—¿A qué se refiere, Sr. Cooper? — pregunté muy confundida, no sé de qué está hablando —. No comprendo lo que acaba de decirme.
—Olvídelo, Wilson. Mejor así — encendió el auto y empezó a conducir en completo silencio.No me atreví a preguntar más, pues el mal humor le brota por cada poro de su piel. Al cabo de largos minutos en silencio, llegamos a un restaurante. No recuerdo de alguna reunión a esta hora de la tarde y mucho menos que abarcara parte de la noche. Debo avisar a mi hermana para que deje al niño con la vecina en lo que llego a casa. Abrí el bolso y saqué el teléfono del interior del mismo. Mi hermana agarró la llamada al segundo tono.—Aun demoras en llegar, hoy debo estar más temprano en el club — inquirió agitada.—¿Qué estás haciendo? Bueno, eso no importa — el Sr. Cooper estacionó el auto y apagó el motor —. Deja a Matias con Lizzie, llegaré un poco más tarde. Aún estoy trabajando.—Jane...—Prometo no llegar tarde. Además, Lizzie fue su niñera anteriormente, ¿sí? — respiró hondo.—Está bien, hermanita. Cuídate y no llegues muy tarde, por favor — colgó la llamada sin esperar respuesta alguna de mi parte.Guardé el teléfono con un suspiro cansado. Espero y la reunión no sea muy larga, deseo llegar a casa y descansar tanto de esta ropa como de los molestos tacones que debo usar. Vivir en el campo es mucho mejor.—¿Tiene hijos? No recuerdo que eso esté en el contrato — ladeó la cabeza en mi dirección.—No. No tengo hijos — asintió —. Sr. Cooper, ¿la reunión demora mucho? Debo cuidar de mi sobrino.—No sé, lo que le diga es mentira. Puede que acabe temprano como puede que demore unas cuantas horas. Depende de la disposición de los socios, algunos son complicados, por así decirlo.—Entiendo.—Yo la llevo a su casa, no se preocupe. Vamos, no hagamos esperar a la gente.Salimos del auto sin añadir más nada. Ahora se ve más tranquilo que hace un momento en la oficina. Lo mejor será no hacer amistades tan cercanas en el trabajo o este ogro de cara bonita, terminará echándome por andar de coqueta, cosa que no es cierta. En ningún momento le coqueteé al abogado López, no sé qué le hizo pensar que fue así. Al llegar al Interior del restaurante, una mujer hermosa se abalanzó sobre mi jefe. Parecían conocerse de tiempo atrás.—No me lo puedo creer, Dereck Cooper — chilló la chica enrollando sus delgados brazos en el cuello del hombre. Todo un casanova es el jefecito —. ¿Me extrañaste, bebé?.— Fiore, ¿qué haces aquí? Por qué no me avisaste que venías — sonrió tomándola por la cintura.Giré mi cuerpo dándoles la espalda. No tengo porque presenciar ese tipo de caricias. Miré mis uñas distraídamente mientras seguían hablando en un idioma que no entendí ni papa. Me han dejado con la viva curiosidad de saber quién es y porqué mi jefe se oye más animado. Supongo que debe ser alguna novia o algo por el estilo.—Wilson — llamó y giré levantando mi cabeza para verlo solo a pocos pasos de mí sin la rubia hermosa colgando de su cuello —. No se quede ahí parada, vamos.—Sí — imbecil.Bipolar.Cada día me cae peor y me pregunto, ¿por qué tengo que soportar los insultos y burlas de este hombre? Sí trabajo es para demostrarles a mis padres que no dependo económicamente de ellos. Sé que están esperando a que vuelva con el rabo entre las patas y retomar mi lugar en la productora, pero se quedarán esperando, porque no pienso volver nunca a ese pueblo. Y no por Connor, él ya no está en mi corazón ni en mi mente, es por mí; merezco cumplir y realizar mis propios sueños, no los de ellos. Entramos a un cuarto y me sorprendí por lo grande y hermoso que es.—Al parecer hemos llegado antes de tiempo — miró su caro reloj de muñeca y me hizo señas para que tomara asiento primero —. ¿Desea tomar algo mientras llegan los demás?.—No. Yo espero que lleguen, no quiero ser mal educada — el estómago me rugió y disimulé viedo todo a mi alrededor. Los ricos y sus extravagantes gustos. Ya quisiera pagar por un lugar así como este.—Cuénteme, Wilson, ¿en verdad planeaba salir con López? — preguntó sin rodeos. Cubrí mi incomodidad con una falsa tos, que le hizo levantar una ceja —. No creo que le haya mencionado sobre las reglas, le informo: en la oficina no puede tener ninguna relación sentimental con alguien de la misma o será despedida. Estaba en el contrato, ¿acaso no leyó esa parte?.No. No la leí, y no porque no fuera una regla importante; si no más bien, eso es en lo que menos estoy interesada en este momento.