—Alfonso, ¿qué quieres de mí? —le pregunté.
—Mira vengo a darte la sorpresa que te dije, mira esto. —dijo Alfonso, sacando una pistola.
—¿Para qué es esa pistola?—pregunté con miedo.
—Sólo tienes que aceptar algo y yo no te haré daño. —dijo Alfonso.
—¿Aceptar qué? —le pregunto a Alfonso.
—Acuéstate conmigo esta noche y no te haré nada. —me dijo.
—¿Esta noche dices? —pregunté
—Así es. —respondió Alfonso.
—Necesito ir al sanitario, ¿te puedo responder en cuanto salga?
—¿Y como se yo que no avisarás a nadie? —preguntó Alfonso.
—Entonces dejaré mi celular contigo, para que veas que no tengo intención de decir nada. —respondi.
—Okey, dámelo. —dice Alfonso.
—Aquí tienes. —le dije en cuanto lo saqué de mi cartera.
—Ahora ve, y quiero tú respuesta apenas llegues. —me dijo.
—La tendrás. —respondí y caminé al baño que pude encontrar rápidamente, por suerte.
Después de que salí del sanitario, llegué donde estaba Alfonso, él estaba hablando por llamada, con mi celular.
Y obviamente me molestó, ¿Quién es él para responder las llamadas de mi celular, si fuera un familiar o amigo mío fuese otra cosa, pero él un hombre que casi no conozco y del cual hoy conocí una parte muy perversa y oscura;
—¿Por qué tiene que contestar mis llamadas? —le pregunté molesta.
—Mirá, a ti no te interesa el porqué contesté, ahora deja a Verónica en paz. —cortó la llamada.
—¿Me puedes dar mi celular por favor? —le pregunté a Alfonso.
—"Sí". —me dio mi celular y en su cara mostraba que estaba molesto.
—¿Dime quién llamó? —le pregunté.
—¡Ay! revisa tú y verás quién llamó. —respondió Alfonso.
—¿Y por qué contestaste mi celular? —volví a preguntarle nuevamente.
—¡Porque yo quise!, ahora dime, ¿pensaste en lo que te dije? —me respondió Alfonso.
—Sí, y bueno está bien, me acuesto contigo. —le dije accediendo sólo por miedo a que me hiciera daño.
—¿Qué estas diciendo Vero? —preguntó Keiner con preocupación y tristeza.
—¡Tú no te metas o te mato!. —exclamó Alfonso.
—Por favor, Keiner, vete sí. —le dije.
—¿Pero cómo quieres que me vaya, con lo que acabo de oír? —dijo preocupado.
—"Tú no has escuchado nada okey."—exclamó Alfonso
—Solo vete, no te preocupes por mí. —le dije a Keiner.
—Esta bien, me iré y no diré nada.
—Más te vale. —respondió Alfonso.
Después de que Keiner se fue, Alfonso se giró hacia mi, mirándome fijamente.
—Alfonso, quedamos así entonces, en cuanto termine la fiesta, vos irás a mi casa.
—Sí, así quedamos. —respondió y sonrió, su sonrisa provocaba en mí, algo de miedo.
Minutos después, me fue a seguir la fiesta como si nada hubiera pasado. Aunque por dentro me estaba muriendo del miedo.
Por un momento me quedé buscando con la mirada a Keiner pero no logré verlo por ningún lado.
Observé a Alfonso, él me miraba sin perderme de vista, quería irme de la fiesta pero con ese hombre vigilándome, ¿como podría?
—Verónica, ¿deseas comer algo? —me preguntó el señor Manuel.
—Sí, claro, "gracias."
—Pasa a la mesa dónde está lo de comer y beber, puedes comer lo que desees, las bebidas son naturales.
—Esta bien; pero antes aprovecho para preguntarte, ¿sí sabes que se hizo Keiner? —le pregunto al señor Manuel.
—No hace mucho que se fue para su casa, dijo que no podía quedarse más, no me dijo el porqué, pero bueno, solo se retiró. Yo le dije antes de que se fuera que se llevara algunos bocadillos y lo hizo. Por cierto en su cara se notaba preocupación.
—Con razón que no lo vi por ningún lado, yo también debo irme pero quería contarte algo. —le digo al señor Manuel.
