Johana Exposito es una veterinaria de 23 años, fue entregada al orfanato Sagrada familia dirigido por monjas el día que nació por una elegante mujer junto a un sustancioso donativo, ella creció sin saber nada en lo absoluto de sus raíces, sin embargo, el destino siempre nos alcanza.
Johana se enteró ya siendo una mujer que fue el fruto de una relación prohibida entre Leonardo Martino y su empleada Yelitza Perdomo, aunque nadie sabe los detalles de esa relación extramarital, todos pueden garantizar que no fue un romance idílico, Leonardo Martino fue un descendiente de italianos, hacendado y cruel hombre mujeriego, que solo tenía amor para dar a su esposa Sonia y su hija Donna. Pero el destino llevará a Johana hasta sus raíces paternas, ya que Leonardo Martino dispuso que La Madonna, su hacienda orgullo de generaciones fuera para su hijo mayor Dante Martino quien se casa con Belinda García compañera de orfanato y amiga de Johana.
De esa manera el derecho de Johana por nacimiento llega a su vida, reconocida por sus hermanos e incluso por Sonia, viuda de su padre.
Johana disfruta al fin de contar con una familia, un sueño hecho realidad, adora a sus hermanos y a la hacienda La Madonna la siente su hogar, cuida sus animales con entusiasmo y está determinada a ver la hacienda productiva y próspera.
Tiene un fuerte código moral, inculcado sin duda por el ámbito estricto donde creció, más no solo es eso, Johana desde que tiene uso de razón deseó tener padres, lloraba en silencio al ver fotografías de revistas de familias felices y sentía que algo mal había en ella, desde que sabe la verdad, le aterra hacer lo mismo que su madre, Johana se siente mal por su resentimiento hacia su madre, porque la juzga, no sabe cuáles fueron las razones que llevaron a Yelitza a tener una relación con un hombre casado que además era su patrón, más Johana no encuentra justificación, tanto si fue por amor o por interés, Johana siente que su madre fue mala persona y que dejó en ella una mancha indeleble de niña ilegítima, solo por no tener la decencia suficiente para decirle ¡NO!, a un hombre comprometido.
Sin embargo, a menudo somos tentados y Johana está enamorada hasta los huesos del dueño de la hacienda vecina a La Madonna, Robert Mendoza, el patrón de la hacienda La Mágica Cascada, es veterinario, guapo, soltero, buen hijo con su madre y colaborador con la comunidad, Johana es objetiva al decir que lo amó desde la primera vez que lo vio colaborando con las reparaciones de la fachada del orfanato hace unos años, pero él es millonario, arrogante y sinvergüenza mujeriego, razón por la cual se repite que debe mantenerse alejada de él.
Socorro buscó a Johana que estaba con los perros de la hacienda, tratando de enseñarle modales, ya que eran unos desastrosos que habían acabado con varias matas, le dijo que su hermano quería verla. Johana entró corriendo a la recién restaurada casa en la inmensa hacienda La Madonna, con la melena alborotada y la ropa llena de polvo amarillento, era muy temprano, pero ya ella tenía rato levantada, después de dar tetero a las cabras y alimentar a todos sus animales ya necesitaba un segundo baño.
—Se puede —pidió Johana asomando la cabeza en el estudio de su hermano.
—Pasa Johana y cierra la puerta — respondió Dante sonriendo desde su mesa de arquitecto, se levantó y la invitó a sentarse con él en un amplio sofá de cuero.
—Johana, hermanita, quiero resarcir de alguna manera las carencias que tuviste mientras crecías y hoy tengo los medios para hacerlo, de las ganancias que deja la hacienda te he apartado un fideicomiso, porque quiero que dispongas de tu vida con libertad. Y ahora quisiera que disfrutaras más allá de esta hacienda y tus animales, que veas un poco de mundo, ¿Qué te parece pasar una temporada en Milán? —inquirió dudoso, sin estar seguro si su hermana aceptaría. Muy diferente a lo que él esperaba, a ella se le iluminó el rostro.
