Ya tenemos una de las bodas. Acercamientos que ahora saben como se fueron dando y procesos de cada uno. ¿Nos detenemos o continuamos?
Un grito. Un disparo. Una quemadura y sus ojos buscando la forma de mantener su imagen hasta que se cerraron. El centelleo sumado al trueno que resonó por el cielo la pudo haber despertado, pero no sucedió. Estaba bañada en sudor, moviéndose en la cama, mientras su mano se sostuvo de lo único que encontró. Las sábanas bajo su cuerpo.__ ¡Keyla! - gritó rasgando sus cuerdas vocales al abrir los ojos y su cuerpo impulsandose hacia adelante de forma abrupta y con la violencia suficiente para mandar sus pesadillas en contra del vacío dormitorio, la penumbra de la noche y los sueños de alguien más que escuchó su nombre ser dicho una y otra vez. La chica se movió en su cama, buscando lo que veía en sus sueños una vez más. "Un figura abriéndose paso entre las cortinas de su ventana, ella esperándolo con un jarrón en las manos que lanzó sobre él al momento de tenerlo cerca. Pero el jarrón fue atrapado, arrebatandolo de sus manos por el hombre que la tomó de la cintura con una risa arrogant
Keyla veía a su hijo en brazos de la chica que lo cuidaba desde la cocina, dándole un poco más de tranquilidad al saber que se encontraba bien. Entre su profesión que poco a poco recuperaba, las píldoras que debía tomar y el estrés de estar con el hombre con quien discutía casi todo el tiempo, se estaba volviendo loca. Ocho meses más habían transcurrido desde que despertó en una camilla, donde su padre le explicó del accidente que había tenido. Lo primero que recordó fue al bebé que adormecía en sus brazos temiendo el haberlo lastimado, pero le hicieron saber que no lo llevaba en ese momento. Fue un gran alivio. Mateo era su adoración. No recordaba mucho más de lo que los sueños le mostraban y aún trataba de darle sentido, lo que le decía su padre sobre sus vidas desde antes que un borracho al volante los chocara y la más afectada fuese ella; como también que esposo quisiera convencerla de que ese amor que decían tenerse aun existía.Pero ella sentía sus besos muy fríos. La forma
Los últimos tres años para la vida de Joseph se habían reducido a negocios, viajes por los mismos y a evadir a todos aquel que intentó mencionar a Keyla alguna vez. Sus pesadillas se volvían más vividas cuando eso ocurría. Su nombre estaba tatuado en su mente cada segundo del día, y lo estuvo desde el primer momento en el que la perdió. Pues con solo meses que habían pasado se alejó de todos, manteniendo siempre el apoyo para su familia, pero lo que conocían de él pasó a ser parte del pasado, pues el humor que siempre tenía, ya no era parte de su vida, ni de la mirada ensombrecida que adquirió. Salió de su Jet personal, mirando la pista del aeropuerto en donde aterrizó minutos antes. Tantos meses en Asia lo hicieron extrañar esa ciudad, ya que Manhattan era, por mucho, la ciudad en la que mejor se la pasaba. Los recuerdos de su sonrisa lo invadieron en cuanto alzó la mirada hacia el cielo gris que cubría su cabeza. Bajó la mirada a los autos, oyendo muy cerca sus risas divertidas,
Keyla cepilló su cabello, mirando su reflejo frente a ella, pero con la cabeza en saturno, pues habían sueños que la llenaban de ideas extrañas que no entendía, porque en su mayoría estos eran olvidados al solo despertar. Sabía que estaban ahí, solo que desaparecían y no volvían hasta que a su mente le daba la gana. Se aseguró de que su maquillaje fuera lo más natural posible y se vistió con algo que la ayudara a moverse con comodidad, ya que tendría que usar un traje encima de este. Se colocó los zapatos y se vio en el espejo una vez más. Lo mejor era que olvidara sus intenciones de recordar algo, no tenía caso, por mucho que se esforzara, nada regresaría a ella. Su mente solo servía para estrenarla cuando se le daba por jugar con ella. __ Estaré en la base todo el día. - le dijo su marido saliendo de la ducha, ella movió su cabeza y fue a su joyero por unos pendientes. - Si necesitas algo, llama a tu padre. Dijo que estará pendiente de tí. __ No lo necesito. Estoy bien así. - le
