Por la mañana preparé a Johan para ir a casa de mi madre, seguía viviendo en la misma casa decía que solo la sacarían de ese lugar hacía el cementerio, siempre decía que iba a morir pronto, a mi me parecía ridícula su confesión y trataba de cambiarle el tema. La ama de llaves me abrió, después de saludarla, fui al jardín trasero en donde se encontraba. –Hola mamá. –¡Al fin apareces! –exclamó, se dio cuenta que Johan iba hacía ella –. Mi pequeño nieto hace cuánto no te veo, como has crecido. Siempre le gustaba dramatizar todo, venimos cada fin de semana, pero el anterior no pude venir por asuntos de la empresa.–Abuela, puedo comer tortas. –Por supuesto que si, ve a pedirle a Josefina que te dé las que quieras. Johan salió de prisa a la cocina para ir con la cocinera a pedirle de comer. –¿Qué haces aquí mamá? El doctor dijo que no tienes que hacer mucho esfuerzo. –¿Y quién crees que va a cuidar mi jardín? –No lo sé, tal vez el jardinero al que le pagamos cada mes.–Ese muchachi
–Maggie, ya casi está lista la cena –avisó Madeleine cuando entre a la cocina. Dewey está entretenido intentando tomar un poco de comida mientras Madeleine se distrae, siempre lo hace hasta que ella lo termina sacando de la cocina. –Hola chicos. –Uno para ti –mencionó Dewey al darme una copa de vino –. Te traje tu favorito. –Es nuestra noche libre y no hay excusa –sentenció Madeleine. –Ninguna excusa como ir a trabajar mañana temprano –mencioné llevando la copa a mi boca. –Te tomas un café y listo. –Lo dice el chico de veinte –aclaré –. Además, creo que veré mañana a Aleks. Dewey comenzó a toser escupiendo su cerveza cuando me escuchó, Madeleine se dio la vuelta para verme como si estuviera alucinando. –¿Hablas en serio? –No lo sé. Ella sirvió la comida muy rápido a parte que golpeó a Dewey en el abdomen para que quitará ese su rostro de sorprendido. –¿Cómo pasó? ¿A qué hora viene por tí? Dile que en la noche así ya no regresas, te daré una falda muy corta. –Mad,
–Les agradezco mucho –me despedí del último proveedor. Todos sonrieron, aceptaron y nunca faltó el que me invitó a una cena hasta que finalmente se despidieron. Cuando subieron al ascensor y las puertas se cerraron me di la vuelta para abrazar a Jorge. –¡Lo logramos! ¡No puedo creerlo!–Lo sé, hermosa –chilló –. Pero ahora tenemos mucho más trabajo, así que no me vuelvas a dar estos sustos por favor. –Perdón, Jorge, es que Sean me llamó de último minuto para pedirme que firmará algo en la empresa de mi papá y tuve que ir allá primero. –Solo Dios sabe cómo te divides para hacer todo, yo me hubiera vuelto loco hace años. –Eso es porque te tengo, no hubiera hecho nada sin tí. –Soy lo mejor que te pudo pasar en la vida, lo sé, no tienes que decirlo. Sonreí por la forma de decirlo, Jorge es un buen amigo desde hace años, lo contraté como vicepresidente de empresas Beauxx, pero me ha dado una gran amistad.–Mejor comencemos que me voy por la tarde a mis ensayos. –Y yo tengo que prep
–¡Dios mío! ¡Lo lamento tanto, Aleks! –me disculpe mil veces cuando subimos a su auto. –No tienes que disculparte, Margareth. Encendió el auto y comenzó a conducir.–No sé cómo apareció en este restaurante, Sean es demasiado delicado respecto a la comida, siempre va a lugares más sofisticados, nunca estaría en un lugar así, lo lamento mucho, de verdad. –Lo conoces bien. –Quisiera que no, pero estuvimos casados. Miré a la ventana avergonzada, esperaba a que me llevará a casa y olvidar todo esto.–¿Tienes algo que hacer ahora? –dudó. –No lo creo. –Aún es temprano y me gustaría llevarte a un lugar. Acepté su propuesta, se desvió por un camino en la carretera, no conocía muy bien el lugar, pero las luces cada vez comenzaban a disminuir, nos estábamos alejando de la ciudad, los árboles comenzaron a verse y de pronto solo las luces del auto, era extraño como no sentía miedo, de alguna forma estaba confiando en Aleks, después de unos minutos logré ver las luces de un edificio, Aleks