—Lo tengo bastante claro, Sr. Cooper — estrechó los ojos apoyándo los codos en la mesa —. Busqué trabajo para salir adelante, no para encontrar un hombre.—Bueno, solo le recordaba, no es más — este hombre es tan impredecible y raro.—Recuerdo muy bien todo lo que veo, leo y escucho, créame — elevó la comisura de sus labios un poco.—Yo igual — tragué saliva desviando la mirada. Me pone incómoda sabiendo que vio algo que no debía de ver —. Es algo imposible de olvidar y más cuando la cabeza se pone dura.—¿Eh? — el camarero llegó interrumpiendo mis palabras.—¿Qué desea ordenar está noche, Sr. Cooper?.—Lo mismo de siempre, Trevor — fruncí el ceño, ¿no era que venían los socios?.—Si, señor, ¿y la señorita?.—Lo mismo — contestó por mí.El chico asintió y se marchó del lugar. Un silencio incómodo se formó entre los dos. El Sr. Cooper siguió observándome con el ceño fruncido y con la quijada apoyada en sus manos. La calentura se me subió al rostro y traté de disimular viendo un retrato que se encontraba junto a la mesa.—¿Quiero saber cómo se hará cargo del problema que ha causado, Wilson? — su pregunta me llevó a mirarlo —. Me ha generado grandes dolores de cabeza estos últimos días.—Pues... dígame qué he hecho de mal y trataré de hacer lo mejor que de mi cabe — respondí.En sus labios se dibujó una sonrisa torcida muy encantadora y hechizante. Cruzó los brazos en la mesa e inclinó un poco su cuerpo hacia mí. Mi corazón se sacudió ante ese acto.—¿Usted se hace o es, Srta. Wilson? No tengo por qué decirle lo que ha hecho mal, si de sobra sabe lo qué causó.—Disculpe mi ignorancia, pero lo único que he hecho de mal es haberle faltado el respeto el día de la entrevista; y por ello, ya le ofrecí una disculpa. Entonces, no comprendo lo que me quiere decir.—Tendré que hacerle una explicación con plastilina, porque usted es muy lenta para captar las palabras de los demás, ¿es así con todos? — cada vez entiendo menos de lo que habla —. Suele dejar el problema vivo y ardiendo por sus...El mesero cortó con sus palabras y en una fracción de segundo, volvió a ser el mismo hombre que me acribilla con la mirada.DereckSe me quedó viendo muy confundida, sin entender a lo que me refería. No existe mujer más despistada que ella, y yo creyendo que Gabriela era la única que no entendía de indirectas y Jane le ha ganado. Aunque esa inocencia no me la creo del todo, ha de ser como otras que se hacen las desentendidas y luego les brota de la nada las garras, los cuernos y la cola de diablas. El resto de cena fue en completo silencio. Tampoco me animé a hablar, por qué de repente estaba diciéndole todas esas palabras a ella, si según yo, no me agrada ni la forma en la que respira. Es como ese pan viejo y duro que ni con agua me baja por la garganta ¿Qué carajo hago hablándole en doble sentido? Quizá sea el cambio que ha tenido en estos últimos días, lo que ha llamado mi atención. Luce bien, muy bien. Eso no lo voy a negar. Y eso es lo que quiero creer.&mda
Jane—No. No soy capaz de salir así, señora Mariela — mordí mi labio inferior con el rostro rojo de vergüenza, este vestido es demasiado revelador para mi gusto —. No tienes otro que no sea tan… exuberante.Negó con la cabeza.—¿Y porque otro, si con el te ves hermosa? — inquirió con una dulce sonrisa —. Dejarás a más de uno encantado, mi niña. Este vestido lo he hecho especialmente para ti. Para que demuestres la belleza que siempre has llevado por dentro y por fuera.Me quedé viviendo mi propia imagen en el espejo. El vestido es muy hermoso, eso no lo puedo negar. Pero en el no me siento para nada cómoda, es que simplemente, no soy yo. Estoy acostumbrada a usar ropa normal, una que no sea tan extravagante, pues nunca me ha gustado llamar la atención. La alarma que había programado para el encu
Cerró la puerta con seguro y caminé hasta quedar junto al espejo, cosa de quedar lo más lejos posible de él. Su mano se posó en la perilla de la puerta y suspiró con fuerza antes de girar y verme directamente a los ojos.—Le haré un memorando por abandono de puesto y créame que estoy siendo considerado solo porque sé que necesita el dinero para salir adelante, según usted — tragué saliva, ¿Por qué está tan molesto?.Sí, cometí un error, pero no es para tanto. También tiene otras secretarias las cuales no ocupa, no sé porque a ellas no les exige y les pide como a mí. Dio un paso al frente y sentí la habitación demasiado reducida. No se supone que debamos estar a solas acá y con la puerta asegurada. Se podría entender de mal.—Las horas serán descontadas de su pag
