Capítulo 13
Una foto de una cama desordenada apareció ante los ojos de Nicolás, quien sintió que la ira le hacía hervir la sangre:

—Así que... ¡fuiste tú!

Su voz era aterradora, su presencia tan intimidante que le cortaba la respiración. Escribió rápidamente:

—Mariana, recuerdo haberte advertido que Diana no debía enterarse de lo nuestro.

Al leer el mensaje, Mariana soltó una risita arrogante y llamó para provocarlo:

—Diana, ¿desde cuándo sabes imitar tan bien el tono de Nicolás?

—Si yo fuera tú, ya habría renunciado de manera humilde al título de señora Paredes. Llevo al hijo de Nicolás, ¡tal vez me proponga matrimonio pronto!

—Cuando eso suceda, serás tú quien salga expulsada sin dignidad alguna. Si no quieres llegar a ese punto, mejor cédeme el puesto de señora Paredes ahora mismo. Te ahorrarás sufrimiento y evitarás quedarte sin nada, además del desprecio.

Mariana se envalentonaba cada vez más mientras hablaba, pero el silencio al otro lado del teléfono la inquietaba de manera inexplicable. Au
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