Presentación

Capítulo 2

Ibiza

Luego de que mi madre se asegurara de dejarme sana y salva en la entrada del hotel en el que se haría el evento, me pregunto a que hora pasaba por mí, pero le asegure que llegaría en taxi. La verdad es que no quería que se levantara en medio de la madrugada, ya que sabia perfectamente cuan dura era su jornada laboral en el hospital como cirujana.

Cuando por fin me decidí a entrar en aquel salón luego de unos minutos, al hacerlo veo muchos rostros conocidos y otros no tanto. Además, indiscutiblemente noté como muchos de los invitados se me quedaron viendo cuando hice acto de presencia, lo que me llevo a preguntarme si tenía algo mal la ropa que llevaba puesta. A mi parecer desde que salí de casa lo hice impecable y me he mantenido así hasta el momento.

Luego de unos minutos de estar parada en un solo lugar sin saber que hacer, de la nada siento una mano sobre mi hombro descubierto que me hace dar un respingo en el lugar y al voltear para ver quien ha sido, me encuentro de frente con la sonrisa agradable de mi jefe y me tranquilizo de inmediato. Ya me había montado un gran escenario en donde cualquier desconocido me molestaba solo por sí.

- Perdón, querida, no quise asustarte - dice este sin borrar esa sonrisa y dejando ver ese lado cariñoso que siempre tiene.

- No se preocupe señor, no pasa nada. La verdad es que me alegro de que haya sido usted y no alguien más - le devuelvo la sonrisa y este solo asiente.

- Ibiza, que bueno que viniste, la verdad pensé que no lo harías como en las demás ocasiones.

- Pues para ser sincera no pensaba venir. Usted mejor que nadie sabe que no me gustan estos eventos, pero mi hermana no dejo de insistir en todo momento para que asistiera y al final por cansancio termine aceptando.

- Pues vendita sea tu hermana que logro convencerte. Ya verás como al final la pasas bien, pero ahora ven conmigo, quiero presentarte a mis cuatro orgullos que son lo mejor que he hecho en esta vida - dice feliz extendiéndome su brazo y yo lo tomo sin problema.

Mientras mi jefe y yo caminamos hasta donde él estaba anteriormente, a lo lejos antes de llegar veo a cuatro hombres mirándonos con atención, quienes a mi entender deben ser sus hijos. Los cuales debo reconocer parecen dioses griegos, de esos que salen en los libros que tanto lee mi hermana. Esos que son altos como edificios, fuertes como una montaña y jodidamente sexy listos para pecar. Sin embargo, dejo de pensar es esas cosas cuando veo a una linda mujer cerca de ellos y me pregunto quien será. Solo tengo entendido que mi jefe y su esposa tuvieron solo hijos varones, por lo que de seguro la mujer debe ser la pareja de alguno de ellos o tal vez es amiga de la familia.

- Ibiza, querida, que gusto verte aquí esta noche. Estás guapísima mi niña - dijo la señora Anastasia con una gran sonrisa.

- Gracias por el cumplido, usted también se ve espectacular y para mí es un gusto estar aquí con ustedes – digo mientras dejo dos besos en sus mejillas.

- Querida ¿Cuántas veces te he dicho que me trates de tú cuándo hablamos? Sabes que no me gusta el termino de señora, aunque lleve muchos años casada con ese viejo gruñón.

- Me lo ha dicho muchas sin duda, pero para mí es más cómodo tratarla de usted. Tal vez mas adelante pueda ser de otra manera.

- Bueno está bien, si te sientes cómoda llamándome así entonces no se discute más el tema. De todas formas, no es que por eso vayamos a dejar de ser amigas ¿Hecho?

- ¡Hecho! – termino afirmando para luego darle un fuerte abrazo.

- Bueno ya mujer, no seas pesada - dijo mi jefe dejando un beso en la mejilla de su esposa – Ibiza y tu tienen mucho tiempo para verse y hablar, sin embargo, ahora quiero presentarle a mis cuatro orgullos y también a los herederos de todo lo que tengo

Cada vez que mi jefe mencionaba aquello, en sus ojos se marcaba la felicidad y lo orgulloso que se sentía de ellos. Seguramente sus hijos nunca han hecho algo para fallarle, lo que habla muy bien de ellos hasta el momento.

- Bueno, este granuja a mi lado es el menor de los cuatro y su nombre es Max. Él tiene dieciocho años y pronto cumplirá los veinte.

- Es un gusto Max, encantado de conocerlo - digo estrechando su mano por cortesía, a lo que él respondió de igual manera. Se ve que él es un joven muy simpático y todo un galán por la sonrisa que me regalo.

- Un gusto Ibiza, un placer

- El que le sigue es Iván, este de los cuatro es quien más guerra me ha dado porque no quiere sentar cabeza por más que se lo he pedido.

- Un gusto, señorita, pero no le haga mucho caso a las palabras de mi padre – dice él y acepte su saludo, pero no hice ningún comentario para que no lo tomara como una doble intención.

- Ahora te presento a Alejandro, él fue el motivo por el que viaje la semana pasada a New York para su cumpleaños porque de ser por él, ni siquiera lo hubiéramos visto. Hay que ver que de mis hijos este es el más ingrato porque para saber de él hay que tirarle de las orejas.

En el momento en el que mi jefe dijo eso, muy a mi pesar no puede evitar que una pequeña risa que escapara de mis labios ante tal ocurrencia. Mi jefe digamos que es un ser muy elocuente y después de eso, su hijo Alejandro y yo nos saludamos estrechando nuestras manos. Sin embargo, algo que no pude prevenir en ese momento fue sentir cómo una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo ante su tacto en mi mano y como si la piel me quemara, de inmediato tuve que soltarme de él disimuladamente para que no viera como me había afectado.

- Un gusto Ibiza – dijo con simpleza, pero en sus ojos pude notar algo extraño que no supe descifrar.

- Y, por último, te presento a el mayor de mis hijos. Él es Salvador y la bellísima mujer que vine acompañándolo es su esposa Ana.

- Mucho gusto, Ibiza - dijeron los dos a la vez y se ven que están conectados el uno con el otro por cómo se miran y sonríen.

- El placer es todo mío como ya había mencionado y me da gusto conocerlos después de haber escuchado tanto de ustedes.

- Hijos míos, Ibiza es una de las mejores diseñadoras paisajista de la empresa. Ella desde que comenzó en la empresa se ha dedicado ha darlo todo y gracias a ella es que hemos obtenido los mejores contratos con personas muy importantes. Es por eso que estoy seguro de que ella será de mucha ayuda para uno de ustedes cuando tomen mi puesto y yo me retire.

Aquellas palabras de mi jefe me alentaron mucho, ya que eso quería decir que, si él faltara en algún momento, gracias a mi arduo trabajo yo seguiría conservando mi puesto que tanto me gusta. Además, puedo atreverme a decir que estos cuatro hombres a simple vista se ven que son de armas tomar y de carácter muy distinto, aunque sean hermanos. Así que por lo mismo debo tener mucho cuidado con ellos y solo me voy a dedicar a hacer bien mi trabajo sin incomodar a nadie.

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