—Me encantaría, pero ahora mismo me necesitas aquí en La Madonna, apenas empezamos a recuperarnos después de que el río acabara con todo…
Dante elevó su mano en señal de alto y fijó en su rostro sus lindos ojos dorados sonriendo.
—Sé que cuento contigo y La Madonna es tu hogar y sí es cierto que recién nos recuperamos después de que el río acabara con todo, pero el río nos hizo un favor, se llevó todo lo antiguo, por supuesto, gracias a la abuela de Belinda y el apoyo de Robert por darnos la mano cuando fuimos damnificados y nos abrió las puertas de su hacienda a nosotros y los animales.
En Johana un recuerdo brilló como las luces cegadoras de un tren que se acerca, desvió la mirada, «lo mejor será irme muy lejos de Robert Mendoza».
—Pensándolo mejor una temporada en Milán me hará bien, Belinda me ha contado que es una ciudad bellísima.
—Belinda a mí me dijo que querías hacer un postgrado.
—No hay problema, ya averigüé y me inscribiré dentro de 4 meses que empieza uno en la universidad de acá.
—¿Y si pudieras hacerlo en Italia, te gustaría? —, Le preguntó Dante observándola atentamente—, así conoces tus raíces, sabes cómo es mi mamá y anda todo el día insistiendo que debes aprender de tu legado, que el magnífico Leonardo Martino se lo dice en sueños y bueno…, sabes las locuras típicas de mi mamá —Dante se echó a reír—, se puso furiosa cuando me dijo que Leonardo vestido de blanco le agradecía cuidarte, le dije que solo eran sueños, que mi papá seguro se estaba dando baños de lava ardiente con diablesas en la quinta paila del infierno, con eso logré que me dejara en paz unos días.
Johana emocionada abrazó a su hermano.
—¿Es en serio Dante?...
—Bueno, no sé si está en el infierno, prefiero no pensar mucho en mi papá.
Johana se echó a reír y le dio un golpe en el hombro jugando, Dante se sobó quejándose y sonriendo.
—Eres un loco bromista, sabes que hablo de estudiar —Johana rió de nuevo—, me encantaría hacer un postgrado en Italia, actualmente llevan investigaciones de vanguardia en el rendimiento de ganado vacuno, la desparasitación y el estudio de su alimento y como lo digieren ha dado explicación…
—Sí, sí…, supongo es muy emocionante para ti; nada más entendí que hacen estudios a m****a de vaca.
Johana se echó a reír.
—Volveré y tendremos animales preciosos y productivos, porque yo sabré mucho de cómo cuidarlos y La Madonna será próspera —sus palabras sonaban a promesa una que cumplirá porque si algo tiene su hermana que es una de las personas más noble que ha tenido la dicha de conocer.
—Mi hermanita preciosa, a veces lamento que mi padre no te haya conocido, tú adoras esta tierra igual que él, a mí me costó mucho aprender a quererla, así que entonces nos dejaras mientras haces un postgrado en Italia —mientras hablaba recordó como se sentía antes con respecto a La Madonna, sin embargo, ahora adora tanto esas tierras que siente que toda su vida está allí.
—Los extrañaré mucho a todos —a Johana se le aguaron los ojos—, te quiero mucho, hermano mayor, no sabes cómo le agradezco a Dios haberte encontrado y que me hayas aceptado.
—No digas eso, que el afortunado soy yo, te tocó tener una loca familia y me disculpo de antemano porque irás con Sonia —Dante arrugó la nariz—, entiéndeme, no puedo enviarte sola a otro país y así me libro de ella.
Ambos se rieron.
—No te preocupes, yo puedo con Sonia, insiste en que puedo decirle mamá —Johana negó con la cabeza—, ella es única, pero hemos aprendido a tenernos cariño
—No le digas a Belinda que dije que mi papá estaba en el infierno y que me quiero deshacer de mi mamá… —a Dante le brillaron los ojos al hablar de su esposa, Johana sonrió, eso quería ella en su vida, un hombre que la amara con devoción, no un ruin sinvergüenza que quisiera aprovecharse de ella, su hermano continuó hablando y Johana se perdía de las palabras sumergida en sus propios pensamientos, hasta que escuchó—, así que cuando digas que vas con recomendación de Robert Mendoza, podrás empezar de una vez, aunque estén un poco adelantados en clases.
