Enma se quería morir cunado Harry le dijo que Jeremith le había avisado que regresaría a pasar la noche en la mansión.
—Esto es inaudito, los dioses nos abandonaron y se va a formar un caos.
—Confiemos en que Rous se encierre en su habitación y no salga hasta mañana.
—Rous… por favor, está ciega por Alan, ¿acaso no viste como tiene la mirada? Se le ve que está desesperada por él.
—Debemos vigilarla toda la noche.
—Y a Alan también.
Rous suspiró en silencio cuando el auto se estacionó frente a la mansión de los padres de Alan. Enma y Harry los recibieron.
—Rous debe estar muy exhausta. —Dijo Enma—. Ven y te acompaño a tu habitación.
Enma la escoltó. En cuanto llegaron le dijo:
—Rous, te rugo que no vayas a causarle problemas a mi hijo esta noche, Alan está dormido y quiero que siga así. —Rous no le contestó nada.
—Rous por favor. —La agarró de los brazos y la sacudió, pero ella parecía no importarle
Alan no durmió en resto de la noche, ahora no solo sufría porque Jeremith se llevaría a Rous, sino que también lo hacía por los términos en que ellos habían quedado por su culpa. Él por alejarla y así evitar que Rous se delatara delante de su esposo, le hirió el corazón, y odiaba haberlo hecho. Al otro día Rous le dijo a Jeremith que quería que Antonia fuera su dama de compañía, como él solo deseaba contentarla aceptó sin ningún problema; pero Antonia viajaría a Chicago días después. Rous regresó a su habitación, Antonia estaba atendiendo a la niña. —¿Qué dijo el Alfa señora? —Rous respondió con una sonrisa: —Dijo que si podías ir conmigo. —¿Me alegra mucho! Así podré conocer Estados Unidos y estaré cerca de usted. —Si Antonia —Dijo sonriendo, pero de inmediato se apagó su sonrisa—. Así al menos no estaré tan sola en esa mansión que no es otra cosa que el inferno para mí. —Antonia cabizbaja agregó: —No se ponga así señora, a lo
La cara de alegría que Bridget tenía cambió con una expresión de asombro y consternación cuando visualizó a Rous. Se quedó petrificada observando a su rival que tanto odiaba. Algunos de los invitados que ignoraban la situación real de las cosas que sucedían en el matrimonio del Alfa, sencillamente se acercaron a él a saludarlo y estaban sorprendidos cuando descubrieron que tenía una hija recién nacida. Jeremith no estaba muy contento con la sorpresa, pero disimuló y saludo a todos. Algunos incluso saludaron a Rous y la felicitaron por su bebé. Ellos ya sabían que el Alfa estaba casado con una omega, y creían que entre él y Bridget sólo había una amistad. Pero los amigos de Bridget que si conocían muy bien la situación real prefirieron esperar, así evitaron acercarse a Rous. Elisa corrió a donde se encontraba Bridget paralizada, la agarró del brazo y la llevó a una de las habitaciones del primer piso asegurándose que no fuera a armar un escándalo delan
Después de la cena los invitados al fin se marcharon; Hans le dijo a Jeremith que Rous había decidido dormir en otra habitación. —Ya hablaré con ella. —Elisa que escuchó la conversación le dijo: —¿En serio te quedaras con una omega que no te obedece? —No te metas en mis asuntos. —Me meto porque me preocupo por ti. —No eres mi madre. —Jeremith le dio la espalda y la dejó sola. Rous estaba sentada en la mesa de lectura escribiendo en lo que parecía un diario cuando Jeremith llegó. Primero miró a la bebé que dormía en su cuna y luego se acercó a Rous. —¿Por qué desobedeciste mi orden y te quedaste aquí? —No deseo dormir en esa habitación, prefiero esta. —Siendo ese el caso mandaré a traer mis cosas. —Rous o miró con recelo. —No dormiré contigo. —Soy tu esposo, y los esposos duermen juntos. —Ese no es nuestro caso, yo no me he retractado del divorcio y no dormiremos en la misma cama. —Jeremit