–Ojalá no hayas esperado mucho. –Me gusta esperarte –mencionó. No tengo idea si fue cosa mía o enfatizó el esperarte. –¿Supongo que quieres conocer la ciudad? –dudé. –Para ser sincero, ya la conozco –mencionó –. Aunque estoy abierto a nuevas opciones para ir a cenar. –De hecho un amigo me recomendó unos lugares donde sirven buena comida, ¿Quieres ir a uno de esos lugares hoy? –Tú dime y yo conduzco. Sonreí con la seriedad que dijo esas palabras, parecía algo gracioso de su parte aunque su gesto fuera diferente. Después de varios minutos y calles oscuras terminamos en un restaurante chino, cada mesa estaba apartada, parecía que no podías ver quien estaba al lado, era sofisticado y acogedor. Me sentí bien porque nadie pareció reconocerme, ni les importó nuestra vestimenta o el auto de Aleks, nos llevaron a una mesa dejando el menú. –Sé que es algo tarde –hice una mueca –. Pero de verdad espero que te guste la comida china. –La he probado y me ha gustado –mencionó con tranquili
Cuando el concierto terminó y nos despedimos del público que nos dio una gran ovación antes de salir, todos dieron un grito de alegría de lo bien que había salido, estaban emocionados diciendo que fue perfecto, además de abrazarse entre ellos comenzaron a decir que era hora de celebrar y finalmente romper con la sequía que estaban por las presentaciones, todos tenían prohibido emborracharse todo este tiempo, no mencioné nada de lo que hacía Madeleine en casa, era muy buena con el violín y creo que lo tocaba hasta dormida, tampoco hablé de lo que había hecho en mi día aunque todos creían que me mantenía en casa con mi hijo, no me gustaba hablar sobre mi vida, no es que pasará algo interesante. –¿Irás Maggie?–No lo creo –sonreí –. Ya tengo planes. Aleks me dijo que pasaría por mí al terminar, está vez él escogería el lugar a donde iremos. –No seas así, ven con nosotros, será divertido. –Estoy muy segura de que ustedes se divierten. –Si es por el señor Kostov que venga con nosotros
Me sacudí para que Sean me soltará, retrocedí y Aleks se colocó en frente de mí. –¡Maggie!–Señor Ford, le voy a pedir que trate a Margareth con el respeto que merece. –No me venga con respetos de nada Kostov, se nota que está demasiado ebria y usted intenta aprovecharse de ella. –¡Lárgate Sean! No entiendo qué haces aquí.–Gracias al cielo que estoy aquí, así que ahora vendrás conmigo. Intento acercarse, pero Aleks se lo impidió, como un reflejó me sujete a él y parece que entendió que no me quiero ir con Sean. –No se meta en nuestros asuntos, Kostov. –Se nota que usted también ha bebido señor Ford, será mejor que se vaya por su cuenta. –A mi no me va a decir que hacer. Sean se colocó cerca de Aleks, no entendía muy bien qué era lo que estaba pasando porque mi pobre cerebro alcoholizado procesaba lento, entrelacé la mano de Aleks con la mía. –Me quiero ir, por favor.–¿Qué sucede aquí? – preguntó un guardía de seguridad al acercarse a nosotros. –Que este completo desconocid
–Mi cabeza –murmuré al levantarme de la cama. Me di cuenta que está no era mi habitación y definitivamente no era mi casa, al mirar mi cuerpo no era mi ropa, al menos si tenía ropa, intenté recordar lo que había pasado anoche mientras buscaba mi teléfono en mi bolsa que estaba sobre la mesa cerca de la cama. El reloj marcaba las diez de la mañana, tenía ochenta y nueve llamadas perdidas de Sean, y algunos mensajes, me levanté mirando la habitación al fijarme un poco más en los detalles pude deducir que era la habitación de Aleks, un recuerdo vino a mi mente de Sean y él hablando, luego que salí con Aleks del bar. Abrí una puerta que dio hacía un baño, entre y comencé a arreglar mi cabello, lave mi rostro y coloque un poco de maquillaje al menos para no parecer un zombi salido de the walking dead, no podía colocarme mi vestido de nuevo porque estaba roto. ¿Cómo pude estar así anoche? Cuando estuve lista tuve que enfrentar lo inevitable, ver a Aleks. Al salir de la habitación el o