DereckMe quedé ahí de pie asimilando lo que acababa de hacer y la reacción de Jane ante mi beso desprevenido. Solo quería callarle la boca, es que nunca se cansa de llevarme la contraria o responderme sarcásticamente. Deshice el nudo de la corbata y tiré de ella. Maldición, he quedado con los huevos en la garganta. Me pregunto, ¿Por qué la besé, si se supone que ella no me agrada? ¿Entonces por qué maldita sea la tengo en mis pensamientos a todo momento? Es la culpable que tenga el tronco firme y recto. Me ha mantenido en una patética altura que solo se baja con agua muy fría. La imagen de sus senos se reproducen en mi mente cada cierto momento que no estoy haciendo nada. Y ahora que ha quitado esa capa de fealdad, el deseo de tenerla en la cama me ha gobernado por completo.Jane ha hecho que en pocos días deje de pensar en Gabriela, cosa que Fiorella u
Según llegué a mi habitación me dejé caer en la cama cansado y con un terrible dolor de cabeza. Bebí lo suficiente solo para olvidar un par de avellanas que rondan por mi mente tan deliberados, que ya hasta me asustan. Los veo que me observan detallándome, lanzándome ese veneno de odio, fastidio y molestia. De nuevo, como varias noches atrás me hallo pensando en cómo sacar esos dos puntos cafés que atormentan y generan un caos en mi pantalón. La única manera de sacarla de mi mente es teniéndola dispuesta y entregada para mí. Necesito escuchar sus gemidos llenando mis oídos. Necesito que me sostenga firme y alto en esa boquita tan dulce que tiene. Tiré de la corbata estresado y de mal humor. Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que estuve con una mujer y de algún modo debo sacar este acumulado que me está haciendo alucinar con algo que no deber
— Maldición…— ¿Estás bien? Oye, Jane, discúlpame. No te vi — Elián salió del auto visiblemente preocupado, pero al verme me soltó esa sonrisa que es digna herencia de los Cooper —. Ven, déjame ayudarte.— Gracias — tomó mi mano y me ayudó a poner en pie. Quería decirle que todo había sido por mi culpa, pues no debo llegar tarde para con su hermano.— Ayer Dereck arruinó nuestra conversación. ¿Quieres tomar algo?.—Te lo agradezco, pero en este momento no puedo. De hecho, estoy en jornada laboral.—Dereck te explota mucho — reí mordiendo mi labio —. Bueno, entonces que dices si me das tu número y en cuanto estés libre te llamo y nos vemos por ahí.—No me parece que sea correcto…
Dereck—Sr. Cooper, no cometa una locura. Usted es un hombre muy importante que no merece manchar su vida con una persona que no vale nada como yo — fruncí el ceño ante las palabras de Jane —. Recapacite, piense antes de actuar. La rabia no trae nada bueno. El asesinato le dañaría su impecable carrera, Sr. Cooper. Si ese es le caso, yo renuncio.¿De qué carajo está hablando?.—Sé que me odia, que soy un desastre de secretaria; y además de ser fea y no darle estética a su oficina. Pero, matar a una persona por tener defectos, no está bien hecho. No sé qué le hice de malo como para que llegue a ese excesivo punto de odio…Una risa fuerte y ronca salió de lo más profundo de mí. Esta mujer o no conoce de malicia o simplemente es virgen… Bueno, aunque con ese traje de mapache que antes se
JaneSus palabras son como un encendido automático para todo mi cuerpo. Temo a esa mirada tan cargada que me hace sentir pequeña ante sus ojos verdes. Está igual de agitado que yo, y la posición tan incomoda en la que estamos no me permite mover un solo músculo de mi cuerpo, pues si me llego a mover, siento que eso que tiene entre las piernas me atravesará la ropa y la carne en cualquier momento. Su grande mano masajea y aprieta suavemente mi seno izquierdo; provocándome una corriente por la espina dorsal. Su mano es tan caliente, que aun y encima de la blusa puedo percibir esa calidez. Temblé al percibir sus labios muy cerca de mi cuello. Su aliento chocó directamente en mi piel haciéndome estremecer. Cerré los ojos con fuerza y apreté todos los músculos, cuando su lengua hizo contacto en mi cuello. Mordí mi labio inferior con fuerza, casi con esa misma con la que acaricia