Cuando Sabrina se fue a su casa, Rous bajó a acompañarla hasta la sala de la mansión y llevó a la bebé consigo, se dieron un beso y un abrazo. —Iré cuando me sea posible salir de aquí. —Te estaremos esperando en casa. —Si tía. Cuando Sabrina se marchó Rous tomó a Julieth que estaba en el porta bebé e iba a subir las escaleras cuando de pronto vio a Vera que bajaba, ya estaba casi en los últimos escalones. La mujer irguió los hombros y miró a la niña. Rous quiso evadirla y movió el porta bebé al lado contrario para alejarla de su vista. —Déjame verla —Dijo Vera en tono mandón—. Es la hija de mi nieto y tengo derecho. —¿Para qué desea verla si no la quiere? —Nadie aquí ha dicho que no quiero la hija de mi nieto. —No dejaré que usted la vea, puede pegarle mal de ojo. —¿Cómo se atreve? No eres más que una insignificante omega. Te ordeno que me des a la niña. —Ya le dije que no quiero que la vea. —En ese mome
Rous durmió a Julieth arrullándola en su cuna. La enfermera ya se había retirado. En su rostro se podía apreciar el enojo que aún estaba sentido por dentro. De pronto llamaron a la puerta. —¿Quién? —Soy yo, Gabriel. —Ella lo mandó a pasar —¿Cómo está tu bebé? —Está bien, ya se tranquilizó y se quedó dormida. —¿Puedo verla? —Si claro. —Gabriel se acercó a la cuna, la vio dormida y pensó: "Así que tu madre no perdió el embarazo." Recordó cuando Alan le dijo que ella había perdido al bebé. "¿Por qué Alan me mintió, no creo que haya pensado en ocultarle a Jeremith acerca de su hija.” —Está muy hermosa tu bebé. —Gracias Gabriel. —Ella sonrió, pero sus ojos se veían tristes. —Me preocupé mucho cuando la oí llorar con tanto desespero, pobre niña. —Hans me dijo que tú llamaste a Jeremith. —Sí, él es el único capaz de frenar a la abuela. —Rous agachó el rost
Rous y Jeremith continuaron discutiendo. —No deseo vivir aquí. —Esta es tu casa. —Es la casa de tu familia. —Ya eres una Remington, perteneces aquí. —Esto es una tontería. —Pareces una niña haciendo pataletas. —Me prometiste que no me traerías a este lugar. —¿Cuándo te lo prometí? —Cuando planeamos nuestra boda. —Él agachó la mirada. —Sabes que no lo recuerdo. —Ella estaba a punto de llorar de la impotencia, Jeremith de acercó. —No te imaginas cuánto deseo recordar todo. Anhelo saber cómo te conocí, como hiciste para adueñare de mi corazón —La sujetó de la cintura—. Debiste ser demasiado maravillosa para atraer mi atención. —Intentó besarla pero Rous lo evadió. —¿Hasta cuándo seguirás castigándome? —Le tocó la mejilla—. No quiero que continuemos con esta contienda. Eres mi esposa y la madre de mi hija, solo deseo nuestra felicidad juntos —Rous e qued
Alan regresó ese día más temprano a la mansión y cenó con su familia. No terminó de comer y decidió retirarse de la mesa. Enma intentó convencerlo de que terminara el plato.—No tengo hambre mamá. —Dijo cabizbajo.—Estas bajando mucho de peso y te estas alimentado mal. —Alan hizo caso omiso y se levantó de la silla, ella quería insistir pero Harry la detuvo.—Déjalo Enma, sabes que está sufriendo y un plato de comida no hará la diferencia. —Marian agregó:—Rous también debe estar muy triste.—Debe estarlo, pero ni se te ocurra comentarle eso a tu hermano. Ya se comprometió con Paola, debemos apoyarlo, solo así podremos evitar que suceda una desgracia.Alan salió a la terraza a fumar un cigarrillo. Tenía a Rous en el pensamiento como siempre lo hacía.
Cuando Rous llegó a la habitación Antonia estaba hecha un mar de nervios y vio que ella llevaba las mejillas enrojecidas.—¿La descubrieron?—No conseguí el celular de Vera, pero conseguí el de Jeremith.—¡¿Qué!?—Nadie sospechará. Pero me encontró en su habitación y creyó que yo iba en son de reconciliarme con él.—¿Y la descubrió?—No. —Sacó el artefacto y sonrió—. Estaba en su chaqueta, espero que se entere cuando esté en la oficina.De inmediato intentó descifrar la clave del celular. Puso la que Jeremith usaba cuando eran novios, la fecha de cumpleaños de su madre, y acertó."Todavía usa la misma clave" Pensó dentro de sí.Rous esperó que él se fuera a la oficina y man