Elle estaba sentada en la cocina ojeando una revista cuando entré.
—Hola Elle.
—Hola Sami. ¿Cómo te fue?
—Bien, ya me quitó los puntos, me dio una semana más de reposo.
—Perfecto. ¿Y cómo sientes la mano?
—Bien creo… aunque algo adormecida. Quiero ver como la siento con el chelo.
—Claro.
—Vuelvo enseguida —me metí en la habitación y busqué el estuche de mi Müller. Era momento de saber si todo estaba intacto.
El miedo me estremeció. El sólo pensar en no ser capaz de tocar… me senté en la cama, acomodé mi instrumento entre mis piernas y descansé el mástil en mi pecho, tomé el arco, cerré los ojos y dejé que la música fluyera en mí. Elegí una sonata de
Comencé a leerlo detenidamente, no me lo podía creer, realmente era detallado, más leía más se apretaba el nudo en mi estómago, una mezcla de temor y excitación se abrían paso en mí. Pero había algunas cosas que necesitaba discutir con él.Se acercó a la mesa trayendo la cena para los dos. Dejó frente a mí un plato de cordero a la ciruela con vegetales y papas al horno. Me sirvió una copa de vino y también se sentó en silencio mientras yo terminaba de leer. Me tomé unos minutos para sopesar mis opciones y di un trago a la copa. Lo miré a los ojos. Lucía intranquilo, ansioso, no lo sé con certeza. Corté y tomé un trozo y me lo llevé a la boca y lo saboreé.—Bien Sam. ¡Estás poniendo a prueba mi paciencia, di algo por favor!—Estoy tomando valor, dame un m
—¿Estás bien Sam? —preguntó en mi oído.—Sí, algo abrumada, pero bien.—Eso es normal. ¿Lo disfrutaste?—Mucho ¿Y tú?—También pequeña, eres una máquina de placer para mí.—Me alegro mucho —respondí nerviosa.—Debes dejar la vergüenza de lado Sam. No quiero que te sientas así conmigo. Necesito que te sientas libre.—Es difícil Dorian, jamás viví todo esto, la forma en que me miras, me tocas, me besas…—Tendrás que acostumbrarte, así deberías ser tratada siempre, y a partir de ahora así será.—Lo intentaré, lo prometo —estaba siendo sincera, quería que él esté orgulloso de mí. 
Llegamos al hospital y fuimos directo a la cafetería del patio y en una mesa los encontramos charlando.—¡Que alegría verlos! —se levantó Blake enseguida y me abrazó con cariño mientras me daba un beso en la mejilla.—Hola Blake —respondí con timidez—Hola preciosa —esta vez pasé a brazos de Luke. Mientras Blake abrazaba a Dorian.—Hola Luke, que bueno verte.—¿Cómo está tu mano? —preguntó enseguida.—Mejorando, me duele un poco aun cuando toco.—Mejorará, lo prometo. Igual puedes venir a verme si no pasa.—Gracias, encontré unos ejercicios para hacer y me ayuda con el dolor.—Muero de hambre, busquemos algo de comer —insistió mi ángel y nos dirigimos hasta el bufet. Yo tom&ea
La mañana pasó rápido, cerca del mediodía fui a Manhattan a almorzar con Molly. Nos encontramos a unas cuadras del campus. Ni bien entré ella estaba esperándome.—¡Hola Molly!—¡Hola Sami! Siento que hace meses que no te veo.—Lo sé, ¿Cómo estás?—Bien ¿y tú?—Mejor imposible.Almorzamos por casi dos horas mientras nos poníamos al día. Me contó que había visto a Jason algunas veces y que le habló muy mal de mí, estaba muy enojado. También me dijo que hoy daban los resultados de las audiciones. Ni bien llegamos a la universidad, aún no estaban publicados quiénes participarían del concierto anual de Central Park, un gran evento al aire libre que cada año se realizaba para despedir el año viejo. Era
El agua se sentía de maravilla sobre mi trasero, mi piel ardía y se sentía tirante. Tomó una suave esponja y comenzó a lavarme con delicadeza, yo me dejé hacer lo que él quisiera. Esas pequeñas muestras de cariño, después de comportarse frío y distante, me sentaban de maravilla. Y me hacían notar que sólo eran parte del juego, un juego perverso, sexy y lleno de deseo y pasión, pero sabía que le importaba, y que seguramente estaba sintiendo las mismas cosas que yo. Así que tomé valor y lo dije en voz alta.—Te quiero Dorian —me arrepentí en cuanto lo dije.—Y yo a ti pequeña, me vuelves loco —respondió mirándome a los ojos. No pude contener el beso, fue suave y cariñoso. Luego fue mi turno de bañarlo y me tomé mi tiempo en hacerlo y disfrutarlo. Cuando terminamos nos fu
Una espantosa arcada me despertó violentamente, salté de la cama y corrí al baño. Al principio me desorienté un poco, luego me di cuenta que estaba en casa de Dorian. «Mi maldita suerte». Luego de dejar la noche anterior en el retrete, lavé mis dientes y mi cara, lucía salida de una película de terror. Me veía fatal y me sentía aún peor. Me metí en la ducha para tratar de mejorar mi semblante. El agua caliente ayudó, pero aún tenía el estómago al revés. Casi me arrastré hasta la habitación, el sol entraba por la ventana y me hacía doler más la cabeza. Busqué ropa interior en mi cajón, y me puse la remera de Yale de Dorian que usaba para dormir. Él no estaba en la cama, así que llena de culpa y algo de temor fui en su búsqueda. Me asomé a la cocina y allí estaba, sentado ojeando
Para el principio de la siguiente semana y luego de que Luke diera su aprobación, volví al trabajo y a mi rutina diaria. Dorian ya estaba a punto de abrir su firma, su cuñada Kara se había encargado de la decoración, y él había contactado con otros dos abogados conocidos para que se unieran, junto a Scott y una secretaria. Una mañana, mientras desayunábamos me había dicho que le gustaría que yo tome el trabajo, pero que no se podría concentrar si me tenía ahí, que sólo pensaría en cogerme a cada momento y eso dificultaría su trabajo, reí divertida y le agradecí, pero estar en una oficina no era lo mío. Luego de mi jornada en la cafetería me iba a la universidad y luego Dorian pasaba por mí y terminábamos en su casa, cada noche era una nueva experiencia y poco a poco fui convirtiéndome en una mejor sumisa. Todo lo que
Al mediodía Blake entró a la cafetería acompañada por Chase que dormía en su carrito. —¡Hola preciosa! —me saludó con euforia mientras nos abrazábamos. —Hola cariño. ¿Cómo están? —respondí con el mismo interés. Nos habíamos hecho muy buenas amigas, hablábamos a diario y cada vez que podíamos nos juntábamos a almorzar o a tomar un café. Tomé mis cosas y nos fuimos a un restaurante cercano. Hacía mucho frío y pronto comenzarían las nevadas. Nos sentamos, ordenamos y de inmediato nos pusimos al día. —¿Hablaron del collar definitivo? —preguntó Blake ansiosa. —Sí, me dijo que cuando me entregue por completo a él y ceda mi voluntad lo tendría. —¿Más? —Así es, es que aún hay algo a lo que no me animo… —Las sesiones múltiples ¿verdad? —Es más sobre cederme. —¿A qué le tienes miedo Sam? —Con Dorian soy capaz de cualquier cosa, confió en él, por más que m