Bueno, aquí lo tienen. Uno de los extras más esperados. En las próximas horas tendrán el otro. Posiblemente otros dos, veré si puedo hacerlo, sino lo tendrán por la mañana.
Marcelo Crown. Ver mis manos con marcas por todos lados, me dio para saber que acoplarme a ellos me costaría la vida entera quizas, ya que se trataba de un grupo de personas, quienes eran muy diferentes a las últimas que vi antes de que toda la tortura iniciara. No era cómodo. Todos tenían curiosidad por mí. Yo la tenía aún más. Recordaba mucho y en ese punto de mi vida no supe si no saber absolutamente nada podría ser mejor que evocar lo que pasó. Habían pocas caras conocidas. Muchas eran nuevas o estaban distintas. Fue un infierno tratar de entender todo en pocas horas. El contacto humano fue... extraño. Había un selecto grupo de personas a quien podría permitirlo, pero el resto me hicieron sentir que siempre debía estar a la defensiva. Todos lo entendían, pero quien más sabía el porqué sin hacer cuestionamientos fue Sara. La chica de voz tranquilizadora que resultó ser la esposa de mi sobrino. Sobrinos que no fueron los niños llenos de energía que recordaba. Sino hombres de
El proceso por el que Marcelo tenía que pasar no era nada alentador, desde el momento en que le explicaron lo que sucedería, el tiempo y la sesiones que debía hacer con láser, medicamentos y todo tipo de situaciones lo pusieron a pensar si era una buena manera. Habían altas probabilidades de que pudiera tener el rostro sin ninguna cicatriz, pero también que debía tener contacto con varias personas a la vez. Siendo de los obstáculos que más le pesaron, pues aún tenía sus reservas con ese tipo de cosas, sabiendo que posiblemente jamás se iría del todo.Era consciente de que debía dejar atrás las pesadillas, pero eran parte de él, y de cada una volvería a arruinar su paz al querer borrar las pruebas físicas de que existían.Vio una y otra vez el manual que le entregaron para que leyera lo que pasaría, pero entre cada palabra tan solo vio que iba a volver a sentir algo tocando su rostro. Ni siquiera él era capaz de pasar las yemas de sus dedos de nuevo en esa zona, yendo al espejo que h
Las campanas de la iglesia comenzaron a resonar dando paso a un día en el que el ajetreo de semanas al fin llegó a su final. Las flores blancas estaban por todos lados, decorando las paredes y la entrada con dos grandes ramos de rosas del mismo color. Convencer a Sara de que podía vivir un momento único no le costó mucho a Adelina, pues la ilusión con tantas ideas en la cabeza nacieron y aún cuando no tenía la pieza de su alma que le hizo falta, tomó un diario donde habían creado bodas para ambas, que ahora podrían hacerse realidad.Sara supo que nada haría más feliz a Keyla que ver sus ideas siendo puestas en prácticas, por lo que se esmeró en que cada una tuviera lugar en la preparación de su boda. La primera no fue tan agradable y aunque todo mejoró, quiso tener un recuerdo hermoso luego del nacimiento de su segunda hija. Una niña que tenía vueltos locos a todos con su llegada, pues era la primera mujer en nacer con el apellido grabado en sus genes. Adelina más emocionada no pod
Un grito. Un disparo. Una quemadura y sus ojos buscando la forma de mantener su imagen hasta que se cerraron. El centelleo sumado al trueno que resonó por el cielo la pudo haber despertado, pero no sucedió. Estaba bañada en sudor, moviéndose en la cama, mientras su mano se sostuvo de lo único que encontró. Las sábanas bajo su cuerpo.__ ¡Keyla! - gritó rasgando sus cuerdas vocales al abrir los ojos y su cuerpo impulsandose hacia adelante de forma abrupta y con la violencia suficiente para mandar sus pesadillas en contra del vacío dormitorio, la penumbra de la noche y los sueños de alguien más que escuchó su nombre ser dicho una y otra vez. La chica se movió en su cama, buscando lo que veía en sus sueños una vez más. "Un figura abriéndose paso entre las cortinas de su ventana, ella esperándolo con un jarrón en las manos que lanzó sobre él al momento de tenerlo cerca. Pero el jarrón fue atrapado, arrebatandolo de sus manos por el hombre que la tomó de la cintura con una risa arrogant
