30 de noviembre de 1741—¡Berry! —grita la capitana.El pirata está empapado en su propia sangre y no abre los ojos. Catherine lo mira horrorizada y llena de pánico. No entiende qué es lo que pasó, solo puede pensar que alguien debe salvarle la vida ya mismo.Arden la mira con los ojos desconcertados mientras sujeta al cartógrafo entre sus brazos. Sus manos irremediablemente se llenan de sangre, entretanto, Catherine sale corriendo para buscar a Flint Penney, es el único que se le ocurre en ese momento.Se siente desorientada mientras corre, casi desconectada de todo lo que está pasando. Si pierde a Berry, pierden la oportunidad de encontrar y leer el resto del mapa, pero es lo único que le preocupa; Berry ha sido un gran amigo y compañero desde hace muchos años, y sentir que no puede hacer nada; solo ver como su vida se escapa, sin poder ayudarlo; le produce una ira y frustración terrible.Flint ya se había adecuado a la tripulación, le gustaba la vida del mar, más de lo que quería a
03 de noviembre de 1741La carrera por llegar a Queen Bay en el menor tiempo posible, puso a los marineros a navegar sin descanso durante tres días y medio. Los cañones nuevos ayudaron indirectamente a eso, pues ahora el fantasma del pacífico era mucho más rápido que antes, y Catherine estaba extasiada con eso.Dejaron el barco donde la última vez que estuvieron allí, dentro de la cueva que ocultaba el barco a simple vista, y de nuevo ocuparon los trajes para camuflarse entre la gente, aunque esta vez, la capitana siente que eso no será suficiente, por eso, opta por colocarse una capa negra que al menos cubra su cabello y un poco su rostro.Todos los guardias del reino la están buscando. Al parecer, nadie sabe que ella aportó a la derrota de los saqueadores; por supuesto, Andrew no les diría eso, ni tampoco sus otros oficiales, así que simplemente lo omitió del relato.Su mente divaga, sintiéndose un poco enojada por ello.«Eso era obvio, Catherine, ¿qué esperabas? ¿Qué solo por eso t
03 de noviembre de 1741Hay muy pocas cosas en la vida a las que Arden Tydes le tiene miedo. Por supuesto, él no diría que ese es el sentimiento que le produce Xuan Xinyue. Desde la primera vez que la vio para conseguir la ubicación de Birronto, se había visto envuelto en demasiadas cosas sobrenaturales para su gusto.A diferencia de Catherine, él sí que se considera un verdadero creyente de la magia, y es que la ha presenciado toda su vida. Desde que era un pequeño niño en la isla de Fevedra, al este de los mares; Arden había conocido todo tipo de artefactos, mitos y criaturas mágicas. Todo esto gracias a su padre, que además de ser un pirata, también se había dedicado fervientemente a la búsqueda de los tesoros míticos más grandes del mundo. Por eso, le tiene un gran respeto a la vieja bruja de ojos rasgados y poderes misteriosos.Le intriga el hecho de que ella esté confinada en esa extraña tienda, es cuanto menos raro que no haya buscado salir por sí misma a conseguir el famoso te
03 de noviembre de 1741El camino de vuelta al puerto de Queen Bay se le hace largo y tedioso a la capitana. Lleva la pequeña piedra negra en la mano y la hace bailar entre sus dedos mientras no deja de pensar en los eventos que han acontecido para llevarla a donde está ahora mismo. Ni en sus más locas fantasías le hubiese propuesto a Arden quedarse para encontrar al descendiente del primer pirata del mundo.Tal vez en otra ocasión si lo habría hecho, incluso habría peleado por la oportunidad de buscarlo ella misma, sin embargo, ahora las cosas eran un tanto diferentes. Diferentes y complicadas.Entre más tiempo permanece en Queen Bay, más difícil es combatir contra las ganas que tiene de correr a buscarlo. Su mente y su corazón son un completo caos, porque ya no puede seguir negando los sentimientos que tiene hacia Andrew, pero tampoco puede decir que no ama a Arden.Pensar en el pirata le hace sentir una gran calidez dentro de su pecho, una sensación de familiaridad y armonía profun
