Nada al azar

 —¿Estás bien Sam? —preguntó en mi oído.

 —Sí, algo abrumada, pero bien.

 —Eso es normal. ¿Lo disfrutaste?

 —Mucho ¿Y tú?

 —También pequeña, eres una máquina de placer para mí.

 —Me alegro mucho —respondí nerviosa.

 —Debes dejar la vergüenza de lado Sam. No quiero que te sientas así conmigo. Necesito que te sientas libre.

 —Es difícil Dorian, jamás viví todo esto, la forma en que me miras, me tocas, me besas…

 —Tendrás que acostumbrarte, así deberías ser tratada siempre, y a partir de ahora así será.

 —Lo intentaré, lo prometo —estaba siendo sincera, quería que él esté orgulloso de mí.

 

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