Me interno nuevamente en el bosque, y tomo mi atajo hasta llegar a una zona casi desierta, me adentro a la puta cueva llego al otro extremo, en donde hay una puerta vieja de madera, salgo verificando que no existan más obstáculos, a lo lejos diviso una vieja cabaña y me pongo en marcha, hasta que de soslayo veo como un cuerpo se me lanza encima, pero soy rápido y lo esquivo, intentan darme un puñetazo pero lo detengo con facilidad.
—¡Joder, se supone que por una vez en tu vida, tienes que dejarme ganar! —chilla la criatura de belleza extraña.
—¿Y dejarte salir con la tuya? Jamás, aprende de una vez que jamás podrás conmigo —alboroto su cabello negro azabache y ella hace un puchero que no me hace sentir nada, solo más deseos de acar
No tengo idea de cómo es que llegué aquí, pero no puedo dejar de mirar todos los arreglos de flores que están acomodados estratégicamente alrededor de una habitación que no se parece en nada a la que me habían encerrado, esta es más amplia, con cortinas doradas, abiertas para que la luz del sol de filtre por los vidrios, las paredes están pintadas de un color blanco puro, con una sola pared color negro, en la cual hay un retrato enorme de Lenin al lado de un lobo ¿eso es real?Mi cama está llena de pétalos de rosas y a mi lado hay una nota que no he querido abrir, toco mi vientre como si tuviera miedo de que no estuviera mi bebé, y luego me muerdo el labio decidida a no ser una cobarde y abrir la dichosa nota.Eres la mujer más hermosa
Cuando ella se marcha, Lenin me suelta y puedo respirar por fin.—¿Qué fue todo eso? —lo encaro.—Nada mi amor, solo de demostré a Dalila que eres mía y yo soy tuyo.—¿Qué? Estás loco, yo no soy tuya y tú eres su prometido, te vas a casar con ella y…De dos zancadas firmes, Lenin acorta la distancia entre nosotros, rodea con una mano mi cintura y estampa sus labios contra los míos, su beso es salvaje, intenso, muerde mi labio inferior haciéndome abrir la boca, cuando lo hago, me mete la lengua como si estuviera hambreado y poco a poco me lleva de vuelta a la habitación.—
Ha pasado una maldita semana en la que no he tenido noticias de Lenin, ni siquiera me habla, y toda la comida que me han traído a la habitación, es probada primero por mi dama de compañía como le gusta que le digan; Agatha, desde mi última plática con él, el trato hacia mi persona ha mejorado, pero no tanto como hacerme cambiar de opinión con respecto a venderme a la mafia italiana, porque así se sentía. Él estaba empeñado a convertirme en la reina de la mafia, me dio dos opciones pero ninguna me convenía, y por eso usó su única carta, nuestro hijo, pero estaba mal si pensaba que eso me iba a detener.Está tan seguro de que caeré a sus pies, y que me enamoraré de él, pero no, si antes de estar metida en este lío comenzaba a sentir algo por él,
—Tiene 17 años y es hija de una prostituta, el año pasado la salvé de una fuerte pulmonía, su madre me la vendió prácticamente por dinero para comprar heroína, y eso hice, después la traje aquí y ahora trabaja para mi —me explica y me muerdo el labio inferior.—¿Y sueles follar con las mujeres que trabajan para ti? —pregunto con cautela.—Claro que no, jamás toco a mis empleadas ¿Celosa? —un brillo de diversión se aloja en sus ojos.—No, ¿por qué debería estarlo? No siento nada por ti, y lo que comenzaba a sentir, tú lo mataste —bufo—. ¿Qué ha pasado con mi primo?
Alguna vez leí en un libro que a veces las personas nos sentimos como barco sin navegante, como náufrago sin a donde llegar, o como aquella hoja que se lleva el viento sin rumbo ni dirección, bueno, pues si a eso le sumo el hecho de saber que conozco a Lenin desde que era una niña, y que al parecer hay una historia llena de secretos que desencajar de mi pasado, para obtener las respuestas, creo que mi resultado sería; persona blanca, como una hoja virgen en la que nadie ha escrito, así me siento yo en estos momentos en los que Isac me cuenta cosas que no entiendo, bajo la mirada inquisidora de Lenin.—¿Y bien? —Inquiere Isac sin perder de vista mi rostro—. ¿Qué dices a todo esto?—Pues no lo sé, tengo que procesar… según lo que me
-¡Llévensela Isac, él sabe que hacer! -Exclama Lenin-. ¡Hagan llamado, un nuevo juicio inicia mañana!Toso y él me lleva de inmediato al baño, me echa agua en el rostro, creo que incluso he olvidado como se respira, luego me hace beber agua y lo hago haciendo gárgaras y escupiéndola misma agua tratando de que no quedara rastros de la leche, sea lo que sea que tuviera, se sentía mal.-¡¿Qué mierda?! -la voz de Ryan llega a mis espaldas.-Llama a Cayetano, necesito que la revise y que le haga estudios, quiero descartar que tenga en su sistema veneno -le informa Lenin y siento un miedo que te cagas cuando lo escucho hablar de veneno.-Ahora mismo.
Luego de que el doctor de cabecera de los Hoffman me revisará y mandara hacerme pruebas de sangre, se retiró dejándome sola en la habitación, una que se sentía enorme, el frío comenzó a colarse en mis huesos y por más intentos que hice por dormir, no pude, tenía hambre pero ahora me negaba a probar alimento alguno, suficiente tuve con saber que Agatha quería envenenarme como para ser confiada de nuevo.El ruido de mi estómago es insoportable y me hundo en la oscuridad, cierro los ojos y me hundo en un sueño pesado, o al menos eso es lo que intento.Todo a mi alrededor es borroso, solo distingo un par de paredes blancas, un pasillo estrecho por el que corro en busca de alguien, pero me detengo frente a una puerta que permanece entre abierta, la voz de
PASADOEnocSteely Albus Hoffman eran amigos desde que eran adolescentes, crecieron siguiendo las normas que les obligaban sus respectivas organizaciones, mientras el primero era un científico muy importante que había nacido bajo la influencia de una de las organizaciones más sanguinarias del mundo: la mafia roja, el segundo había sido educado desde muy corta edad para ser el líder de la mafia italiana, su lema era sencillo: la familia es primero, mientras que la ley de la mafia roja le dictaba un sangre por sangre.Ambos se habían conocido en una de las tantas reuniones de la pirámide para que los clanes trataran acuerdos sobre la organización, fue cuando se dieron cuenta de la compatibilidad que tenían, y