Capítulo 4 Belleza en Italia.

 

   Robert se puso un jean, suéter de lana manga larga y el sobre todo, regresó con Johana que lo esperaba en un sofá jugando con sus manos, se sentó en el apoyabrazos quedando muy cerca de Johana y disfrutó de su incomodidad, pero más disfrutó que ella no se quitara de su lado, la miró y le sonrió mostrando los hoyuelos que tanto gustaban a Johana.

 —Te llevaré a ver el atardecer más hermoso que verás en Milán…

  Llegaron a un pueblito llamado Bellagio, la localidad más famosa del lago de Como, pasearon por las estrechas y empinadas callejuelas, compraron recuerdos rodeados de varios turistas,  pararon al llegar a la más impresionante vista de Lago de Como, azules aguas completamente en calma, se veían todos los tonos de azul en el horizonte, lo que limitaba el agua del cielo eran las oscuras siluetas de montañas, ahora estaban completamente solos, la brisa vespertina arremolinaba el largo cabello de Johana y él disfrutaba de verla ponérselo tras las orejas, colocándose de frente a ella para ayudarla con ese problema. Johana se quedó fría y no por la temperatura cuando él agarró su rostro y le dijo: 

—Déjame ayudarte —, empezó recogiendo su cabello de manera suave y con suma delicadeza y sin poder despegar sus miradas—. Puedo decirte algo que te dejará escandalizada —dijo Robert sonriendo con sus rostros muy cerca.

   —No… —respondió Johana en automático y Robert se echó a reír.

    —Cobarde, no te atreves ni siquiera a escuchar lo que pienso, temes no poder resistir a lo que también sientes por mí.

   —¿Debo permitirte seducirme entonces? Todos los hombres son iguales —Johana dio 3 pasos lejos de él.

   —El reto para ti es no caer en mi seducción, una tontería en realidad, te niegas al placer...

   Johana se echó a reír.

   — ¿Qué es eso que me dejará escandalizada? —preguntó con sorna.

   Robert se adelantó hasta quedar junto a ella y con sus manos sostuvo la abundante melena desordenada por la brisa.

   —No sé cuántas veces he imaginado tu melena desordenada como luce ahora, solo que no por la brisa, sino por mis manos mientras te hago mía en diversas y alocadas posiciones, imagino estar cubierto de estas hebras de cabello que es tan negro como mí misma alma, mientras observo tu lindo rostro sonrojado como luce ahora, pero no por timidez, sino por haber alcanzado el éxtasis que muero por darte.

   Johana mordió su labio inferior tratando de ocultar su sonrisa, estaba escandalizada, pero por la sensación que subió desde su pelvis, como un choque de electricidad ante las atrevidas palabras.

   —No deberías decirme eso —dijo bajando la cara para huir de su mirada—, tienes novia, no tienes derecho a decirme esas cosas.

   —No pienso disculparme, solo te dije lo que siento.

   —Sabes muy bien cómo jugar el juego de la seducción, ¿por qué no te conformas con tu sifrina? Ella es odiosa, pero es de tu misma clase social, me recuerdas a Bandido —dijo Johana irónica y Robert la miró desconcertado—, es un perro mestizo que va a La Madonna cada tanto, él debe tener un hogar, aunque negligente, llega lleno de pulgas, herido y flaco, yo lo atiendo y curo sus heridas, cuando ya está mejor, se va, no puedo contar con que se quede conmigo.

   —Caramba, Johana, me acabas de comparar con un perro callejero y pulgoso —ambos se echaron a reír— ¿Cuántas mujeres están aquí conmigo disfrutando de uno de los atardeceres más hermosos que tiene el mundo? —Preguntó Robert sin dejarla contestar—, no conozco el futuro Johana, pero sé que en este momento, solo puedo verte a ti.

