MAYACuando dejo a Denver y Mary en la fiesta de sus amigos, reviso el teléfono por si me ha vuelto a escribir.Alex: yo tambnSigue siendo su escueto mensaje de hace un par de minutos.No me gusta conducir esta noche, la carretera está llena de borrachos e inconscientes celebrando, pero ya que. Le he dicho a mi madre que estaría de vuelta nada más los dejara en la fiesta adolescente; sin embargo es cosa de girar el volante en un par de calles para llegar al campus. No tengo ningún plan. Dejo el coche en doble fila y me quedo unos momentos dentro, pocos, pero dan para que una pareja se siente en el maletero del coche. Todo está lleno de gente, de tanta que no caben ni en la fraternidad. No voy a ser capaz de encontrarlo, ni de coña.Le escribo un mensaje rápido a mi madre, igual ya está dormida. Respiro. ¡Vamos Maya! Menuda tontería, ya estoy temblando cuando llego al umbral de la puerta. Me repito que no estoy aquí por otra cosa que no sea ver a Alex.—Quítate del medio —me empuja un
ALEX¿Pero cómo no me va a gustar? ¿Sabe acaso lo sexy que es dejando que la folle dónde quiera? Aunque no tengo muy claro si esta noche tengo yo todas las de dominar. Y me la suda. Puede hacerme lo que quiera, que viendo su espalda desnuda a través del espejo y cómo menea las caderas contra mi polla, me doy por servido.Quiero mantener el placer que me recorre por dentro. Difícil si me centro en lo estrecha que está y el gusto que me da deslizarme dentro de ella. He perdido la cuenta de cuantos polvos hemos echado en esta última semana, pero no los suficientes como para saciarme.Los dedos de Maya me tiran del pelo y llevan mi boca a su piel. Me sueltan cuando rodeo su pezón con mis dientes solo para taparse la boca y camuflar sus gemidos. Le aparto la mano y la devuelvo a mi cuero cabelludo. Me entiende enseguida.—Quiero escuchar lo mucho que te gusta. —Cada vez que gime la polla me palpita y es lo más excitante que me ha pasado jamás. Cuando abre la boca y gime, me meto tan dentro
MAYANo sé a dónde nos va a llevar esto. Sea como sea hoy ya estoy aquí y Alex me gusta tanto que no quiero pensar en otra cosa que no sea en pasármelo bien con él. Mañana tendré mucho tiempo de organizarme en el camino de vuelta a Seattle.Para evitar que los pensamientos se me arremolinen me llevo la botella a los labios. El whisky me quema la garganta; me recuerda a las mini-botellas que Anna y yo compramos para poder pasar alcohol a las discotecas.—Ah... Mira, —Alex señala al resto de chicos que no conozco, todos me parecen que sonríen demasiado sinceros como para ser malos—. Jeff y Dylan. Otros dos capullos.Otros dos capullos a los que te acostumbras, pienso.Levanto la mano. No quiero parecer borracha.—Hola —saludo.No se me da bien socializar. No sé hacer amigos. Sin embargo, los amigos de Alex me dan una sensación de ser de lo más simpáticos. Me encuentro riéndome con ellos cuando Jeff discute con Finch porque le ha manchado su camisa de renos nueva.—Es fea de cojones, te
ALEX—¿Podemos hablar de lo que pasó ayer?Subo el volumen de la música y no levanto la cabeza del libro. No quiero hablar con Denver. Ni con él ni con nadie. Si he llegado y me he encerrado aquí es por algo.—Fuera.—Alex...—He dicho que fuera, Denver, no me jodas ahora.No me hace ni puto caso. Cierra la puerta y se hunde en el puff de cuero que tengo echado a un lado de la máquina recreativa. Decido ignorarlo y seguir a lo mío.—No has bajado a comer. ¿No quieres ver a mamá?Ver a mi madre me la suda. Me la he encontrado cuando he llegado y ha sido como si nada. No me extraña que no se acuerde de lo que pasó.—¿O es por Maya? ¿Porque se ha ido y no vuelve hasta dentro de meses?Joder. Le falta darme una patada en las pelotas para terminar de joderme el día. Ya sé que Maya no está, que esta tarde no la veré. Estoy evitando pensar en ello porque me hace sentir tan raro que no sé cómo controlarlo. Odio no controlar las cosas. Maya es la primera tía que me gusta tanto como para no que
