Adrián observó el horizonte desde su balcón. Mucho había ocurrió desde la última vez que estuvo en ese sitio. En ese momento solo contaba con diecisiete años, ya hacía diez años que eso sucedió. Trabajaba en un supermercado para ayudar a su hermano y madre adoptiva con sus gastos, tratando de mantener una vida que sabía que no era suya, pero igual soñó con que jamás se terminaría. Él no era de ser alguien sentimental, jamás lo fue. Pero volvió a esa mañana cuando se despidió de Silvia, yendo a su trabajo, sin esperar que los hombres de Lorenzo quisieran acabar con él. Secuestrado sin saber que nada de nadie, llegó Leonardo, Joseph y Aaron por él, siendo capaces de recibir un derrumbe sobre sus cabezas con tal de mantenerlo a salvo. Ahí no solo conoció la familia que pensó siempre que lo habían perdido, sino también la lealtad y la hermandad. No se dejaba a nadie atrás, jamás. Ahora lo visitaba con intención de comprar el lugar que antes su madre tuvo que dejar. No era un sitio es
Las luces fueron encendidas y Vanessa reconoció esa casa como aquella en la cual vivió durante dos décadas, su madre moviéndose atrás de ella cuando era una niña, intentando quitarle la manzana para que comiera su comida. Los cuadros en las paredes donde aparecían ambas junto a su padre. Él llenándola de flores desde que se casaron hasta el último día de su vida. Ese amor que ella soñó tener, pero su matrimonio fracasó, su vida se desmoronó, su voz soñadora se perdió. Ya no era la Vanessa que adoraba pensar que llenaría ese sitio con los recuerdos de su propia familia.Eso se esfumó. Recorrió el lugar, oyendo sus gritos divertidas, sus gritos hacia sus padres, a su madre diciendo que estaría con ella en el embarazo cuando lo supo y no mintió. La acompañó cada instante, aún cuando supo de quien era y en qué circunstancias había sido concebida. La defendió ante su parlamento al creerla indigna y aún embarazada le cedió el poder que juró proteger. Miró su antiguo dormitorio y una lágr
Adrián bajó del helicóptero con el maletín que contenía en su interior la nueva invención que habían por fin terminado. Esta tenía un solo destino. Unas manos que aunque no lo supieran, ya tenía algo netamente suyo. La fachada para ese sitio era lo suficientemente convincente, como para pasar desapercibido en ese lugar. Una cueva en las sombras que las copas de los árboles brindaron. Agua corriendo por el piso, paredes de piedra y una profundidad en la cual debían bajar con cuerdas, las cuales luego eran escondidas para no ser encontrados. La corriente de agua corría desde un arroyo en el subterráneo, creciendo en días de lluvia, calmando a los sedientos condenados a vivir ese sitio, contrario cómo aquellos que tan solo lo usaban para volverse más fuertes cada día. Con un ritmo bestial, siguiendo el consejo que decía sobre la letalidad adquirida en las cloacas. Celdas para los condenados, dormitorios para los luchadores o guardianes, pasillos angostos. Las voces de todos a la mism
Las copas de los árboles se bañaron con la nieve que cayó durante días en toda la ciudad y esa colina donde se pretendía aislarse para tener un descanso de su estrés, se tornó de un color gris, pasando a un negro doloroso cuando la confirmación llegó. Niklaus Crown había sido encontrado sin vida en las limitaciones de la propiedad de su familia. Con el corazón acelerado y esa barra de hierro enterrado en su pecho, el patriarca de la familia se bajó del vehículo que se detuvo en la carretera. Junto a él bajó Braulio, el cuarto hermano de esa familia. Adán se lanzó del caballo. Silas prácticamente saltó del segundo auto, en lo que Harland se dejó caer de rodillas frente al cuerpo de su primogénito, quien tenía dos días desaparecido. Lo buscaron por todos lados, la policía les creyó, pero no hicieron nada por más presión que hicieron. Nadie lo buscó tanto como sus hermanos y padre, quienes aún con contactos no pudieron dar con él mayor de los hijos del magnate petrolero. __ ¿Q