—Espera un momento, Dante, que me perdí, ¿Qué tiene que ver Robert Mendoza?
Dante la miró achicando los ojos y su boca era un rictus, suspiró.
—Te decía que le debo un favor más a Robert y le pedí te consiguiera un cupo en el postgrado, él es mecenas en el departamento de investigación de veterinaria.
—Ah, bueno, procuraré quedar bien —dijo Johana en voz baja.
—Dante se levantó del sofá y caminó hacia una amplia ventana permitiendo entrar los rayos de sol, la llamó para que vieran juntos lo hermosa que se veía ahora la hacienda, Johana abrazó la cintura de su imponente hermano mayor observando la redoma con el monumento sobre la fuente con la representación de la Virgen María con el niño, La Madonna, Dante la miró de frente y tomándola por los antebrazos le dijo:
—Otra cosa me preocupa, yo nunca he tenido esta conversación antes, no lo hice con Donna y ya sabes que nuestra hermana no fue un modelo de virtud, por supuesto mi mamá no tiene ni idea de cómo enseñar virtudes y Belinda es muy inocente para aconsejarte, aunque es mi esposa y debería saber lo que es un diablo, ella siempre verá lo mejor en las personas.
Johana sonrió por la incomodidad de Dante, estaba complacida de recibir consejo de su hermano mayor.
—Adelante, te escucho.
—Johana, ten cuidado con Robert, creo que es peor que yo a su edad y eso es demasiado, Robert Mendoza es un mujeriego, sé que te gusta y eso me aterra, él las llevará a Italia… —Johana bajó la cara con vergüenza y pensó, perdiéndose de lo que su preocupado hermano le aconsejaba «Dios mío, será que todos saben que Robert Mendoza me gusta, será que Dante sospecha algo de lo que pasó, pero no seas tonta Johana, no pasó nada…»—, él no te merece, así que concéntrate en tus estudios —, finalizó Dante un poco abochornado y a decir verdad, Johana no sabía absolutamente nada de lo que dijo Dante después de escuchar que viajaría con Robert Mendoza.
Johana era un manojo de nervios dentro de un avión privado propiedad de Robert Mendoza, aún no despegaba y ya quería bajarse, aunque el avión fuera de lo más cómodo y lujoso, a su mente solo venían imágenes de películas de aviones cayendo.—Johana puedes dejar de mover esa pierna y de rascarte —susurró Sonia a su lado y acercándose para que solo ella escuchara, reclamó a su estilo hiriente—, que rústica tienes que ser siempre, ¿será que te pegaron las pulgas tus animales?—Ya no soy solo una niña rústica y asquerosa, ahora también soy pulgosa —dijo Johana sonriendo para hacer exasperar a Sonia. Robert llevó a Johana a la universidad, el decano los esperaba, hizo la inscripción, empezaría el próximo lunes, mientras tanto Johana debía empezar a practicar italiano en un curso, Johana acompañó a Robert por los salones y laboratorios de investigación, viendo los datos de investigación, perdiéndose de casi todo al no hablar italiano, pero muy interesada y fascinada.—Robert muchas gracias por darme esta oportunidad —le decía Johana mientras caminaban ya fuera de la universidad, para que Johana se fuera familiarizando con lo que sería su entorno de ahora en adelante—; mañana mismo comenzaré el curso de italiano, ya lo entiendo un poquito, Sonia lo hablaba seguido con Dante, pero como a mi hermano no le gusta converCapítulo 3 Lejos de la realidad.