   Johana levantó su mirada y se concentró en los lindos ojos marrones de Robert, una alarma de peligro hacía escándalo en su cerebro y su corazón lo hacía callar, Robert puso la mano izquierda en su mejilla y con la derecha puso el cabello que cubría su rostro detrás de la oreja, se acercó y posó sus labios en los de ella, las manos de Johana subieron por si solas y las colocó en su cuello, Robert inclinó la cabeza en el ángulo correcto y reclamó sus labios en un beso voraz, en este rinconcito de inusual belleza en Italia, ese beso era correcto, ¿cuántas veces lo habían deseado?, habían perdido la cuenta, Robert la abrazó sin dejar ni un espacio entre ambos, el aroma de la colonia de Robert envolviendo los sentidos de Johana haciéndola olvidar sus inhibiciones y la certeza de que él solo quería jugar, Johana, de puntillas colocó sus codos a la altura de sus orejas pasando sus dedos por el cabello castaño de Robert, que gimió en su boca, se retiró de sus labios y murmuró en su oído.

   —Estamos en aprietos Johana, si antes te deseaba, ahora creo que te volviste una adicción —Robert mordió el lóbulo delicadamente estremeciendo a Johana.             

   Regresaron al hotel Larsson y fueron a cambiarse, Sonia no regresaría, le había mandado un mensaje diciéndole que se quedaría a pasar la noche con su madre, Sonia no se lo decía, pero era obvio que su madre no sabía que Johana existía, no pensó en eso, no valía la pena, ya que no era culpable de haber venido al mundo e incomodar a algunas personas, se concentró en arreglarse, quería verse bella como una chica que no desentonara al lado del guapo y millonario Robert Mendoza, hoy no era una chiquilla asquerosa, hoy era una mujer bellísima en un vestido negro ajustado de mini falda, al revisar el celular vio un mensaje de Robert, la esperaba en el lobby del hotel, Johana tomó aire y con una última mirada al espejo salió de su habitación.

Flashback

   Johana estaba en sus quehaceres diarios en la hacienda La Mágica Cascada, se había concentrado en su rutina para no pensar en Robert y sus amigos ricos, era hora de suministrar medicina a sus cerda recién parida que apenas pudo sobrevivir a la inundación, a Johana le gustaba pensar que la cerda y sus crías representaba la esperanza de que La Madonna podría resurgir después de las pérdidas, al pasar cerca de la piscina los vio, Robert le daba la espalda, estaba en la piscina y la rubia que era su novia estaba sobre sus hombros, todos reían y disfrutaban de la piscina, Johana apuró el paso, cerca de la entrada de las caballerizas chocó de frente con un hombre alto y rubio, era uno de los visitantes amigos de Robert.

   —Oh perdón, no me he fijado por donde voy —dijo el rubio, mirándola con unos lindos ojos azules— ¿me perdonas?

   —No se preocupe, yo venía distraída.

   —La verdad yo también iba distraído, es que estoy enamorado.

   Johana se echó a reír.

   —Bueno, es una buena razón para andar en las nubes.

   —Quiero que Robert me venda a su yegua Zafiro y no quiere, creo que tendré que secuestrarla.

   Johana ahora reía a carcajadas.

   —Es una hermosa yegua, su pelaje negro es tan brillante y la línea blanca en su cara parece la luz que refleja el zafiro estrella.

   —Su pelaje es casi tan bonito como tu cabello.

   En eso llegó Robert, con un short playero y franela.

   —Mucho cuidado Alejandro —dijo Robert con una sonrisa sardónica—, tienes tanta oportunidad con Johana como de que yo te venda a Zafiro.

   —Pues que mala suerte —contestó el rubio—, ahora me has encaprichado más.

