10 de abril de 1741 (cinco meses antes)Catherine se encuentra presa del pánico, un temor agobiante inunda su pecho y no es precisamente por la tormenta que los azota sin piedad; Arden no está por ningún lado y teme lo peor.—¡¿Dónde está?! —Vuelve a preguntar presa del miedo.—¿Quién? —pregunta Berry alzando el tono de voz para poder ser escuchado entre tanta bulla.—¡Arden!Se pone de pie y se zafa del agarre del pirata, que intenta detenerla sin éxito. Intenta correr hacia el castillo de la popa para encontrarlo. Selwyn y Heinrik tratan de bajar las escaleras, pero los movimientos erráticos del barco les dificultan demasiado la tarea.—No puede ir para allá, mi capitana —le dice Heinrik cuando se cruzan a mitad de camino.—Arden estaba ahí, se ha caído —pronuncia las palabras apretadas unas con otras, con desespero. El agua les chorrea a cántaros por el cabello y la ropa.—Ahí no hay nadie —asegura Selwyn.—¡No podemos dejar que se ahogue!—¡En esta tormenta, no lo encontraremos! —
SEGUNDA PARTE 21 de octubre de 1741 Catherine y su tripulación llevan un mes y medio atracando barcos enviados por la marina del rey con cargamentos importantes. Los oficiales de Regoria están hartos de tantos asaltos, pero no pueden hacer nada contra la ferocidad de la capitana y sus hombres. Como le dijo su padre, ha formado un nombre con todo lo que implica, y ahora, siempre que la armada del rey veía acercarse a un barco con velas negras y la bandera en el estandarte ondeando con las calaveras y huesos cruzados, algunos preferían lanzarse al mar y desertar que perecer en el destino cruel que ella les daría. En todo ese tiempo, ella y Arden habían limado asperezas con respecto a lo que él pensaba que estaba haciendo en busca del comodoro, sin embargo, Catherine no había podido olvidar su búsqueda del comodoro, a quien no había vuelto a ver en todo ese tiempo. Sus hombres estaban muy complacidos con los botines que habían robado. Cada semana cuando atracaban en puerto, gastaban s
21 de octubre de 1741Los ojos de Catherine se adaptan rápidamente a la oscuridad. Mira hacia arriba por donde han caído, no entiende cómo es posible que hubiese un hueco tan alto en esa isla, pero es claro que ya no puede jactarse de saber nada sobre el mundo, que las cosas son muy diferentes de como las había concebido en un principio.La explosión ha hecho que caiga demasiada cantidad de rocas como para poder salir por allí mismo. Ya no vuelve a escuchar la voz de Arden llamándola, así que asume que le ha hecho caso y se ha ido con el botín. O tal vez los saqueadores son más de lo que pensaba y no le quedó de otra más que huir, aunado al hecho de que están también bajo el ataque de la armada del rey.El comodoro se encuentra a un par de metros de ella. Ya se ha percatado de su presencia, pero no está preocupada por lo que pueda suceder.—¡Jacob! —grita Andrew. Se pone de pie con dificultad mientras se tambalea, parece que se ha lastimado un poco la pierna, y las rocas filosas le ra
22 de octubre de 1741Andrew y la capitana llevan un día atrapados en el laberinto de cuevas subterráneo. No han tenido suerte para hallar la salida y ya el agotamiento y la falta de agua y alimento está empezando a notarse en sus cuerpos. Los dos caminan en la penumbra absoluta pues la antorcha se quedó sin luz hace un par de horas, y no volvieron a encontrar otra.—¿Ya está listo para admitir que se equivocó de camino? —le reclama.—¿Por qué está tan segura de eso?—Porque de ser el correcto, habríamos encontrado más antorchas —dice en un murmullo. Se siente tan agotada que le cuesta trabajo hablar con claridad.El comodoro se queda en silencio y no se detiene, pero muy en el fondo sabe que ella puede tener razón, sin embargo, no dará su brazo a torcer tan fácilmente. Luego de varios minutos más andando, finalmente logran divisar una luz al final del túnel.—¡Es la salida! —grita con emoción—. ¿Lo ve? Yo tenía razón —La mira por encima del hombro con superioridad.Casi la hace corre