03 de noviembre de 1741—¿De qué está hablando? —cuestiona con una risita nerviosa.Catherine lo mira con los ojos desorbitados. No puede creer que sea posible lo que acaba de pasar. Con la boca entreabierta es incapaz de pronunciar una palabra. El comodoro sigue esperando una respuesta a la duda enorme que se le ha formado, suelta la piedra y la deja caer al suelo húmedo bajo sus pies.»Catherine, ¿de qué está hablando? —repite.—No puede ser posible, no puedes ser tú, debe haber un error. —Niega con la cabeza y da un traspiés hacia atrás. Recoge la piedra, que todavía sigue brillando, pero ahora mucho más tenue.¿Había estado brillando así desde que se encontró con él y no se había dado cuenta?La capitana sujeta sus faldas empapadas de agua y se aleja de Andrew todo lo que puede.—¿A dónde va? ¡Vuelva! —le exige el comodoro, pero ella no le hace caso. Necesita comprobar su teoría.—¡No me siga! ¡Aléjese de mí! —le pide con tono de súplica.Por primera vez, Andrew se contiene en el
TERCERA PARTE06 de noviembre de 1741Los vientos no están a su favor esa tarde. A la capitana le cuesta trabajo remar el bote sola, sobre todo con el peso casi muerto que lleva del comodoro. El hombre se había despertado en varias ocasiones, pero ella ya le había vendado los ojos y solo le daba un par de tragos de agua fresca al día, para evitar que se descompensara. Alcanza a ver el sol poniéndose en el horizonte lejano. El océano en se momento se ve entre un azul y un naranja intenso que le da un aspecto mágico.Al otro lado está la isla de Birronto a lo lejos. Desde allí no logra divisar ningún barco, y duda mucho que logren verla por el reflejo de la luz sobre el agua, así que hace su mejor esfuerzo por remar hasta la costa sin ayuda.Para cuando llega a la costa, el sol ya se ha ocultado en el horizonte dando paso a la noche. No hay estrellas esta vez, pues el cielo está particularmente nublado, y la luna está en nueva.Ha decidido no atracar en el puerto como normalmente lo ha
10 de noviembre de 1741El barco se mece con violencia esa noche. La tormenta es intensa y todos los marineros solo tratan de resistir la inclemencia del clima sin perecer en el intento. Catherine está empapada de agua, la ropa le chorrea y el agua fría de la lluvia le golpea el sombrero provocando un ruido ensordecedor que no la deja escuchar nada más, mientras se mantiene firme en el timón del barco. El viento helado se le mete hasta el hueso y el cuerpo le tiembla de escalofríos, pero no puede dejar al fantasma del pacífico a su suerte en semejante tempestad.Arden está con ella, sujetando las sogas que sostienen las velas para evitar que se suelten como aquella vez.—¡Resiste un poco más! Ya está por pasar —le grita ella en un intento por darse un poco de ánimo. Los demás piratas están dispersos por el barco, tratando de sujetar las demás velas, y otros más se encuentran en las galeras.No es la primera vez que Catherine está en una tormenta como esa; si de solo recordar la última
01 de diciembre de 1741Viajar en barco desde el norte hasta el sur es un camino largo y peligroso. No por nada, Crira es uno de los pocos reinos continentales que menos relación comercial tiene con Regoria.Entre un reino y otro hay miles de kilómetros de distancia. Con buen tiempo y un navío veloz, se podía llegar en dos meses. Catherine está tratando de acortar ese tiempo lo más que puede, forzando al fantasma del pacífico hasta su último aliento.Están a medio camino y ya se empieza a notar la diferencia en las aguas y el clima. El sur es un lugar mucho más frío que el norte. Ninguno de ellos está acostumbrado a esas temperaturas, así que comienza a hacer estragos en sus cuerpos.Se habían aprovisionado con lo necesario, pero nadie les advirtió lo duro que sería el clima.—Todavía estamos lejos de la península invernal, ¿cierto? —pregunta Heinrik.Ha estado toda la mañana junto a Berry explorando los mapas para lograr conseguir la ubicación más exacta de la isla.Le decían penínsu