__ Keyla, amiga soy yo, Sara. - la desconocida le habló como si no lo fuera, dejando su mente en blanco para reiterar que no era así. - Somos...__ ¿El apellido Crown no te dice nada? - esta vez fue Joseph quien le habló, pero para ella seguía siendo un desconocido también. La respuesta los dejo atónitos, pues no tenía sentido una falta de memoria... o tal vez sí, pero les costó creerlo o más bien su cabeza les dijo que no podían perderla de esa manera. __ ¿Sabes que eres Keyla White? - el sujeto le volvió a cuestionar. __ Claro que sí. ¿Porque no lo sabría? - por supuesto que lo hacía, eso era absurdo ante sus ojos. Todo lo que ellos le decían la hicieran preguntarse porqué el esmero en que recordara algo que no existía en su mente, pues con cada cosa que decían solo la asustaban.Sara le reiteró que eran mejores amigas, sin embargo ella jamás tuvo una. No que lo recordara. Su cabeza le dolió más con cada palabra. No podía pensar con ellos diciendo cosas que solo lo empeoraba tod
Keyla no podía siquiera hablar para nada más que no fuera el tener calmado a su hija, ya que para él, como lo eran para ella, eran desconocidos. Pero aun con todo lo que tenerlos de frente con armas y sangre en sus manos, tenía la seguridad de que no podían dañarlos. Confiaba en eso y Joseph respaldó esa idea al ayudarla a cargar la maleta de ambos con una mano, mientras el niño cudiaba de sus acuarelas y el lienzo sin terminar que les había mostrado, mientras el niño mantuvo la calma, viendo la aeronave que sobrevolaba el cielo. Le emocionó algo nuevo. Samuel, a quien conocía como su padre era el hombre más lejano con él, incluso más que su abuela a quien vio solo tres veces para luego no aparecer más. Su padre no lo quería.Se lo dijo en una ocasión, prohibiendo que Keyla se enterara de esa conversación. Él tampoco quería que se le volvieran a llevar como la última vez que pasó una semana sin ella, por lo que calló y solo se aferró a ella cada noche y cada mañana. No quería que
Regresar con Samuel fue inevitable para Keyla, tuvo que evitar que se dieran cuenta de su tratamiento para limpiar su sangre se Storm, como llamaron al cóctel de drogas que le dieron durante años hasta que fue perfeccionado.Tenía mucho para recordar, más que evadir y el triple para lograr en el tiempo que estaría con el lobo. Actuando como la esposa sumisa que siempre esperaron, dándole tanto a Samuel y a su padre la satisfacción de sentir que no había nada de que preocuparse con ella. Tuvo que tomar una la decisión de arriesgarse de nuevo, y aún cuando estaba a punto de colapsar por todo lo sucedido no podía renunciar. Se lo debía a su hijo, a Joseph y a ella misma. Sentía miedo, al dormir, comer, caminar y estar cerca de quienes una vez tuvieron su confianza, solo que luego de saber de lo que eran capaz, no pudo pensar en que estaba segura. Joseph aún menos. Estaban seguros con él, no en casa del abusivo de Samuel, del imbécil de Hernan y vulnerable ante lo que otros podrían hace
El tratamiento de Keyla mantuvo ocupada a Gálata desde el primer momento en el que se hizo cargo de él. Todo iba viento en popa, por lo que ella también tenía libertad para trabajar y ese momento de paz, quiso aprovecharlo para revisar que nada saliera mal con el proceso hecho para Keyla específicamente. Quitándose momentos con esa persona que la necesitaba, pero que cuando lo veía regresando cuando había un respiro, le daba energía. Así tendría más tiempo con él cuando su trabajo terminara, se dijo. Adela, la mujer que consideraba una gran amiga, pues la acompañó desde que se asentó en ese sitio meses antes, amiga que cudiadba de su hijo cuando ella no podía. Ahora que tenía a su ex esposo cerca temía por acercarse a ese niño que tanto amaba, pues situaciones horrorosas fueron las que llegaron a su cabeza y con solo una llamada bastaba para saber que se encontraba bien. __ ¿Te quedas aquí? - le preguntó Marcelo haciéndola sonreír levemente antes de girar en su eje, guardado el bol