22 de octubre de 1741El comodoro no se puede creer la desgraciada suerte que tiene Catherine Riley. Ni bien llegan a la playa y ella se zambulle en el agua unos minutos, un par de velas negras se divisan a la distancia. Para su mala suerte conoce ese navío muy bien, lo ha estado siguiendo desde que se volvió comodoro hace un par de meses, y es que, a sus escasos veinticinco años, ya es todo un militar reconocido por el reino de Regoria y Queen Bay. Andrew es el primero de su generación en llegar tan rápido a ser comodoro, y por sobre todas las cosas, él había jurado que sacaría a todos los piratas de las costas del reino del norte.Pero decirlo y hacerlo eran dos cosas muy diferentes. El comodoro se había enfrentado ya más de una vez sin éxito a la gran capitana del famoso fantasma del pacífico, y eso le estaba desesperando más de lo que lo aparentaba.Observa a la mujer pelirroja levantarse en el mar y voltearse a mirarlo con una sonrisa de satisfacción, ella tuvo razón, no la atrap
25 de octubre de 1741El sol se alza en el horizonte por el este. Catherine está de pie en la proa de su barco mientras deja que el viento marino haga volar su cabello y respira el aroma salado del mar. La isla de Birronto está frente a ella; y en ese momento no puede sentirse más feliz. Arden se acerca y la rodea con sus brazos, deposita un suave beso en su cuello y reposa su mentón en uno de los hombros de la mujer.Su tripulación está contenta y complacida por el gran botín que han conseguido. Llevan tres días bebiendo a todo lo que da y bailando en la cubierta, mientras Wyler toca música amena con su guitarra.—Esta vez sí que te luciste —comenta Arden—, con estas joyas, no tendremos que ir a atacar más barcos en un buen tiempo. Podríamos quedarnos en la isla y… —delinea la línea de sus hombros y baja hasta sus brazos desnudos, ella lo mira traviesa y le sonríe.—Recuerda que dijimos que iríamos a comprar esos nuevos cañones. —Toma la mano del pirata y la entrelaza a la suya, se g
27 de octubre de 1741Andrew se encuentra dando vueltas en la cama desde la noche, no puede conciliar el sueño por mucho que lo intente. Luego de girar de un lado a otro como un trompo, decide levantarse y enciende una vela que está sobre la mesa de noche. La vela tiene un sistema de cuatro lupas en cada punto cardinal para aumentar la intensidad de la luz.La madera está fría y hace un crujido seco bajo sus pies cuando se levanta; se asoma por la ventana y suspira con pesadez, el sol aún no ha salido del horizonte, pero los primeros rayos ya comienzan a iluminar el hermoso paisaje de la bahía. De nada le sirve quedarse en cama, pues ya es tiempo de alistarse para cumplir con sus obligaciones diarias.El comodoro ha sido convocado ese mismo día por nada menos que el mismísimo Rey de Regoria; Julius III. Tener que ir a verlo le causa una gran ansiedad. Sabe que no le irá nada bien debido a su pésimo rendimiento en los últimos meses.Los estragos que ha estado causando Catherine Riley y
26 de octubre de 1741 Es de mañana y la tripulación del fantasma del pacífico está lista para zarpar hacia la isla Gavedra. Catherine se encuentra todavía en el muelle terminando de ultimar detalles. Da un largo suspiro y dirige su mirada hacia el gran barco, hay una sensación que no termina de entender.Se supone que Heinrik averiguaría dónde se encuentran los saqueadores para así saber dónde ir cuando vayan a atacarlos; el problema, es que esa información sigue siendo desconocida, y si se va ahora mismo a la isla en el sur, demorará mucho tiempo en retornar.Gavedra queda tan lejos como la isla calavera, entre ir y venir, son dos largos meses de los que no sabe si dispone antes de que Arden sufra un destino incierto.—Mi capitana, ¿le sucede algo? —indaga Heinrik, quien la acompaña en ese momento.—Estaba decidida a irme a conseguir esos cañones, pero creo que ahora no estoy tan segura.—¿Qué la hizo cambiar de parecer?—Creo que perderíamos mucho tiempo si vamos primero a Gavedra