—Cuéntame, ¿que sucede? —respondió el señor Manuel, pero en eso le entra una llamada. —disculpa, debo de responder, es Keiner.
—¿"Keiner"? —exclame sorprendida, ya que justamente llamó cuando hablábamos de él, y me daba curiosidad saber,¿el porqué llamó a él señor Manuel?, ¿será que le dirá lo que me paso con Alfonso?
—¿Que hablabas tanto con él señor Manuel? —preguntó Alfonso.
—Me estaba preguntando si quería comer algo de lo que esta en la mesa y yo le dije que estaba bien, también me contó que su esposa está muy feliz por la fiesta, y que ha probado todos los bocadillos, los cuales les ha encantado. —le respondi, sin decirle toda la verdad, ya que a él en primer lugar no le interesaba lo que yo hablara con los demás y en segundo lugar, porque me daba miedo que si decía la verdad se enojara y me hiciera daño.
—¿Me estás diciendo toda la verdad Verónica? —dijo Alfonso.
—Señor Alfonso, ocupo hablar con usted, ¿puedes venir por favor? —preguntó el señor Manuel.
—Claro ya voy.
Alfonso se fue hablar con el señor Manuel, yo la verdad estaba con mucha intriga, ¿quería saber que habló Keiner con el señor Manuel?, y ¿que le dirá el señor Manuel a Alfonso?
—¿Dime que necesitabas decirme? —preguntó Alfonso. —Es que necesito un favor tuyo. —le dice a Alfonso. —¿Okey, dime? —le respondé al señor Manuel. —Puedes ir a supermercado un momento y traer dos botellas de tres litros de cualquier refresco que veas, por favor, es que casi no hay. —le dice el señor Manuel a Alfonso. —Esta bien. —Alfonso accede. —Toma el dinero. —Don Manuel le da el dinero a Alfonso. —Voy de inmediato. —responde Alfonso. —"Muchas gracias." —le agradece a Alfonso. —No hay de que. —dice Alfonso y se retira. —Señor Manuel, ¿para donde va Alfonso? —pregunté. —Lo mandé a traer unos refrescos. Ahora, necesito que te vayas para el departamento de tu amigo Keiner. —le informó el señor Manu
—"Hola", Vero, te llamó para darte la mala noticia, ya que tu prima falleció hoy, hace cinco minutos —dijo mi tia Leticia, la madre de mi prima, y quien se notaba profundamente triste. —¡No puede ser cierto! estás bromeando tía, no puede ser verdad. —respondí con lágrimas en los ojos. —Mí niña, no te miento, ¡Rosa nos dejó!, mañana será su funeral a las 1:00 p.m. Quisiera que vinieras a despedirte de ella. —me respondió mi tía Leticia con la voz quebrada. No pude responder nada más, ya que perdí la conciencia y me desmayé afuera de mí departamento, luego de allí, no recuerdo absolutamente nada. —"Por Dios," Verónica, despierta por favor. —exclamó Keiner, preocupado. —Aquí traje alcohol. —dijo
—No puedo tía, quizás mas adelante. Entre unos dos o tres años. Espero me comprendas. —al fin respondí. —Pero, ¿por qué así mi niña? —me pregunta tía Leticia. —Tía, simplemente no me quiero ir del departamento, al menos por el momento. —le dije. Luego de decirle eso, mi tía se puso triste pero yo la convencí de que si llegaría a vivir con ellos, sólo que más adelante. También le dije que aceptaba el dinero por ser algo que mi prima quería, así que ella me dio el dinero. —¿Cuándo te vas? —preguntó mi tía. —Hoy mismo, de hecho ya voy a llamar a Alejandro, el señor que me trajo hasta acá —le respondí. —Me gustaría que no te fueras; pero ni modo, te debes ir. —me dijo. —En cuanto pueda vengo a visitarlos. Ya sabes, queda muy lejos de donde vivo hasta acá. –le prometí.
—¿Qué haces, por Dios? —preguntó el señor Manuel, apavorado ante esa situación. —No voy hablar con nadie, lárguesen de aquí o le disparo a esa chica. —dijo Enrique. —¿Pero, por qué harías eso? —le pregunta Don Manuel a Enrique. —Sólo quiero que se larguen, o a caso quieren que le disparé a esa chica horrible, porque ganas no me faltan de matarla. —respondió Enrique. —¡Tú eres el horrible! —dije y salí corriendo. —¿Qué te pasa?, a una mujer no se le habla así. —lo confrontó Keiner. —¡Tú callate! —exclamó Enrique y le disparó, hiriendo a Keiner, para después cerrar la puerta. —¡Ay no!, tenemos que llevarlo al hospital. —dijo Don Manuel, intentando socorrerlo. El resto de personas estaban muy asustadas. —Llevémoslo en mi auto. —dijo Luis.
No sabía que decirle a Keiner, ya que no sabía lo que realmente sentía por él, si sólo era que no quería que lo lastimara nadie o si realmente estaba enamorada de él. Tengo una enorme confusión, todo esto resultaba muy complicado para mí. —Verónica, por favor, dime algo. —me dijo Keiner. —No puedo responder esa pregunta. Nos vemos mañana. —le respondí. —¿Cómo que no puedes Vero? —preguntó Keiner, pero no dije nada más y me metí al departamento. —Sí Verónica esta enamorada de mi, seré el hombre más feliz del mundo. —escuché que dijo Keiner. —Keiner, amigo, ¿cuánto tiempo? —dijo alguien que al parecer lo conocía. —¡No puede ser!, ¿Wiliam, eres tú? —preguntó Keiner. —El mismo, amigo ¿cómo has estado? —respondió Wiliam. —Es que has cambiando un
—Hola, ¿quién habla? —preguntó mi tío a la persona que le llamaba. —Soy yo, Mariana. Te llamo para decirte que vamos para allá ahora mismo, porque mañana no vamos a poder ir. —dijo Mariana. —¿Y eso por qué? —le pregunta mi tío. —Es que nuestra hija estará muy ocupada en su trabajo, mañana. —respondió Mariana. —De verdad, ¿y en qué trabaja mi hija? —preguntó mi tío. —Ella es doctora, trabaja en el hospital. —respondió Mariana. —¿Me hablas en serio? —preguntó mi tío sorprendido. —¡Así es! —dijo Mariana. —Bueno, aquí las espero. Por cierto, ¿a que hora vienen? —responde mi tío. —Ya casi llegamos. —respondió Mariana. —Okey, está bien. —dijo mi tío, y corto. —¿Tío, estás b
—¿Quién será a estas horas? —me preguntaba mientras abría la puerta. —Keiner, el departamento de tu amiga es bastante lindo y acogedor, ¿no crees? —dijo William. —Lo mismo pienso amigo. —dice Keiner. —¡Valentina! ¿Dónde están mis tíos? Tu mamá llegó aquí con un puñal lleno de sangre, quería matarme. Yo estaba en la habitación, cuando escuché que alguien abría la puerta, pensé que eran mis tíos, estaba feliz porque según yo, habían llegado, pero cuando me acerqué y vi que era tu madre, tuve que correr a la habitación y agarrar mi maleta para huir por la ventana y salvarme de morir a manos de tu mamá, dime, ¿qué es lo que pasa? mis tíos no llegan? —le dije. —Sólo te diré que esto sólo es el comienzo. Tus queridos tíos, tuvieron su merecido. —me respondió. —¿Dime dónde están ahora? —dije molesta, agarr
—Igualmente, es un gusto joven, me alegra mucho que mi sobrina tenga un amigo. —dice mi tía.—¿No serán novios? —pregunta mi tío todo serio.—"No tío", somos amigos. —le respondí a mi tío.—Bueno, porque yo no seré tu padre, pero te consideró como una hija, y antes de tener novio debes pedir permiso. —dijo mi tío.—"Cariño", yo también la veo como hija, pero no considero que deba pedirnos permiso, me conformo con que tenga un buen novio. —le dijo tía a tío.—Tío, "muchas gracias", la verdad yo se que me quieres cuidar, y no te preocupes, él es mi amigo, si tuviera una relación con alguien, se los diría, porque así como ustedes me ven como una hija, yo los veo como mis segundos padres. Y bueno, tia, te agradezco que desees eso para mi, los amo mucho a ambos. —les dije.—Y nosotros a tí te amamos. —dijeron ambos, mientras me