoce por completo que nos casamos... bajo los efectos del alcohol —fue él quien cortó con denso silencio que había entre ellos—. Ella cree que nos amamos y que no aguantamos las ganas de estar lejos el uno del otro y por eso no casamos con tanta premura y sin decirle a nadie.

—¿Y por qué ha de creer eso? Será mejor que hables con ella y le digas la verdad.

—Creo que no se podrá de momento —sonrió nervioso—. Tu padre fue quien les avisó a mis padres de nuestro matrimonio.

La chica apretó los labios y sonrió con ironía. No podía creer que su padre, aquel hombre que la amaba con todo su ser y la había protegido de todo mal y peligro le estuviera haciendo aquello. Se sentía traicionada por el hombre que más admiraba y amaba sobre el mundo.

—Bueno, qué más da —bufó—. Mañana en la dichosa cena aclararemos todos esos malentendidos.

—Será mejor que sigan creyendo que nos casamos por amor y no por arrebato y calentura.

—Darius, ¿en serio estás completamente seguro de que seguir con este teatro? Digo, es imposible que llegue a amarte y no creo justo que pierdas tu tiempo conmigo.

—Gracias por tu consejo, pero me llega algo tarde —ironizó y le dio una mirada fugas—. Además, para mí no es perder el tiempo.

Jolie guardó silencio y siguió mirando las calles de la ciudad, pensando en lo que ella quería y en lo decidido que estaba el hombre de permanecer a su lado. No lo entendía por qué, pero debía estar muy loco para seguir junto a alguien que no sentía nada por él.

Debía admitir que le generaba algo de complacencia que sacrificara tanto solo para estar a su lado, pero a la vez creía estúpido que se conformara con tan poco cuando podía conseguir una mujer que sí lo amara sin problema alguno.

En cuanto llegaron al apartamento, Darius se encargó de bajar las maletas de su esposa e hizo malabares para caminar al tiempo con todas estas mientras Jolie caminaba cual reina entrando a su palacio. Una vez la puerta se cerró detrás del jadeante y cansado hombre, las dejó caer a un lado y tomó hondas respiraciones antes de hablar, pero la chica se le adelantó:

—Dime que sí tienes otra habitación —dijo, sin mirarlo y tratando de rememorar algo de lo que había pasado la noche anterior—. No pienso dormir contigo.

—Solo hay una habitación —aclaró—, pero puedes usarla. Yo dormiré en el sofá.

—Me parece perfecto.

Una sonrisa vaciló en los labios del hombre al tiempo que llevaba las maletas a su habitación y era seguido por su esposa.

—Te daré espacio para que te acomodes y desempaques —se acercó al armario y sacó todos sus trajes, los cuales colgó en otro armario que estaba a reventar de gabanes y más trajes—. Puedes usar este espacio mientras conseguimos un apartamento más grande o una casa. No lo sé, lo que tú prefieras.

—No es necesario, porque no sacaré mi ropa de las maletas —respondió a la defensiva—. Además, no te hagas ilusiones de que vamos a comprar una casa, tener un perro o bebés. Este matrimonio tiene las horas contadas, no lo olvides.

—De acuerdo —bajó la mirada y, aunque quiso decir algo más, simplemente no pudo y salió de la habitación sin esperar que ella lo detuviera.

Se tiró en el sofá y contempló el techo de su apartamento por largo rato, pidiendo que, con los días, todo fuese distinto y Jolie no estuviera tan a la defensiva. Quería llevar la fiesta en paz con ella, tratarse como lo hacían antes del enredo que sus cuerpos tuvieron y les trajo consecuencias y ganarse su corazón sin forzar nada.

Sonrió, después de todo y pese a la negativa de ella, estaba feliz de estar a su lado. Las cosas no se habían dado como él las había pensado, pero eso no alteraba el resultado. Entre el desastre y el desenfreno había conseguido estar más cerca de la mujer que amaba, y él no se rendiría nunca. La amaría como lo prometió cuando ella lo besaba con total vehemencia y la protegería si era posible hasta el fin de sus días.

Pero Jolie no pensaba igual que él, y mientras él imaginaba y creaba un mundo juntos, ella usaba todos sus contactos y el dinero que ahorraba mes a mes para salir del enredo en el que estaba por su irresponsabilidad. Seguiría la línea como su padre lo había ordenado, pero pronto cambiaría su rumbo por su propio bien y porque no anhelaba más en su vida que ser libre y disfrutar de su vida a plenitud, y sabía que junto a un hombre que estaba obsesionado con ella no sería siquiera feliz.

Se volvieron a ver y a cruzar un par de palabras cuando la noche llegó y cenaron en completa incomodidad, pero cada uno con un plan que creían sería lo mejor para los dos.

Darius estaba seguro de que podría enamorarla.

Y Jolie no veía la hora de irse de ese lugar. 

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP