—¿Dime que necesitabas decirme? —preguntó Alfonso.
—Es que necesito un favor tuyo. —le dice a Alfonso.
—¿Okey, dime? —le respondé al señor Manuel.
—Puedes ir a supermercado un momento y traer dos botellas de tres litros de cualquier refresco que veas, por favor, es que casi no hay. —le dice el señor Manuel a Alfonso.
—Esta bien. —Alfonso accede.
—Toma el dinero. —Don Manuel le da el dinero a Alfonso.
—Voy de inmediato. —responde Alfonso.
—"Muchas gracias." —le agradece a Alfonso.
—No hay de que. —dice Alfonso y se retira.
—Señor Manuel, ¿para donde va Alfonso? —pregunté.
—Lo mandé a traer unos refrescos. Ahora, necesito que te vayas para el departamento de tu amigo Keiner. —le informó el señor Manuel.
—Pero, ¿porqué? —preguntó Verónica.
—Keiner te explicará, yo no puedo hacerlo, ya que no tenemos mucho tiempo, ¡tienes que irte a hora mismo! —respondió el señor Manuel.
—Esta bien, iré al departamento de Keiner. —le dije a él señor Manuel.
—Me avisas cuando ya estés dentro del departamento de Keiner. —me dice.
—Okey, lo haré. —le respondí.
Me fui para el departamento de Keiner, y cuando llegué toqué el timbre. La verdad es que estaba algo confundida, pero se suponía que Keiner me debía explicar lo que pasaba.
—Que bueno que viniste. —me dice Keiner.
—Voy a avisarle por un mensaje a el señor Manuel que llegué. —le digo a Keiner.
Luego le escribí el me mensaje a Manuel.
—Sí, avisale y si gustas, puedes tomar asiento. —respondió Keiner.
—Listo y gracias. —le respondí a Keiner en cuanto le mandé el mensaje al señor Manuel.
—No agradezcas. —respondió Keiner, sonriendo.
—Ahora sí, ¿me explicas lo que pasa? —le preguntó a Keiner.
—Claro, mirá, yo le conté al señor Manuel, sobre Alfonso.
Él decidió ayudarme a protegerte, los dos sabemos que tú fuiste amenazada, de eso estamos seguros. Yo sólo escuché que aceptabas acostarte con él, pero no supe lo que pasó antes de eso. —me dijo Keiner.
—"En serio." —le respondí, sorprendida a Keiner.
—Sí, espero que no te molestes, aunque no creo que lo hagas, sólo quería ayudarte con el problema. —le contesto Keiner.
—No, claro que no me molesta, te lo agradezco mucho más bien. —respondí sonriendo.
—No debes agradecerme nada, sé que lo que estaba pasando no era nada bueno. —me dice Keiner.
—Así es. Por cierto, ¿debo dormir aquí en tú departamento? —le pregunté.
—No, porqué ese hombre irá a la cárcel y tú declararás, yo seré tú testigo. Sólo dime lo que pasó antes de que yo llegará. —me preguntó.
—Okey, y bueno, Alfonso sacó una pistola y me dijo que tenía que acostarme con él, si no me haría daño, yo tenía miedo le dije que iría al baño y que pensaría la respuesta. Pero él me dijo que cómo podía estar seguro de que yo no le avisara a nadie, y yo le dije que le dejaría mí celular. —le expliqué.
—Con razón que él me respondió la llamada. —dijo Keiner a Verónica.
—Entonces, fuiste tú quien llamó a mi celular. Porque cuando yo llegué, ya prácticamente había terminado de hablar con alguien. —le digo.
—De seguro que sí, fui yo quien llamó a tu celular, ya que te estabas tardando mucho. —me contestó Keiner.
—Comprendo. —le dije, sonriendo.
—¿Quieres comer algo? —me preguntó.
—No gracias. —le respondí.
Después de varios minutos hablando, fuimos interrumpidos al escuchar la voz de Alfonso que gritaba desesperado:
—Yo no he hecho nada, no he amenazado a nadie, suéltenme. — gritaba Alfonso.
—Lo mejor es que haga silencio, todo lo que digas puede ser usado en su contra. —le advertía el policía.
—¿Qué está sucediendo? —se preguntaban los que estaban en la fiesta.
—Tranquilos todos, les explicaré todo lo que sucede. —decía el señor Manuel.
Unos días después de el acontecimiento que pasó en la fiesta de la esposa del señor Manuel...
—Keiner, puedes ir a la cárcel por ocultar esto, bueno creo que eso puede pasar. —le dije.
—No importa lo que pase, yo sólo quiero que ese hombre pague lo que le hizo a esa pobre mujer. La mató sin piedad y yo tengo todo grabado, además les voy a comentar la amenaza que nos hizo. Es más, deberías de acompañarme como testigo y si puedo conseguir a alguien más para hacerlo, mucho mejor. —respondió seriamente.