ALEXLlevo los tres últimos meses esperando este momento. He dudado demasiado, más de lo que me gustaría admitir, y, sin embargo, ahora que estoy con ella solo puedo pensar lo bien que me siento. Cualquier rastro de dudas que haya podido tener en este tiempo no existe estando a su lado.Me moría de ganas de verla, aunque la he visto muy a menudo por las videollamadas, pero la pantalla de mi teléfono no hace justicia a lo mucho que me gusta verla en persona y distinguir con claridad el tono pálido de su piel o los destellos rápidos de sus ojos.—Y esta es la residencia —dice.Levanto la mirada. El edificio parece renovado, casi nuevo. Está lleno de chicas y algún tío por ahí rondando. Imaginarme a Maya caminando del baño a su cuarto solo en toalla y con estos capullos mirándola... Hace que me hierva la sangre. Pero Maya jamás caminaría en toalla por los pasillos.—Anna no volverá hasta dentro de una hora o así —comenta. Me obligo a dejar de pensar en las ganas que tengo de tocarla bajo
MAYANo quiero tardar mucho por si viene Anna y encuentra a un chico en nuestra habitación. Me tomo el tiempo justo en la ducha para quitarme los rastros del increíble sexo de encima y deshacerme de paso del pensamiento tan intrusivo al pensar que Alex ha sido capaz de venir hasta aquí sólo por el sexo. Sabía que lo teníamos era más que algo físico sexual. Entre los dos hay algo que nadie entendería.Cuando ha dicho que está enamorado de mi, le he creído. He puesto toda mi confianza en él, tanta, que me he lanzado a la piscina de cabeza sin saber la profundidad. No sé si esto de enamorarse tiene grados, pero espero que lo esté tanto de mi como yo lo estoy de él.Cierro la llave del agua y me visto dentro del cubículo con la ropa limpia. Voy en chanclas, casi me resbalo porque el suelo del baño siempre está inundado. En la habitación solo está Anna. La idea de que se hayan encontrado sin que yo esté, me pone algo nerviosa. Sé que Anna medio lo detesta, que no cree que lo nuestro pueda
MAYAA la mañana siguiente brilla el sol. No lo suficiente porque está algo nublado. Hundo la cara contra el hombro de Alex, que respira tranquilo en sueños. Veo todo borroso, como cada mañana, pero sé recorrer su cuerpo a la perfección. Me meto bajo la fina sábana, anoche me anoté mentalmente el devolverle el favor, así que aquí estoy. Ya tiene una erección, la he sentido al mover la pierna antes, me facilita el trabajo aunque no me quepa entera en la boca. El sensual ruido que hace al despertar consigue que me empeñe más.—Joder —gime.Levanta la sábana. Ojalá tuviera puestas las lentillas para poder ver bien su expresión, aun si entiendo que le gusta por los gemidos que salen de su boca. No nos tapa, la sábana se queda a saber dónde. Entonces me aparta el pelo de la cara y me hace una coleta con su mano únicamente para verme mejor. Me la saco de la boca.—No pares ahora... —me pide. Tan rápido a como saco la lengua para darle una lamida, se queda sin aire—. Qué bueno, hostia puta..
MAYAEsta vez su boca se cierra sobre mi y los suaves movimientos de su lengua hacen que me desperece. No destapo la sábana, porque lo haga o no, no voy a ser capaz de enfocar nada y la verdad es que ver la sábana moverse me da un gustirrinín un tanto misterioso.Separa su boca de mi entrepierna para hablar:—Sé que estás despierta. Feliz cumpleaños.Alargo la mano bajo la sábana y, agarrándole del pelo, lo empujo de vuelta. Se ríe y me besa justo en el centro.Me muerdo los labios con tanta fuerza que duele. Al final empiezo a gemir hasta que Alex sale de debajo de la sábana con la boca empapada de mi. Le brillan los labios en una sonrisa y los aplasta contra los míos. Con una rodilla me separa las piernas. Busco su boca con la mía con la desesperación de que se trague el gemido que me sale cuando entra en mi. Sin embargo deja de besarme.—No sabes lo dura que me la pone escucharte gemir —jadea.Sí que lo sé porque lo noto.—Alex... —gimo, tal y como dice que le gusta. Resulta que ge