   Johana se fue, porque no le agradaba estar cerca de Robert y el rubio fue amable, pero era solo otro millonario que creía que podía hacer lo que le venía en gana con las mujeres. Al llegar a las cochineras, notó muy débil a la cerda y Johana fue a atenderla, los pequeños lechones traviesos la hicieron caer en el lodazal, cuando ya terminó con ellos, parecía otra cerdita con lodo por todas partes, regresó con intención de darse una larga ducha, cuando al pasar por la piscina la rubia Natalie y sus amigos a excepción de Robert y Alejandro que no estaban, empezaron a reír de ella, Natalie dijo después que ella pasó, pero aún podía oírla:

   —Qué horror, es la recogida de los Martino, una chiquilla asquerosa y es obvio que es toda una cerda como sus hermanos, nada más que esta si se revuelca en el lodo.

   Johana corrió, porque le picaban las manos por regresar y darle su merecido a la rubia, pero estaban en casa ajena, no podía hacer ese ridículo, aparte que para los chismosos las mujeres siempre peleaban por hombres, así que llena de frustración se le salían las lágrimas de impotencia, entra a la casa y Sonia le dice niña asquerosa, Johana la insultó y Sonia pagó por su mal genio.

FIN DEL FLASHBACK

   Johana caminó con seguridad, vio de lejos a Robert conversando con el joven que los recibió cuando llegaron, el gerente del hotel.

—¿Te quedarás muchos días en Milán? —preguntó Justin Scott en italiano a Robert.

   —No lo sé, te confieso que no me quiero ir —respondió Robert también en italiano, mirando caminar hacia él a Johana, bellísima con un vestido que resaltaba todas sus curvas, Justin silbó apreciativamente.

   —Te entiendo, yo tampoco quisiera irme.

   —¿Crees que vendría hasta Italia por una chica fea? —susurró Robert, Johana llegó con ellos y saludó.

   —Buona sera² —, Justin hizo un asentimiento respetuoso y Robert galante besó el dorso de su mano, fijó en su rostro la mirada y le hizo un guiño, Justin se retiró a atender una pareja y Robert la tomó del brazo y fueron a cenar.

   Ambos reían de las anécdotas de Robert en sus tiempos de estudiante de veterinaria cuando escucharon una voz grave que llamaba a Robert.

   —Robert Mendoza, ¿Cómo estás? —saludó un hombre en español, Robert se levantó y se estrecharon las manos—, que casualidad encontrarnos en Milán y perdón por la interrupción.

   —Johana te presento a Alejandro de las Casas.

   —Ya lo conozco —contestó Johana sonriendo.

   —Dios mío, es imposible —dijo Alejandro sorprendido—, no puede ser que yo conozca a una mujer tan linda y no la recuerde.

   Johana se echó a reír.

   —Pues imagíname sin maquillaje y con un jean y franela llena de polvo en la hacienda de Robert.

   —Oh, claro, pues en mi defensa, en esa ocasión no me diste tu nombre, ni Robert me vendió a Zafiro.

   —Alejandro, no creo que hayas venido hasta Milán solo a interrumpirme la cena —dijo Robert mirando a Alejandro con mala cara.

   —Robert dame un momento, deja que la dama me dé su nombre —Alejandro estiró la mano hacía Johana—, a sus órdenes Alejandro De las Casas y ¿usted es?

   —Johana —contestó ella solamente, ya que odiaba el apellido Exposito que la identificaba como niña abandonada por sus padres recién nacida, claro eso ya no era una regla, pero igual no le gustaba.

    El rubio se inclinó besando el dorso de la mano de Johana.

   —Es un placer señorita —Johana lo impactó, lo hizo en la hacienda de Robert luciendo como una chica del servicio, hoy luciendo linda y sexi aún más, no pudo disimular su admiración, al darse cuenta de la situación y que era un mal tercio, decidió irse —Bueno, que tengan buenas noches, me retiro.

   —Ve tranquilo Alejandro, el rubio desapareció fuera del restaurante—, es un pesado.

   —No me pareció, tiene aura de jefe y hombre importante, así como tú.

      Robert pidió la cuenta y canceló la factura, ambos se levantaron y Robert sujetando a Johana de la mano la llevó a pasear por los jardines del hotel.

Buona sera²: Buenas noches en italiano.

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