—Esta bien, puede ser que todo salga bien y ese tipo pague lo que hizo. —dijo, accediendo.
—¡Así es! —Keiner me respondió sonriendo.
—Pero, ¿quién podrá ayudarnos? —preguntó Verónica a Keiner.
—Quizás Paulo, él que vive al lado mío. —me dijo Keiner.
—Sí, pregúntale a él si acepta. —le dije.
—Ahora lo llamo y le pregunto. —me respondió.
—Leslie, estas cada vez más hermosa. —le dijo Enrique a una chica que estaba con él, mientras conversaban y caminaban juntos.
—"Gracias," Enrique. —exclamó Leslie.
—Sólo digo la verdad. —respondió Enrique con una sonrisa.
—Okey, pero tú no te quedas atrás, cada vez estas más peorcito no crees. —reía sin parar Leslie .
—¿Porqué me dices eso?, pensé que yo te gustaba. —dijo Enrique y luego se detuvo.
—Sigue soñando, yo ya tengo novio, sólo quería saber si yo te gustaba. —le dijo Leslie a Enrique.
—Eres mala, te odio. —respondió Enrique y se fue.
—¿Ustedes que ven? —dijo la chica, preguntando algo molesta.
—No miramos nada, vamos a dentro de tu departamento Vero. —me dijo Keiner.
—Sí, vamos Keiner. —respondo.
—Esa chica no tiene nada de lindo y ese chico está con ella. —susurró la tal Leslie y siguió su camino.
—Es linda esa muchacha, pero su forma de ser no es para nada linda. —le digo a Keiner.
—Para mí, tú eres más linda que esa chica. —respondió Keiner sin dejar de mirarme.
—Eso lo dudo, pero gracias Keiner. —sonrió Verónica.
—Es la verdad. —Afirma Keiner a Verónica. —Y bueno, ¿quieres café?- me preguntó Keiner.
—Claro que sí. —accedí.
—Ahora mismo preparó café. —me dijo Keiner.
—¡Muchas gracias! —exclamé.
Luego de una hora, me retiré del departamento de Keiner y fui para mi departamento, cuanto llegué recibí una llamada, pero al contestar resultó ser una mala noticia...
—"Hola", Vero, te llamó para darte la mala noticia, ya que tu prima falleció hoy, hace cinco minutos —dijo mi tia Leticia, la madre de mi prima, y quien se notaba profundamente triste. —¡No puede ser cierto! estás bromeando tía, no puede ser verdad. —respondí con lágrimas en los ojos. —Mí niña, no te miento, ¡Rosa nos dejó!, mañana será su funeral a las 1:00 p.m. Quisiera que vinieras a despedirte de ella. —me respondió mi tía Leticia con la voz quebrada. No pude responder nada más, ya que perdí la conciencia y me desmayé afuera de mí departamento, luego de allí, no recuerdo absolutamente nada. —"Por Dios," Verónica, despierta por favor. —exclamó Keiner, preocupado. —Aquí traje alcohol. —dijo
—No puedo tía, quizás mas adelante. Entre unos dos o tres años. Espero me comprendas. —al fin respondí. —Pero, ¿por qué así mi niña? —me pregunta tía Leticia. —Tía, simplemente no me quiero ir del departamento, al menos por el momento. —le dije. Luego de decirle eso, mi tía se puso triste pero yo la convencí de que si llegaría a vivir con ellos, sólo que más adelante. También le dije que aceptaba el dinero por ser algo que mi prima quería, así que ella me dio el dinero. —¿Cuándo te vas? —preguntó mi tía. —Hoy mismo, de hecho ya voy a llamar a Alejandro, el señor que me trajo hasta acá —le respondí. —Me gustaría que no te fueras; pero ni modo, te debes ir. —me dijo. —En cuanto pueda vengo a visitarlos. Ya sabes, queda muy lejos de donde vivo hasta acá. –le prometí.
—¿Qué haces, por Dios? —preguntó el señor Manuel, apavorado ante esa situación. —No voy hablar con nadie, lárguesen de aquí o le disparo a esa chica. —dijo Enrique. —¿Pero, por qué harías eso? —le pregunta Don Manuel a Enrique. —Sólo quiero que se larguen, o a caso quieren que le disparé a esa chica horrible, porque ganas no me faltan de matarla. —respondió Enrique. —¡Tú eres el horrible! —dije y salí corriendo. —¿Qué te pasa?, a una mujer no se le habla así. —lo confrontó Keiner. —¡Tú callate! —exclamó Enrique y le disparó, hiriendo a Keiner, para después cerrar la puerta. —¡Ay no!, tenemos que llevarlo al hospital. —dijo Don Manuel, intentando socorrerlo. El resto de personas estaban muy asustadas. —Llevémoslo en mi auto. —dijo Luis.