Keyla veía a su hijo en brazos de la chica que lo cuidaba desde la cocina, dándole un poco más de tranquilidad al saber que se encontraba bien. Entre su profesión que poco a poco recuperaba, las píldoras que debía tomar y el estrés de estar con el hombre con quien discutía casi todo el tiempo, se estaba volviendo loca. Ocho meses más habían transcurrido desde que despertó en una camilla, donde su padre le explicó del accidente que había tenido. Lo primero que recordó fue al bebé que adormecía en sus brazos temiendo el haberlo lastimado, pero le hicieron saber que no lo llevaba en ese momento. Fue un gran alivio. Mateo era su adoración. No recordaba mucho más de lo que los sueños le mostraban y aún trataba de darle sentido, lo que le decía su padre sobre sus vidas desde antes que un borracho al volante los chocara y la más afectada fuese ella; como también que esposo quisiera convencerla de que ese amor que decían tenerse aun existía.Pero ella sentía sus besos muy fríos. La forma
Los últimos tres años para la vida de Joseph se habían reducido a negocios, viajes por los mismos y a evadir a todos aquel que intentó mencionar a Keyla alguna vez. Sus pesadillas se volvían más vividas cuando eso ocurría. Su nombre estaba tatuado en su mente cada segundo del día, y lo estuvo desde el primer momento en el que la perdió. Pues con solo meses que habían pasado se alejó de todos, manteniendo siempre el apoyo para su familia, pero lo que conocían de él pasó a ser parte del pasado, pues el humor que siempre tenía, ya no era parte de su vida, ni de la mirada ensombrecida que adquirió. Salió de su Jet personal, mirando la pista del aeropuerto en donde aterrizó minutos antes. Tantos meses en Asia lo hicieron extrañar esa ciudad, ya que Manhattan era, por mucho, la ciudad en la que mejor se la pasaba. Los recuerdos de su sonrisa lo invadieron en cuanto alzó la mirada hacia el cielo gris que cubría su cabeza. Bajó la mirada a los autos, oyendo muy cerca sus risas divertidas,
Keyla cepilló su cabello, mirando su reflejo frente a ella, pero con la cabeza en saturno, pues habían sueños que la llenaban de ideas extrañas que no entendía, porque en su mayoría estos eran olvidados al solo despertar. Sabía que estaban ahí, solo que desaparecían y no volvían hasta que a su mente le daba la gana. Se aseguró de que su maquillaje fuera lo más natural posible y se vistió con algo que la ayudara a moverse con comodidad, ya que tendría que usar un traje encima de este. Se colocó los zapatos y se vio en el espejo una vez más. Lo mejor era que olvidara sus intenciones de recordar algo, no tenía caso, por mucho que se esforzara, nada regresaría a ella. Su mente solo servía para estrenarla cuando se le daba por jugar con ella. __ Estaré en la base todo el día. - le dijo su marido saliendo de la ducha, ella movió su cabeza y fue a su joyero por unos pendientes. - Si necesitas algo, llama a tu padre. Dijo que estará pendiente de tí. __ No lo necesito. Estoy bien así. - le
__ Keyla, amiga soy yo, Sara. - la desconocida le habló como si no lo fuera, dejando su mente en blanco para reiterar que no era así. - Somos...__ ¿El apellido Crown no te dice nada? - esta vez fue Joseph quien le habló, pero para ella seguía siendo un desconocido también. La respuesta los dejo atónitos, pues no tenía sentido una falta de memoria... o tal vez sí, pero les costó creerlo o más bien su cabeza les dijo que no podían perderla de esa manera. __ ¿Sabes que eres Keyla White? - el sujeto le volvió a cuestionar. __ Claro que sí. ¿Porque no lo sabría? - por supuesto que lo hacía, eso era absurdo ante sus ojos. Todo lo que ellos le decían la hicieran preguntarse porqué el esmero en que recordara algo que no existía en su mente, pues con cada cosa que decían solo la asustaban.Sara le reiteró que eran mejores amigas, sin embargo ella jamás tuvo una. No que lo recordara. Su cabeza le dolió más con cada palabra. No podía pensar con ellos diciendo cosas que solo lo empeoraba tod