Adelina movió sus caderas con el ritmo de la música, junto a la escoba que usó para dejar pulcro el sitio donde vivía. Se desplazó de un lado a otro, su cabello siguió el ritmo y sus notas musicales, aún sin oírse podían leerse en sus labios con la canción de una de sus artistas favoritas. Sus vecinos la tacharon como alguien sin decencia al haber circulado por el edificio que se veía con dos hombres distintos por las noches. Pero ella optó por pasarlos por alto. Se preocupó más por su consciencia que por la reputación que otros le crearon, por lo que bailar en pijama, mientras bailaba la canción del momento y que otros imaginaran algo totalmente diferente, la tenía sin cuidado. La música formó parte de su vida desde muy pequeña. Creció con su hermano cerca de un club, del cual Walter le decía toda clase de cosas, que ella comenzó a amar. Tarde se dio cuenta que solo lo hizo para esconder el maltrato de su padre hacia su madre. Que cuando Walter la sacó de su casa para ir a dicho c
Adelina abrió los ojos en un habitación totalmente desconocida, había ventilación dándole frescura aún cuando estaba muriendo de calor por la chimenea que continuaba encendida. La cabeza le dolió como si se hubiese golpeado con un ladrillo, su sien pulsó demasiado como para levantarse tan rápido como deseó hacerlo. Aturdida, confusa y con los ojos lagrimeando un poco debido a enfocar luz de golpe, se sentó en la cama tratando de recordar como llegó a ese sitio y que hacía allí. Su mente la llevó a ese tipo en el callejón, el terror la cubrió, pero todo se aclaró cuando evocó al tipo de su edificio. Se revisó la ropa asustada al recordar que la drogó, pero toda estaba en su sitio, no estaba atada y tampoco tenía ningún tipo de marca. Él dijo que solo quería hablar, pero la drogó. Nadie cuerdo le inyecta somníferos a la gente para hablar, por lo tanto, ese sujeto no era alguien normal. Tenía que salir de ahí lo antes posible. Se fijó en las ventanas, yendo a ellas para abrirlas, o
Para Adelina pensar en la posibilidad de que su hermano fuese un asesino no era algo probable, él le confesó a que se dedicaba realmente tan solo unos meses antes, le prometió no ocultar nada más y tenía la certeza de que así era. Walter era un hombre muy volátil, quizás deshonesto, pero no un asesino. De eso estaba muy convencida. Y ese tipo que ya sabía al menos como se llamaba, lo estaba buscando para matarlo. No podía permitirlo. Lo único que le quedaba era Walter, por ello debía convencer a Braulio de su error.Lo vio desde la habitación que consiguió para dejarla encerrada, fuera del alcance del fuego y todo aquello que pudiera usar para derribar esa casa. Escuchó mas autos llegando al sitio y ver a varios tipos acercándose a Braulio le hizo erizar la piel. No parecían nada amigables. Lo peor de todo fue que viéndose con aspecto de no ser ni un poco amables, solo asintieron a las órdenes que este les dio. Podría pensarse que era por ser su jefe, después de todo el dinero siemp
No todo podía seguir un camino predispuesto. Tal vez no fue lo extraño de los encuentros o lo destinados que estuvieron siempre a encontrarse. Para Braulio solo fue un error poco común, para Adelina una situación más de las que debía olvidarse. Se peinó y arregló su cabello con sumo cuidado en la mañana. No hubo un solo instante en el que pensara en otra cosa que no fuese lo que vio la noche anterior. Pero no podía centrarse solo en eso, no tenía nada que ver con su vida y no tomaría los dilemas de otros. No diría dónde estaba su hermano claramente. Al menos su captor lo entendió y no la dejó morirse cuando estaba dispuesta a hacerlo con tal de no hablar lo que no quería. La libertad le supo a gloria cuando atravesó la entrada de la casa. Una casa que apenas estaba viendo a detalle desde que llegó. Lo que le administró el doctor le ayudó a que no sufriera con los mareos, debido a la debilidad, como horas antes. Por ello tomó una larga respiración y la soltó con la misma lentitud.