Robert se puso un jean, suéter de lana manga larga y el sobre todo, regresó con Johana que lo esperaba en un sofá jugando con sus manos, se sentó en el apoyabrazos quedando muy cerca de Johana y disfrutó de su incomodidad, pero más disfrutó que ella no se quitara de su lado, la miró y le sonrió mostrando los hoyuelos que tanto gustaban a Johana. —Te llevaré a ver el atardecer más hermoso que verás en Milán… Llegaron a un pueblito llamado Bellagio, la localidad más famosa del lago de Como, pasearon por las estrechas y empinadas callejuelas, compraron recuerdos rodeados de varios turistas, pararon al llegar a la más impresionante vista de Lago de Como, azules aguas completamente en calma, se veían todos los tonos de azul en el horizonte, lo que limitaba el agua del cielo eran las oscuras siluetas de montañas, ahora estaban completamente solos, la brisa vespertina arremolinaba el largo cabello de Johana y él disfrutaba de verla ponérselo tras las orejas, colocándose de frente a ella
Ambos caminaron por los jardines del hotel, pero esta vez Johana retiró su mano cuando él quiso tomarla.—Es muy bonito este jardín.—No tanto como tú.Johana lo miró arrugando la boca e inclinando la cabeza.—Robert ¿Por qué estás con la sifrina?—Podrías olvidarla por un momento, ella no está aquí —dijo Robert molesto. 3 meses después Robert estaba en su estudio junto a José su capataz y hombre de confianza en La Mágica Cascada, José había sido su apoyo y guía en la hacienda cuando Rubén Mendoza murió, Robert no se atrevía a decir que José había sido como un segundo padre y ponerle un sustituto a Rubén que era su héroe y aunque tenía la confianza para regañarlo y decir si no estaba de acuerdo en algo, José aceptaba la voluntad de Robert como patrón, era un hombre activo de 55 años, tostado por el sol y con algunas canas en sus sienes, se conservaba activo y el trabajo lo mantenía en buena forma, era soltero y aunque muchas señoras y no tan señoras de la comunidad y el servicio de la hacienda le hacían ojitos, José siempre se mantenía imperturbable, Robert asumió que era muy discreto en su vida personal. Robert vio una carta con el membrete de la universidad en ItaliaCapítulo 6 Intenciones.
En la tarde siguiente, Johana estaba en las puertas del hotel esperando un chofer que la llevaría a su curso de italiano y un Ferrari rojo estacionó frente a ella, no era raro ver estos autos deportivos en el hotel, pero en esta ocasión el conductor paró por ella.—Johana… —era el rubio amigo de Robert—, ¿necesitas que te lleven?—Hola, ¿Alejandro, cierto? —El apuesto hombre afirmó—, no te preocupes espero un chofer del hotel.—Ven vamos, yo te llevo.
Robert no le quiso dar respuesta a Sonia, se le notaba a leguas su intención de cazarlo, si la doña supiera que él quería caer tendido a merced de Johana, que podría darle estudios si quería, una hacienda si era lo que soñaba, pero Johana con su moral pasada de moda no quería ni pensar en eso «quiero que te alejes de mí» las palabras repiqueteaba en su cerebro y para qué negarlo estaba molesto, pero también obsesionado por el rechazo de Johana, él era un excelente prospecto, aún como amante, cualquier mujer dejaría cualquier tipo de vida digna o no, por aceptarlo, con él tendría placer, lujos y viaje, pero la señorita quería amor, que fácil, solo quería engañarse a sí misma y lo haría con alguien que le dijera lo que ella quisiera escuchar
Robert dejó a los directivos de la universidad con la palabra en la boca, él no tenía problemas en dar un cheque, pero tenían que enseñarle el proyecto y que él lo aprobara, no les soltaría dinero solo porque lo adulen y le den una placa y un pedazo de acrílico, llegó junto a Johana y la saludó en italiano, Johana se puso pálida, pero disimuló y le contestó.—Hola Robert, —dijo Johana un poco más alto de lo que debería para estar en una biblioteca—, no pensé que vendrías a la universidad de nuevo.Robert se acercó mucho a ella hasta quedar con la cabeza junto a ella.—Último capítulo