Presente…
Siento que me asfixio cuando entro a la habitación que mandé preparar únicamente para el descanso de Anelys, y veo que Dalila está encima de ella intentando clavarle unas tijeras en el vientre, mi primer impulso es correr hacia ellas y quitarla de encima de mi hijo y mi mujer, pero un brazo fuerte me detiene.
—Observa, hermano —Isac me detiene, su mirada parece perdida en la mujer que una vez fue suya.
Todo pasa en cuestión de segundos, pero sucede, al girarme puedo notar como los papeles se han cambiado, Anelys le da un cabezazo que me duele más a mí que a alguna de ellas, la obliga a girar, hace un movimiento circular en la muñeca de Dalila, aprieta con fuerza y esta suelta
DIABLO“La venganza es dulce”Me repito mientras cierro los ojos en medio de la oscuridad que abunda por cada uno de los rincones de mi habitación, “O.S.C.U.R.I.D.A.D” me encanta la palabra al igual que lo que me hace sentir, es mi amiga, mi aliada, ella nunca me abandona, e incluso en los momentos más críticos de mi existencia, me cobija y envuelve mi cuerpo con sus brazos llenos de astillas impregnadas de soledad. Respiro profundamente, intento retener el aire en mis pulmones y luego lo suelto lenta y tortuosamente, hago una copia mental de los nombres que aparecen en mi lista, y saboreo el que sigue “Dalila Sprouse” esa es una perra de peligro.Mi padre ya me había advertido sobre ella, la he e
Uno de ellos me toca y pierdo la cabeza, odio que me toquen el pecho, le doy un puñetazo con mi bóxer de fierro y este se clava en su mejilla haciéndolo bramar del dolor, gime cuando le rasgo la carne del rostro a tal grado que se puede ver el hueso de su quijada y de sus dientes. Los otros cuatro me miran y comienzan a disparar a matar, pero tomo como escudo al hombre lleno de sangre, y como si fuera un títere lo uso junto con su arma, disparándoles sin descanso hasta que termino con sus inútiles vidas.Suelto al suelo el cadáver que me sirvió como escudo, y sigo con lo mío, sé que alguien me observa, siento su mirada en mi nuca, pero no me detengo y camino lento y tranquilo por las calles oscuras, meto mis manos en mis bolsillos, y comienzo a canturrear, esperando a que salga de las sombras mi acosador, pero no lo ha
Me interno nuevamente en el bosque, y tomo mi atajo hasta llegar a una zona casi desierta, me adentro a la puta cueva llego al otro extremo, en donde hay una puerta vieja de madera, salgo verificando que no existan más obstáculos, a lo lejos diviso una vieja cabaña y me pongo en marcha, hasta que de soslayo veo como un cuerpo se me lanza encima, pero soy rápido y lo esquivo, intentan darme un puñetazo pero lo detengo con facilidad.—¡Joder, se supone que por una vez en tu vida, tienes que dejarme ganar! —chilla la criatura de belleza extraña.—¿Y dejarte salir con la tuya? Jamás, aprende de una vez que jamás podrás conmigo —alboroto su cabello negro azabache y ella hace un puchero que no me hace sentir nada, solo más deseos de acar
No tengo idea de cómo es que llegué aquí, pero no puedo dejar de mirar todos los arreglos de flores que están acomodados estratégicamente alrededor de una habitación que no se parece en nada a la que me habían encerrado, esta es más amplia, con cortinas doradas, abiertas para que la luz del sol de filtre por los vidrios, las paredes están pintadas de un color blanco puro, con una sola pared color negro, en la cual hay un retrato enorme de Lenin al lado de un lobo ¿eso es real?Mi cama está llena de pétalos de rosas y a mi lado hay una nota que no he querido abrir, toco mi vientre como si tuviera miedo de que no estuviera mi bebé, y luego me muerdo el labio decidida a no ser una cobarde y abrir la dichosa nota.Eres la mujer más hermosa
Cuando ella se marcha, Lenin me suelta y puedo respirar por fin.—¿Qué fue todo eso? —lo encaro.—Nada mi amor, solo de demostré a Dalila que eres mía y yo soy tuyo.—¿Qué? Estás loco, yo no soy tuya y tú eres su prometido, te vas a casar con ella y…De dos zancadas firmes, Lenin acorta la distancia entre nosotros, rodea con una mano mi cintura y estampa sus labios contra los míos, su beso es salvaje, intenso, muerde mi labio inferior haciéndome abrir la boca, cuando lo hago, me mete la lengua como si estuviera hambreado y poco a poco me lleva de vuelta a la habitación.—
Ha pasado una maldita semana en la que no he tenido noticias de Lenin, ni siquiera me habla, y toda la comida que me han traído a la habitación, es probada primero por mi dama de compañía como le gusta que le digan; Agatha, desde mi última plática con él, el trato hacia mi persona ha mejorado, pero no tanto como hacerme cambiar de opinión con respecto a venderme a la mafia italiana, porque así se sentía. Él estaba empeñado a convertirme en la reina de la mafia, me dio dos opciones pero ninguna me convenía, y por eso usó su única carta, nuestro hijo, pero estaba mal si pensaba que eso me iba a detener.Está tan seguro de que caeré a sus pies, y que me enamoraré de él, pero no, si antes de estar metida en este lío comenzaba a sentir algo por él,
—Tiene 17 años y es hija de una prostituta, el año pasado la salvé de una fuerte pulmonía, su madre me la vendió prácticamente por dinero para comprar heroína, y eso hice, después la traje aquí y ahora trabaja para mi —me explica y me muerdo el labio inferior.—¿Y sueles follar con las mujeres que trabajan para ti? —pregunto con cautela.—Claro que no, jamás toco a mis empleadas ¿Celosa? —un brillo de diversión se aloja en sus ojos.—No, ¿por qué debería estarlo? No siento nada por ti, y lo que comenzaba a sentir, tú lo mataste —bufo—. ¿Qué ha pasado con mi primo?
Alguna vez leí en un libro que a veces las personas nos sentimos como barco sin navegante, como náufrago sin a donde llegar, o como aquella hoja que se lleva el viento sin rumbo ni dirección, bueno, pues si a eso le sumo el hecho de saber que conozco a Lenin desde que era una niña, y que al parecer hay una historia llena de secretos que desencajar de mi pasado, para obtener las respuestas, creo que mi resultado sería; persona blanca, como una hoja virgen en la que nadie ha escrito, así me siento yo en estos momentos en los que Isac me cuenta cosas que no entiendo, bajo la mirada inquisidora de Lenin.—¿Y bien? —Inquiere Isac sin perder de vista mi rostro—. ¿Qué dices a todo esto?—Pues no lo sé, tengo que procesar… según lo que me