Luisa
«¿No es su madre? ¿Qué clase de juego está jugando Teresa? O ¿acaso escuché mal?»
Cuando veo que se aleja de mí, camino lo más discreta posible hasta donde se encuentra Larry platicando con alguien del personal. En cuanto me acerco, el chico me hace una reverencia y se aleja para dejarme a solas con él.
―Dígame señorita de las Casas.
―Larry ¿crees que puedas acompañarme a…? ― Comienzo la frase para luego darme cuenta que no tengo idea de lo que en verdad voy a decir.
―¿Al bar? ― Complementa él.
―Sí, al bar, para
Carlos Gané, gané el trofeo de polo y fue dedicado exclusivamente para Luisa quien me veía atenta del otro lado de la campo. Sé que ella no entiende mucho de polo así como yo no entiendo de vals, pero entre más lo vea y yo lo practique se podrá disfrutarlo tanto como yo lo hago. Tan solo recibo el trofeo entre mis manos, voy por ella para tomarla de la mano y sin darle explicaciones la subo al caballo para llevarla lejos de ahí. No sé qué me pasa, no sé si es la emoción de haber ganado, las ganas de estar a solas con ella o prácticamente que me siento como un adolescente ansioso desde que estuve con ella. Así que mientras el caballo galopa a toda velocidad hacia la casa, la pego a mi cuerpo como si quisiera protegerla de todo y de todos y me murmuro al oído que no quiero que nadie le diga nada que la a
Luisa(noche de la cena en honor a la marquesa)Desde el último evento, el partido de polo, no he escuchado noticias de Larry ni de la gente de Larry, por lo que me hace pensar que la frase que dijo no tiene trascendencia y sólo fue un pequeño enojo que al parecer debo olvidar.Así que me puse manos a la obra para preparar la mejor cena en honor a la marquesa que haya existido jamás. Ayudándome de Julieta en todo lo que tiene que ver con la decoración, de Larry con la bebida que se debe ofrecer, de Carlos para orientación de los lugares y espacios y yo encargada de la cena, por fin ha llegado la noche donde todas mi habilidades como próxima marquesa van a quedar expuestas a la crítica de los invitados que nos darán el placer de acompañarnos esta noch
Carlos(noche de la cena en honor a la marquesa)Ante los ojos de los espectadores, veo como Luisa sale del salón tambaleándose un poco. Mis hermanas y mi madre me ven, puedo sentir su mirada preocupada y a la vez tratando de disimular el tipo de grosería que Luisa ha hecho, aunque sé que ella no lo sabe.―Me agrada Ana, pero sí sabes que es una grosería levantarse de la cena de honor.― Dice mi madre discreta.―Iré a ver qué pasa, si me lo permites.Mi madre asiente con la cabeza y de inmediato me pongo de pie para salir del salón y ver dónde se encuentra. Cuando abro las puertas no la veo, por lo que supongo ha subido a la habitación nerviosa o tal vez a
LuisaTal vez debo estar un poco drogada por la medicina pero ¿en verdad me pidió que me casara con él? Carlos toma la mano donde tengo el anillo de compromiso que me dio hace tiempo atrás y la besa.—No sé qué esté pasando, no sé porque mi hermana dice esas cosas o lo que planea hacer, pero de una cosa sí estoy seguro Luisa de Sade, es que te amo, te amo a ti, por ser tú no el papel de Ana de las Casas que has estado interpretando y puedo resistir lo que viene, lo sé, pero no el alejarme de ti o perderte, así que antes de que todo se vuelva un caos, quiero asegurarme de que no te vayas de mi vida.— Recita con un aire de amante gallardo que jamás le había escuchado.—Pero ¿tu madre? —
Luisa 8:00 pm - Ese mismo día. Me veo frente al espejo con este hermoso vestido blanco que Larry me ha escogido que me queda a la perfección y suspiro tan fuerte que creo que toda la ciudad me escuchó. Me veo y no me la creo ¿en serio esta soy yo la que se va a casar? Debo estar soñando porque sigo sin creer que sea verdad ¿cómo pasé de ser nadie a ser una próxima marquesa?, es una locura que al parecer sólo Carlos y yo entendemos. —¿Lista señorita de Sade? — Escucho a Larry que está detrás mío. —Estoy muy nerviosa. —Es normal, está a punto de casarse con un marqués, yo igual estaría nervioso.— Y sonríe. Me acerco a él y lo tomo de las manos.— Di
Carlos Después de la boda. No puedo creer que esté casado, que esta hermosa alianza brille sobre mi dedo y que en este momento me encuentre entrelazando mi mano con la de mi flamante esposa donde puedo sentir sus anillos símbolo de este nueva unión. Siento sus labios besando los míos mientras nuestros cuerpos desnudos y vulnerables se rozan complaciéndose mutuamente. Jamás había tenido sexo con nadie y me sentía un poco inseguro, pero cuando estoy con ella siento que nací para hacerle el amor y besarla hasta que nuestros labios se desgasten. Libero mi mano de la suya para lentamente bajar y acariciar sus increíbles pechos y bajar por todo su torso erizando su piel, provocando todo en ella. Luisa se separa de mí y me ve a los ojos alumbrados por la luz del faro de afuera de la calle.
LuisaAún no soy marquesa, pero debo decir que estar casada se siente muy bien, sobre todo cuando es con un hombre como Carlos y no porque sea rico o de la realeza, sino por que es encantador, con un gran corazón, inteligente, educado, y podría decir millones de cualidades más pero no me alcanzaría el tiempo, sobre todo ahora que camino hacia el auto que nos llevará de regreso al aeropuerto para tomar el helicóptero hacia la Casa de las Rosas.Así, con un plan trazado, no improvisado y con la decisión de ganarle a Teresa en lo que sea que iba a pasar, Carlos y yo le diríamos al mundo que ya somos marido y mujer a toda su familia y después ¡que arda todo! Si nosotros somos felices no debería preocuparnos lo demás.Mie
Carlos¡Qué!Gritamos todos al unísono al escuchar lo que Teresa acaba de decir. Ella sonríe maliciosamente mientras mi madre, ahora de piel transparente como si fuera fantasma, se queda en silencio viéndola.―No, no, espera.― Habla Luisa.― Tú me dijiste que ella no era tu madre ¿por qué ahora se lo dices a Carlos? ¿Cuál es tu juego?―No es ningún juego, y vengo negando a mi madre desde hace años atrás y ella lo sabe.― Alza la mano y le apunta con el dedo―¡Admítelo! ¡Díselo! ¡Dile que por sus venas no corre la sangre noble!―¡Claro que corre! ― Expresa la marquesa de un grit