No sabía que decirle a Keiner, ya que no sabía lo que realmente sentía por él, si sólo era que no quería que lo lastimara nadie o si realmente estaba enamorada de él. Tengo una enorme confusión, todo esto resultaba muy complicado para mí. —Verónica, por favor, dime algo. —me dijo Keiner. —No puedo responder esa pregunta. Nos vemos mañana. —le respondí. —¿Cómo que no puedes Vero? —preguntó Keiner, pero no dije nada más y me metí al departamento. —Sí Verónica esta enamorada de mi, seré el hombre más feliz del mundo. —escuché que dijo Keiner. —Keiner, amigo, ¿cuánto tiempo? —dijo alguien que al parecer lo conocía. —¡No puede ser!, ¿Wiliam, eres tú? —preguntó Keiner. —El mismo, amigo ¿cómo has estado? —respondió Wiliam. —Es que has cambiando un
—Hola, ¿quién habla? —preguntó mi tío a la persona que le llamaba. —Soy yo, Mariana. Te llamo para decirte que vamos para allá ahora mismo, porque mañana no vamos a poder ir. —dijo Mariana. —¿Y eso por qué? —le pregunta mi tío. —Es que nuestra hija estará muy ocupada en su trabajo, mañana. —respondió Mariana. —De verdad, ¿y en qué trabaja mi hija? —preguntó mi tío. —Ella es doctora, trabaja en el hospital. —respondió Mariana. —¿Me hablas en serio? —preguntó mi tío sorprendido. —¡Así es! —dijo Mariana. —Bueno, aquí las espero. Por cierto, ¿a que hora vienen? —responde mi tío. —Ya casi llegamos. —respondió Mariana. —Okey, está bien. —dijo mi tío, y corto. —¿Tío, estás b
—¿Quién será a estas horas? —me preguntaba mientras abría la puerta. —Keiner, el departamento de tu amiga es bastante lindo y acogedor, ¿no crees? —dijo William. —Lo mismo pienso amigo. —dice Keiner. —¡Valentina! ¿Dónde están mis tíos? Tu mamá llegó aquí con un puñal lleno de sangre, quería matarme. Yo estaba en la habitación, cuando escuché que alguien abría la puerta, pensé que eran mis tíos, estaba feliz porque según yo, habían llegado, pero cuando me acerqué y vi que era tu madre, tuve que correr a la habitación y agarrar mi maleta para huir por la ventana y salvarme de morir a manos de tu mamá, dime, ¿qué es lo que pasa? mis tíos no llegan? —le dije. —Sólo te diré que esto sólo es el comienzo. Tus queridos tíos, tuvieron su merecido. —me respondió. —¿Dime dónde están ahora? —dije molesta, agarr
—Igualmente, es un gusto joven, me alegra mucho que mi sobrina tenga un amigo. —dice mi tía.—¿No serán novios? —pregunta mi tío todo serio.—"No tío", somos amigos. —le respondí a mi tío.—Bueno, porque yo no seré tu padre, pero te consideró como una hija, y antes de tener novio debes pedir permiso. —dijo mi tío.—"Cariño", yo también la veo como hija, pero no considero que deba pedirnos permiso, me conformo con que tenga un buen novio. —le dijo tía a tío.—Tío, "muchas gracias", la verdad yo se que me quieres cuidar, y no te preocupes, él es mi amigo, si tuviera una relación con alguien, se los diría, porque así como ustedes me ven como una hija, yo los veo como mis segundos padres. Y bueno, tia, te agradezco que desees eso para mi, los amo mucho a ambos. —les dije.—Y nosotros a tí te amamos. —dijeron ambos, mientras me
—Hola, hijo. —dice él padre de Enrique, al otro lado del teléfono.—Hola, padre, ¿cómo estás? —preguntó Enrique.—Mal, hijo.Pasó algo en la empresa. —dijo el padre.—¿Qué sucedió padre? —respondió Enrique.—Hijo, la empresa está en quiebra.Por favor, ven para explicarte todo en persona. —le dice el padre.—Está bien, voy a ir de inmediato. —dijo Enrique, y se retiró.Unas horas más tarde, ya en el departamento de Alexa.Estamos sentados todos en unas sillas, dándole la bienvenida a Alexa, y conociéndola.—Es un gusto conocerte Alexa. —dijo don Ramón, un señor que vive en uno de los departamentos, y los demás dijeron lo mismo.—"Gracias."—respondió ella. —desean refresco, y pan. —preguntó Alexa.—"Sí, claro" —dijeron todos.